Matías Roure, el argentino de 'First Dates' que llegó a Alicante con 22 años: DJ, puerta, surfero y barman
El camarero argentino del progama de Cuatro prepara a diario las bebidas de los comensales que acuden al programa en busca del amor.
17 abril, 2022 01:31Noticias relacionadas
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Lleva seis años preparando mojitos, cócteles, poniendo copas de vino o cervezas a las personas que visitan First Dates con la esperanza de encontrar pareja. Pero Matías Roure, aparte de su dilatada experiencia detrás de una barra es mucho más que un barman, pues ha trabajado en la seguridad de discoteca o ha sido de gogó. El argentino también es DJ, surfero, vegetariano y un friki de la vida.
En el sexto aniversario del programa, Roure prepara para EL ESPAÑOL su cóctel del amor, margarita de granada, celebrando la longevidad de un espacio donde el romanticismo y sus comensales son los protagonistas, pero que no funcionaría sin el barman, Carlos Sobera, Lidia Torrent y las gemelas Cristina y Marisa Zapata.
Nacido en Córdoba (Argentina) a escasos metros del estadio de uno de los equipos de su ciudad, Instituto, recuerda que en su infancia era un enamorado del deporte rey y, aunque en su país Maradona es el ídolo indiscutible, cuando él jugaba, su estilo se parecía más al de Gabriel Batistuta: “De delantero que se pelea con las defensas”.
—¿Cómo fue su infancia y juventud en su país?
—Mi hermana me envió hace poco una foto por su cumpleaños donde aparecemos los dos juntos a nuestra otra hermana brindando y eso me hizo recordar que fui un niño muy alegre, con mucha energía y bastante travieso. Siempre tuve muchas ganas de descubrir el mundo y dicen que era, y sigo siendo, muy intenso. En esto últimos meses de mi vida estoy intentando conectar cada vez más con ese niño que fui y me está transmitiendo su alegría de vivir, de enfrentar cada nuevo día como una aventura. Pero creo que se me está yendo de las manos (risas).
Hago surf desde hace un par de años y, de alguna manera, ese deporte me ha llevado al pasado, a la infancia. Dicen que el cuerpo tiene memoria y las posturas musculares del surf me recordaban a las del skate que practicaba de pequeño, que es lo mismo que surfear, una cosa es en el asfalto y otra, en el agua. Destrocé tantas tablas intentando hacer trucos y saltos que mi madre me dijo que ya no me compraba más y me quedé sin monopatín.
El Matías de aquella época de Córdoba es la persona que soy hoy en día: Alegre, feliz, con mucho entusiasmo, con una vitalidad muy grande, con ganas de vivir, de descubrir y volar.
—¿Quiénes eran sus ídolos de pequeño?
—Como buen argentino el fútbol es mi gran pasión, me ha hecho muy feliz y Maradona fue mi primer referente, es el ídolo de todos. Soy de 1983, recuerdo ver con mi padre el Mundial de México del 86 cuando ganamos la Copa del Mundo y llorar de felicidad y alegría. Mira que tenía tres años, pero tengo imágenes muy claras en mi memoria de aquello.
A lo largo de mi vida he cambiado mucho de pasiones, pero el fútbol fue mi primer gran amor. Jugué mucho, pero lo tuve que dejar porque no podía compatibilizar los estudios con los entrenamientos del equipo. Era un 9 insoportable en el área, volvía locos a los defensores, era como Batistuta, delgado, alto y corría muy rápido. Tenía todo el potencial. El deporte rey me dio muchas satisfacciones.
—¿De qué equipo era?
—Aunque Talleres y Belgrano son los equipos más fuertes de Córdoba, luego está Instituto, y yo vivía a cinco calles del estadio. Incluso jugué en las categorías inferiores de Instituto y cuando entraba al campo nunca me cansaba, corría todos los balones y solo quería meter goles.
De Argentina a Alicante
Roure reconoce que decidió dejar su país para venir a España por el motivo por el que se vienen muchos de sus compatriotas, para escapar de la incertidumbre, de la inseguridad y buscar una mejor vida. Primero fue a Alicante donde tiene unos familiares ya que “dentro de todo lo desconocido tenía algo a lo que agarrarme, luego la vida me trajo a Madrid”, recuerda.
