Las dos caras del Telegram de Pavel Durov: paraíso de la libertad de expresión, la pedofilia, el narcotráfico...
La plataforma cuenta con unas características únicas que protegen la privacidad y cuenta con una moderación de contenidos laxa.
31 agosto, 2024 02:33Desde su nacimiento en 2013, Telegram se ha convertido en la plataforma de comunicación digital de numerosos grupos de activistas y de derechos humanos. También ha permitido el afloramiento de canales de información secundarios con cientos de miles de suscriptores en todo el mundo.
Amparados en lo que su fundador y CEO, el ruso Pavel Durov, definió el pasado abril como "una plataforma neutral" que respeta la "privacidad y la libertad de la gente", 950 millones de usuarios hasta la fecha confían en Telegram. El propio Durov aseguró en su canal en la aplicación que la suya es la única plataforma de intercambio de información completamente fiable, puesto que otras similares como WhatsApp o Signal colaboran, por ejemplo, con el Gobierno de Estados Unidos.
La cara B de esta neutralidad, sin embargo, es que grupos paramilitares, terroristas, traficantes de armas y de drogas, o pedófilos se han servido de ella para compartir y vender material delictivo. La plataforma de origen ruso es para muchos un adalid de la libertad de expresión, sí; pero también es el pozo de internet donde abunda la peor calaña, sin ningún tipo de control.
Telegram se ha convertido, por ejemplo, en la plataforma online predilecta de grupos de desinformación y propaganda prorrusa en el contexto de la invasión de Ucrania. También han encontrado un altavoz en ella líderes políticos como el checheno aliado de Putin, Ramzam Kadirov, o personajes que se autoproclaman censurados por los medios de comunicación, como Alvise Pérez. Por último, también ha sido el refugio de pedófilos de todo el mundo, o de proveedores de imágenes pornográficas 'deepfake' (hechas con inteligencia artificial) en canales que alcanzan hasta 300.000 suscriptores.
Es por ello que el pasado 24 de agosto, Durov fue detenido por las autoridades francesas nada más bajar de su jet privado en el aeropuerto parisino de Le Bourget. La Justicia del país galo le imputó 12 cargos, entre los que se encuentran ser cómplice de permitir transacciones ilícitas en grupo organizado, haberse negado a comunicar información o documentos necesarios para llevar a cabo operaciones avaladas por la ley, ser cómplice en la posesión de imágenes pornográficas de menores o adquirir, transportar, poseer, ofrecer y vender sustancias estupefacientes.
Después del pago de una fianza de cinco millones de euros, el gurú tecnológico ruso quedó en libertad. Pero su detención ha levantado un fuerte debate sobre el funcionamiento de Telegram y la responsabilidad de las plataformas como Telegram en los contenidos que distribuyen o intercambian sus usuarios. Personalidades célebres del mundo de internet como Elon Musk o el periodista estadounidense Tucker Carlson no dudaron en salir en defensa de Durov, contra lo que consideran un nuevo ataque a la libertad de expresión.
Más privacidad, más delincuencia
Lo que nació como una aplicación exclusivamente dedicada a la mensajería instantánea, al estilo de WhatsApp, fue evolucionando con el tiempo a una especie de red social. Es en estos términos como se define la propia plataforma, que se ha hecho popular en todo el mundo por sus canales y grupos, más allá de por el intercambio privado de mensajes entre dos usuarios. En los canales, una lista de suscriptores recibe contenidos de la cuenta a la que siguen. En los grupos, todos los usuarios intervienen de la misma manera, según las reglas de cada administrador.
A diferencia de otros servicios como WhatsApp o Signal, Telegram no es una aplicación encriptada de extremo a extremo. Sólo ofrece esta posibilidad en los chats secretos si los participantes activan la opción. Esto significa que los servidores de Telegram tienen acceso a todo el contenido que comparten sus usuarios, a excepción de los secretos. En el caso de WhatsApp o Signal, al ser servicios completamente encriptados, una requisitoria de las autoridades sería en vano, porque no pueden acceder a los datos. Pero no en el caso de Telegram.
"Al principio era una red completamente segura, hasta que se sospechó que en Rusia comenzó a levantar barreras y le dieron al Kremlin la posibilidad de leerlo todo", dice Enrique Dans, profesor de Innovación y Tecnología en el Instituto de Empresa (IE). El movimiento que describe el experto contrasta con que Durov huyera de Rusia en 2014, cuando el Gobierno del país exigió acceder a contenido de usuarios –en concreto, de activistas ucranianos– en VK, el equivalente ruso de Facebook, también fundado por él.
"En ese momento, fue real, pero en los últimos años, Telegram ha tenido una política de acercamiento al Kremlin y, al contrario, de rehuir a las autoridades de países occidentales", dice Dans. "En el caso de las redes de Meta, por ejemplo, sucede al contrario: son colaborativos con gobiernos democráticos pero no suelen ceder su información si la requiere, por ejemplo, Arabia Saudí para investigar a personas homosexuales".
