La historia tras Laura Boado, la nueva camarera de 'First Dates': se crió en un bar, jugó en Segunda...
EL ESPAÑOL habla con la gallega unos días antes de su incorporación al programa de Cuatro en sustitución de Lidia Torrent y Elsa Anka.
28 mayo, 2023 02:11First Dates tendrá próximamente dos bajas importantes en el staff del restaurante. La primera de ellas será Lidia Torrent, que después de seis años atendiendo a los comensales del espacio de Cuatro no volverá de su baja por maternidad para emprender nuevos proyectos.
Su sustituta todo este tiempo fue su madre, Elsa Anka, que tampoco continuará en el programa y será reemplazada por Laura Boado, exconcursante de la última edición de La isla de las tentaciones.
La gallega ha sido la elegida por Mediaset y la productora, Warner Bros. ITVP España, para ser la encargada de atender a los solteros que acudan a First Dates en busca del amor. Pero no ha sido una elección al azar, ya que Boado tiene una amplia experiencia en hostelería.
EL ESPAÑOL ha contactado la nueva camarera del programa para que cuente cómo fue su infancia en el bar de sus padres, sus problemas en el colegio por jugar al fútbol, y su incorporación al programa comandado por Carlos Sobera.
Una infancia entre cafés
Boado nació y creció en un humilde barrio de Santiago de Compostela hace 24 años, ciudad donde sus padres regentaban un bar. Su vivienda, ubicada en la parte superior del local, hizo que la gallega creciera entre los habituales del establecimiento familiar.
“Al criarme en un bar tuve suerte porque conocía a gente de todo tipo y de todas las edades. Hablaba y aprendía de todos”, afirma Laura recordando aquellos tiempos. “Me he pasado la vida en un bar porque, de pequeña desayunaba allí, luego me iba al colegio, me traía el autobús a comer también al local lo que hubiera de menú del día y, por las tardes, si no tenía que estudiar o que entrenar, también me bajaba para echar una mano o jugar una partida de cartas con los viejitos”, añade.
Pregunta.– Hábleme un poco sobre el bar de sus padres en el que se crió.
Respuesta.– Ellos siempre estaban en el bar trabajando, que era como mi casa. La hostelería es un oficio muy esclavo que te tiene que gustar mucho, como en mi familia, que es una vocación y una pasión porque, si no, se pasa mal. Siempre digo que ojalá todos los españoles estuviéramos un añito trabajando en hostelería porque es una cura de humildad tremenda y te hace valorar realmente lo que cuesta ganar cada euro.
P.– ¿Pero ya no tienen el bar?
R.– Ese no porque mis padres se separaron y me fui con mi madre, Filomena, a vivir a A Coruña. Ella y mi hermano mayor, David Boado, montaron en Arteixo un asador de carnes, Arde Lucus (Lucus es una fiesta de Lugo, de donde es su madre y lo de arde, por las brasas. Su plato estrella es el chuletón de ternera y cuenta con una clientela fiel que procede de las empresas que operan en el polígono de Sabón, sede de Inditex).
Cuando cumplí los 18 años empecé a trabajar allí con ellos y a poner copas para poder pagarme la carrera de Diseño de Moda en A Coruña.
P.– ¿Recuerda alguna anécdota que le haya ocurrido trabajando en hostelería?
R.– Sí, al principio me costó bastante aprender a llevar la bandeja y se me caía todo, tampoco sabía tirar bien las cañas, me salía sólo espuma (risas). También he trabajado en la cocina haciendo entrantes y postres y, la verdad, es que cocino bastante bien, pero no tengo esa pasión que tiene mi familia por la hostelería. Lo mío es más hobby, me gusta cocinar en mi casa porque me sirve para desconectar.
P.– ¿Cómo era de pequeña?
R.– Era una niña muy risueña y muy feliz, como ahora, aunque también un poco insoportable porque era hiperactiva. Tenía que estar siempre moviéndome, haciendo cosas y rodeada de gente porque si no, me aburría. Fui buena estudiante, pero hablaba mucho en clase. Estudié Letras Puras. Mi asignatura preferida siempre fue Historia, aunque el Latín y el Griego también me gustaban mucho.