—¿Qué empleos tuvo en su país y en España antes de aterrizar en televisión?
—Empecé muy joven a trabajar como personal de seguridad en Argentina, con 18 años. A los 22 me vine a España y empecé como relaciones públicas en Alicante, luego como camarero y coctelero. Me trasladé a Madrid y seguí de detrás de la barra en varias discotecas, como Kapital.
He hecho casi de todo dentro de una discoteca: Puerta de seguridad, camarero, coctelero, relaciones públicas, limpieza, gogó… solo me faltaba DJ y ahora se me ha abierto esa puerta con un amigo que me está enseñando el oficio y estoy disfrutando como un niño pinchando música. Le recomiendo a todo el mundo que lo pruebe, poder trasmitirle a la gente toda tu vibración y energía a través de la música es brutal.
Todavía no me he atrevido a pinchar delante de nadie, pero está al caer, es cuestión de tiempo que me pongan aquí unos platos en la barra de First Dates y empiece a pinchar canciones. También he trabajado como entrenador personal, pero fue justo antes de empezar en el programa y lo dejé por la televisión.
—¿Volverá a Argentina?
—Sí, pero solo de visita. Siempre que puedo voy, tengo a mi padre, a mi familia y a grandes amigos allí. Además, desde hace cinco años soy vegetariano, así que el asado típico de allí no lo cómo, aunque a veces hago excepciones, pero estoy muy mentalizado con el tema de la alimentación. Tengo una energía y una vitalidad desbordantes, creo que en parte se debe a ello.
En la carta de First Dates tenemos siempre varias opciones vegetarianas y veganas, las piden muchísimos comensales porque el mundo está cambiando la perspectiva, y eso está muy bien.
—Aparte del surf o la música: ¿Qué otras aficiones tiene?
—Soy un friki de la vida, Carlos Sobera me dice que deje los libros de autoayuda, pero yo estoy decido a saborear cada instante, por pequeño que sea. Disfrutar de la vida es una afición y yo soy aficionado a los detalles que nos brinda, como ver el mar, escuchar los pájaros, tener una charla con mi madre y que se me salten las lágrimas de alegría… estoy viendo cosas que antes pasaban delante de mí sin que les prestara atención, dándolas por sentado y ahora intento disfrutarlas. No quiero vivir más con los ojos tapados, quiero vivir el momento.
6 años en el bar de 'First Dates'
El 17 de abril de 2016, Cuatro estrenaba un programa de citas a ciegas donde comensales de toda España acudían a cenar, conocerse y, si se gustaban, volver a quedar sin cámaras delante. Poco a poco, gracias a su originalidad, su presentador (Carlos Sobera), su staff (Lidia Torrent, las gemelas Cristina y Marisa Zapata, Matías Roure) y sus numerosos visitantes, First Dates (producido por Warner) se afianzó en la parrilla del canal de Mediaset hasta convertirse en uno de los más longevos de su historia.
First Dates ya ha recibido en estos seis años a más de 15.000 comensales (sin ningún tipo de distinción de género, preferencia sexual, raza o edad) que han protagonizado más de 7.500 citas; de ellas, un 50% aproximadamente han dicho sí a un segundo encuentro con la persona que han conocido en el programa y un 98% han afirmado que volverían al espacio de Cuatro, de donde han surgido siete bodas, ocho bebés y uno, que está de camino.
Las audiencias también refrendan su éxito ya que esta temporada el programa registra una media del 7,3% de cuota de pantalla (1.138.000 espectadores) en sus emisiones de lunes a jueves, dato que se eleva al 8,3% en target comercial.
—¿Esperaba que First Dates llegara a los seis años de emisión? ¿Qué balance hace?
—Tenemos ya un niño de seis años al que tenemos que cuidar y mimar más que nunca. Es maravilloso, estoy muy contento, First Dates ha sido mi primer proyecto y mi primera oportunidad televisiva y seis años después aquí sigo, dándolo todo y disfrutando como el principio. Lo que me sorprende es que sigo cada día aprendiendo de la gente.
—A este restaurante acude gente muy peculiar, ¿destacaría a alguien que le haya llamado especialmente la atención?