El hecho de que Telegram no sea un servicio completamente encriptado pone el foco sobre la plataforma: "Si depende de la compañía dar o no la información solicitada por las autoridades, la respuesta es sí, porque depende de la política de la empresa y de las leyes locales. En Telegram, al tener potencial acceso a los mensajes en sus servidores (siempre en los chats no secretos), podrían verse obligados a proporcionar los datos solicitados por la ley", dice por su parte Mario García, director general para España y Portugal de la empresa de ciberseguridad Check Point Software.
Bajo el pretexto de la cruzada personal de Dúrov por la libertad de expresión mundial, Telegram se ha ganado la fama de no tener una actitud colaborativa con las autoridades. Por ejemplo, en el caso de la pedofilia, es el único servicio de comunicación online que no reporta al Centro Nacional de Niños Desaparecidos y Explotados de Estados Unidos (NMEC, por sus siglas en inglés). Esto ha servido, de nuevo, para que pedófilos y otros delincuentes campen a sus anchas.
"Telegram ha sido criticado por no ser tan proactivo en la eliminación de contenido ilegal como otras plataformas. Esta percepción permite que los grupos involucrados en actividades ilegales operen más libremente en comparación con plataformas con políticas de moderación de contenido más estrictas", dice García al respecto.
Además, según García, "las políticas de moderación menos estrictas de Telegram significan que el contenido ilegal puede persistir más tiempo en la plataforma, lo que representa desafíos para las fuerzas del orden y los esfuerzos de ciberseguridad".
Pese a su no encriptación en términos generales, Telegram también cuenta con otras características que la hacen una red más permeable para este tipo de actividades ilícitas. Según García, a diferencia de sus principales competidores, además de contar con una moderación más laxa de los contenidos, la red rusa protege el anonimato y tiene una mayor "resiliencia contra la censura".
"El diseño de Telegram prioriza el anonimato del usuario, lo que facilita que los individuos operen sin revelar su identidad. Esto puede ser una ventaja para la privacidad legítima, pero también hace más difícil rastrear y detener a los ciberdelincuentes", dice García. "Las cuentas anónimas, los chats secretos y la capacidad de ocultar números de teléfono lo convierten en una opción fuerte para los usuarios preocupados por la privacidad", añade.
Por otro lado, dice que "la infraestructura descentralizada de Telegram le permite seguir operativa incluso en países donde está prohibida y que los usuarios puedan eludir las restricciones utilizando el soporte de proxy integrado, lo que dificulta que los gobiernos apliquen las prohibiciones de forma efectiva".
En resumen, el experto dice que las mismas características que hacen de Telegram un sistema que beneficia la privacidad "son las mismas que pueden ser explotadas por los ciberdelincuentes", convirtiéndola en una plataforma para potenciales conductas abusivas.
Responsabilidades
Tras la detención y los cargos formulados por la Justicia francesa contra Durov, Dans considera que una red como Telegram tiene una "responsabilidad pública igual que un medio de comunicación o una red social" con impacto en miles de usuarios.
"No es lo mismo un 'carrier' que una red social", indica el profesor. "Un 'carrier' es como un operador de telefonía; es como si dijéramos que el CEO de Telefónica tiene una responsabilidad porque dos delincuentes se comuniquen por teléfono sobre actividades ilícitas. Pero en el caso de Telegram, y por cómo ha evolucionado [hacia una red social], no podemos decir que sea meramente un 'carrier'", asegura.
En legislación española y europea, plataformas como Telegram tienen definidas las responsabilidades respecto de los contenidos que los usuarios generan y comparten. En el marco legal de la UE, en particular, bajo la Directiva de Comercio Electrónico y más recientemente, bajo el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) y la Ley de Servicios Digitales (DSA), las plataformas se consideran intermediarias y, por lo general, no son responsables del contenido creado por terceros, siempre que actúen con cuidado después de tener conocimiento real de las actividades ilegales.
Sobre esto, García, el experto en ciberseguridad, dice que la DSA "refuerza esta responsabilidad al exigir a grandes plataformas como Telegram que tomen medidas para reducir los riesgos asociados a la legislación sobre contenidos ilegales, así como a la desinformación y otras posibles violaciones".
Sin embargo, la ley también protege a las plataformas, ya que no están obligadas a monitorizar activamente todo el contenido, lo cual no es técnicamente posible y puede violar derechos fundamentales como la libertad de expresión y la privacidad.
"Por contra, las plataformas están obligadas a responder positivamente a cualquier aviso sobre contenido ilegal. Esto significa que, si Telegram recibe una notificación válida de contenido delictivo en su plataforma, debe actuar rápidamente para eliminar o desactivar ese contenido. Si no lo hacen, podrían ser considerados responsables tanto en España como en la UE", dice García.
Pese a que se puedan establecer responsabilidades sobre Telegram por actividades delictivas cometidas bajo su paraguas, Dans, por su parte, considera que "es una barbaridad detener a un CEO por lo que hacen los usuarios hacen en su empresa". "Durov podrá no haberlo hecho todo bien, habrá condiciones de colaboración con Rusia, pero acusarle de pederastia, emitir una orden de captura y detenerle al bajar de un avión es una exageración", dice.
El experto interpreta que la actuación de las autoridades francesas contra el fundador de Telegram "busca más bien intimidar a la plataforma para que esté abierta a colaborar sobre las comunicaciones de sus usuarios implicados en actividades ilícitas".