Problemas por su afición al fútbol
La gallega comenzó en el mundo del fútbol a los 7 años, pero reconoce que no había muchas niñas con las que jugar porque “por aquel entonces era un deporte muy masculino. En las ciudades pequeñas no había equipos femeninos así que, con 7 años tuve que meterme a jugar en un equipo de chicos hasta los 14, que pasas a cadete, y ya no pude seguir con ellos”, reconoce.
Su experiencia al compartir equipo con otros niños en el equipo masculino le vino muy bien, ya que le sirvió para aprender a relacionase y a no dejarse avasallar: “A día de hoy tengo más amigos que amigas ya que, por gustos, suelo ser más afín a ellos”, señala.
“Cuando cumplí los 14 años se creó el primer club de fútbol femenino en mi ciudad, el C.D Conxo Santiago, y me ficharon. Allí jugaba los sábados al fútbol sala y los domingos al fútbol, siempre de portera”, recuerda Laura.
P.– ¿Cree que la realidad del fútbol femenino está cambiando y mejorando?
R.– Sí, con el Balón de Oro de Alexia Putellas y el esfuerzo de muchas otras jugadoras creo que está mejorando poco a poco la situación. Por desgracia, es un deporte que lo ve mucha menos gente que el fútbol masculino y, claro, su repercusión es menor, pero cada vez veo a más niñas pequeñas que juegan al fútbol, que tienen ilusión…
Sin embargo, recuerdo cuando yo era pequeña que me hacían bullying porque iba al cole o al instituto en chándal ya que tenía que irme a entrenar después. Me llamaban choni o marimacho, pero me alegra mucho saber que eso ha cambiado. Yo puedo ir en chándal a entrenar, pero después me pongo un vestido y unos tacones y soy igual de femenina o más que cualquier chica que no juegue al fútbol.
P.– ¿No se planteó ir a Estados Unidos donde el fútbol femenino es mucho más reconocido que en España?
R.– Sí, sí que me lo planteé, pero necesitaba una buena beca y no la tenía. Suena mal, pero o tienes dinero o estás un poco jodido. Para que te den una beca que merezca la pena tienes que ser muy buena en los estudios y muy buena en el deporte y, sobre todo, tener la suerte de que te vean.
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P.– Sus aficiones son, aparte del fútbol, la hostelería y la moda, ¿podría citar alguno de sus referentes en estos ámbitos?
R.– En cocina, recuerdo ver de pequeña muchos libros en mi casa de grandes chefs como Arguiñano o Berasategui. Sin embargo, creo que me decantaría por este último, por Martín Berasategui, aunque también me encanta Jordi Cruz.
En la moda tengo varios referentes, pero creo que elegiría a Rihanna porque creo que es una mujer muy polifacética, me parece referente mundial tanto como cantante como en el mundo de la moda y el maquillaje.
En el fútbol, diría que Vero Boquete (actualmente juega en Italia, en la Fiorentina, pero ha pasado por el Espanyol, Bayern de Múnich, Paris Saint-Germain o Milan, aparte de ser desde febrero de 2015 embajadora de la UEFA para el desarrollo del fútbol femenino). La conozco de Santiago, era vecina mía, y me parece admirable su carrera: tuvo que irse de su casa siendo muy joven y pelearlo mucho. Las chicas lo tenemos mucho más complicado en este mundo.
P.– ¿Cómo era su día a día antes de entrar en La isla de las tentaciones y ser conocida?
R.– Cuando acabé la carrera de Diseño de Moda entré a trabajar en Inditex y mi día a día era como el de cualquier persona. Me levantaba y me iba a hacer mi jornada laboral hasta las 6 de la tarde, luego salía y me iba a entrenar al gimnasio.
Quería que el fútbol fuese mi futuro, pero me lesioné de la clavícula. Al final, te vas haciendo mayor, necesitas dinero y, por desgracia, el fútbol femenino no lo da. Yo estaba jugando en la Segunda División femenina y necesitaba invertir mucho tiempo en entrenar y en jugar, pero no me daba apenas rédito económico. Es triste, pero es así.
P.– ¿Cuál fue el motivo por el que decidió ir a La isla de las tentaciones?