—Por la calle me preguntan siempre si de verdad las personas que vienen a First Dates son así de peculiares o están actuando. La respuesta es que sí, son así y a mí me parece maravilloso. Esa diversidad, que algunos llaman rareza, es lo que enriquece la vida, lo que aporta y enseña cosas nuevas. La bendición de aceptar, comprender y respetar que hay personas muy diferentes a uno mismo es maravillosa. Gracias a todas esas personas peculiares, raras, diferentes, aunque yo las llamaría maravillosas, First Dates está cumpliendo hoy seis años y festejando.
Fíjate lo como son las personas, el otro día entró un comensal al que yo no conocía de nada y me hizo saltar lágrimas de alegría porque fabricaba árboles de alambre que me recordaron a mi abuela ¡Eso es magia! Lo que más ternura me produce son las personas mayores, son magníficas, no tienen filtros y cuando algo no les gusta se les nota en la cara automáticamente. Tú vas a la mesa a verles y hay una especie de burbuja, pero es que luego se van adaptando el uno al otro según se va desarrollando la cita.
Vienen también a First Dates muchos artistas, músicos, gente muy creativa, gente profunda que ha tenido una vida muy complicada y, a pesar de ello, vienen aquí con la cabeza bien alta y dispuestos a seguir adelante, eso lo valoro muchísimo. Si tengo que quedarme solo con un comensal en concreto, hay uno del que no me voy a olvidar en la vida, vino hace unos años, se llamaba Platania.
—Con la experiencia de seis años de programa: ¿Ya tiene la intuición desde el primer momento de si una pareja va a funcionar o no?
—Sí, me he vuelto un experto. Lo veo rápido en la mirada de las personas, no acierto al 100%, pero casi. Solo con la mirada puedo saber si hay o no una compatibilidad, no necesito que hablen entre ellos para darme cuenta de lo que está ocurriendo ahí.
—¿Cómo han sido las grabaciones después de la pandemia?
Seguimos estrictamente todas las normas anti-Covid, hacemos test, controles de temperatura, etc. Poder trabajar en un restaurante sin mascarilla es un lujo hoy en día. Algunos comensales, con la excusa del Covid, no se besaban, pero he comprobado que es porque realmente no se gustaban desde un principio. Eso sí, todos pueden estar tranquilos, First Dates es el restaurante del amor y aquí no dejamos que entren virus. No hay pandemia que frene al amor (risas).
—¿Cómo es su día a día en el programa?
—Mi día a día es maravilloso porque yo First Dates no me lo tomo como un trabajo, cada persona que viene al programa me enseña algo así que yo me lo tomo como una oportunidad de aprendizaje, de diversión y de reinventarme. Intento entregar lo mejor de mí mismo y cargarme con todo lo que me entrega la gente. El barman está siempre con una sonrisa y dispuesto a quitarle los nervios a todo el que entra por la puerta. A veces veo tan nerviosos a los comensales que me dan ganas de abrazarles.
Es verdad que la gente se ha vuelto muy exigente y llega al programa con unas expectativas que si no se cumplen se frustran. La lista de requisitos en ocasiones es demasiado larga y compleja, pero creo que una cita a ciegas hay que afrontarla siendo más abierto, dispuesto a descubrir, sin tantas ideas preconcebidas.
El cóctel del sexto aniversario
Para celebrar los seis años de emisión, Roure ha elegido un cóctel muy especial, margarita de granada, que se prepara con hielo picado en la coctelera y mojando el borde de la copa con zumo de lima para que se pegue la sal. Sus ingredientes son tequila, Cointreau, lima o limón y el componente estrella, zumo de granada, realizando “un cóctel poderoso”, como lo califica el barman al prepararlo.
Pero, sin duda, la bebida más solicitada del programa es el mojito. De las ocho citas diarias que graba el programa, cinco lo piden como bebida principal para su velada, y nunca falla. Pero también piden cerveza, vinos, algún cóctel diferente, no obstante, el mojito es el campeón: “Me gusta mucho cuando me dicen que les sorprenda con la bebida, ahí ya pongo mi creatividad en funcionamiento. Mis favoritos son los cócteles con cítricos y con zumos tropicales”, reconoce el barman.
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