R.– La televisión no ha sido un objetivo en mi vida. Estaba enfocada en la moda, que es lo mío y lo que me gusta, pero me dieron la oportunidad de ir a ese programa y, como creo que todo pasa por algo, no quería quedarme con la espinita de no haber vivido esa aventura.
Creo que fui a La isla de las tentaciones porque tenía que acabar en First Dates. Es lo que siento. Mi balance personal de mi paso por ese formato es muy positivo, para mí y para todo el mundo que vaya, pese a todo lo que se ve. Hay muchos prejuicios con ese programa y no es así, es algo positivo. Cuando salí de ahí me di cuenta de lo que quería, de lo que no quería y como enfocar mi vida.
Su fichaje por 'First Dates'
Este lunes, 29 de mayo, Boado se incorporará al staff de First Dates capitaneado por Carlos Sobera y también integrado por Matías Roure y las gemelas Cristina y Marisa Zapata para acompañar a los solteros a sus mesas en las que intentarán encontrar el amor. Su labor también será atenderles durante su velada, intentar calmar los nervios de los que se acerquen a su cita con cierta inquietud, y ser partícipe de sus primeras impresiones.
“Es un sueño para mí estar en un programa como este, lo sigo desde su estreno. Tengo ganas de aprovechar esta oportunidad increíble que me han dado para crecer personal y profesionalmente en un programa que me encanta”, confiesa la camarera.
P.– ¿Qué supone para usted haber fichado por First Dates?
R.– Estar en First Dates es una auténtica locura, no me lo esperaba para nada. Estoy súper contenta, súper ilusionada y súper agradecida. Tenemos un equipazo con el que es muy fácil trabajar. Es una gran oportunidad que voy a saber aprovechar. Si no hubiera salido en La isla de las tentaciones no me habrían visto y no habría tenido la oportunidad de optar a First Dates, seguiría en A Coruña haciendo mi vida con el tema de la moda.
P.– ¿Cuál fue su reacción cuando te ofrecieron ser camarera de First Dates?
R.– Que era una pasada. La verdad es que todo el equipo me ha acogido muy bien, están siendo todos unos compañeros de diez. Estoy viviendo una experiencia increíble y en la vida pensé que acabaría aquí. La proposición me sorprendió totalmente, pero para bien. Creo que he tenido mucha suerte de que hayan visto algo en mí que yo misma ni había visto. Estoy muy feliz.
P.– ¿Eras seguidora del programa?
R.– Sí, claro. Veo First Dates desde que iba al instituto, allí lo comentaba con mis compañeros de clase y lo veía en casa con mi madre. Se me hace muy raro haber sido espectadora y ahora estar en el programa. Es un formato que creo que todo el mundo ha visto alguna vez en su vida.
P.– ¿Ha comprobado que lo que veía en la televisión es real?
R.– Sí, totalmente. Lo que más me gusta es ver que la gente, cuando viene aquí, conectan entre sí y se enamoran de verdad. Eso es muy bonito porque desde casa no sientes esa pasión de verlo en vivo y en directo.
P.– ¿Qué comensales de los que ha atendido te han llamado más la atención?
R.– Pues me quedo con una pareja muy mayor, un señor de 90 años y una señora de 80 y tantos que tuvieron una cita preciosa. Pude ver perfectamente como conectaron y es que al final la gente mayor no está para perder el tiempo, son muy directos y enseguida saben si para adelante o no.
P.– ¿Le da miedo que su primera experiencia en televisión sea en un programa tan veterano?
R.– Impone un poco, pero es que a esta vida venimos a jugar, no hay miedo. Es verdad que es un formato muy top, con mucha audiencia, pero si han apostado por mí es por algo y quiero demostrar con creces que valgo para esto haciéndolo lo mejor que pueda.
P.– ¿Teme a las críticas?
R.– En este país somos así, siempre habrá alguien que hable mal de ti, así que yo me quedo con lo que dicen mi familia y mis amigos. El resto pueden comentar lo que quieran porque no me conocen de nada, sólo de verme un rato en la televisión y no saben cómo soy, cómo lo he pasado, todo lo que hay detrás, como para estar machacando a una persona psicológicamente de esa manera.