El caso único de Beatriz Flamini: 500 días metida en una cueva para ver cómo reacciona el cuerpo
La deportista ha pulverizado los récords mundiales de permanencia sin contacto con el exterior en una cueva y saldrá de ella este viernes.
12 abril, 2023 03:05La mujer lleva 500 días sola en una cueva, en Granada, a 80 metros de profundidad. La oscuridad es absoluta. Son, por tanto, 500 días... en una noche eterna. Desde hace mucho, mucho, no tiene noción del transcurso del tiempo. En los vídeos que se ha ido grabando y enviando al exterior sin recibir respuesta ha explicado que el tiempo "no pasa: son siempre las cuatro de la mañana".
No ha mantenido contacto alguno con el exterior, no tiene reloj ni ninguna referencia temporal. Su estancia, todo un hito deportivo en resistencia física y mental, culmina este viernes, cuando se cumplen esos 500 días. Beatriz Flamini Castañeda saldrá de la cueva, y se convertirá en la persona que pulverice todos los récords mundiales de permanencia en aislamiento.
A la cueva, que se encuentra en Granada, entró con 48 años y saldrá con 50. Cuando esta deportista madrileña inició su gesta, aun eran obligatorias las mascarillas y no había tenido lugar la guerra de Ucrania. Beatriz desapareció en el agujero de entrada el sábado 20 de noviembre de 2021 y saldrá por él este viernes 14 de abril de 2023.
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"Por primera vez, (el proyecto) Sola y en autosuficiencia cuenta con un gran equipo técnico y humano al frente de la asistencia y de la seguridad de esta experiencia deportiva. Sin ellos, nada de esto está siendo posible. Nos leemos de nuevo en abril/mayo del 2023" dejó escrito en su Instagram.
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Varios meses antes de entrar, la maquinaria que ha facilitado este reto deportivo se puso en marcha. La Federación Andaluza de Espeleología contactó con David Reyes, del Club de Espelelogía de Motril (Granada), para que éste recomendara una cueva que reuniera las condiciones en la que llevar a cabo este desafío extremo. "En octubre, Beatriz vino a verla y le dio el ok", cuenta a EL ESPAÑOL.
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Él y otros 12 compañeros asesoraron en cuanto a qué iba a necesitar instalar, como placas solares que le proporcionaran electricidad y que posibilitaran un sistema antipánico, "por si necesitara asistencia urgente en caso de peligro o accidente". El sistema, al activarse, genera una alarma que saltaría en los teléfonos móviles de todo el equipo. Quien ha velado por la seguridad de la gesta en la cueva ha sido David Reyes.
Su estancia, patrocinada por varias empresas, se ha llevado en el más absoluto secretismo por motivos de seguridad. Ha tenido conexión a internet para poder enviar información al exterior, pero no para poder recibirla. Se ha grabado vídeos dirigidos al equipo que la ha estado asistiendo y que formarán parte de un documental sobre su experiencia extrema, producido por Dokumalia. Especializada en cine documental y televisión en contextos extremos, outdoor y naturaleza, sus trabajos se han proyectado en Discovery Max, La 2 de TVE o Mega.
El director de Dokumalia, Dani Salas, quien comenzó su andadura en el recordado Al filo de lo imposible, cuenta a EL ESPAÑOL que "para mí, las cuevas son mucho más hostiles que la montaña, porque es mucho más difícil salir por tus propios medios que de una montaña".
-¿Y cómo ha visto a Beatriz?
-Bea es una superviviente. Es una mujer muy dura, que tenía muy claro que podría aguantar ese tiempo dentro de la cueva. Tiene la entereza para aguantar, y me da la sensación de que cuando salga va a estar en mejores condiciones de las que esperamos.
Cada "20 ó 30 días" el equipo de espeleólogos le ha ido dejando agua y comida en un punto, y ella ha ido a recogerla "cuando ha calculado, porque ha perdido la noción del tiempo. Si necesitaba café, pues dejaba una nota y se lo llevábamos". Para matar ese tiempo que Beatriz no puede calcular en su noche eterna ha leído libros de filosofía, espeleología, exploraciones, a Julio Verne, o a Nietzsche.
"Cuando nos dijo por teléfono que iba a hacer lo que iba a hacer, nos miramos porque pensamos que no iba a lograrlo. Pero cuando la tratamos, antes de que entrara, ya sabíamos que lo iba a conseguir". Advierte David Reyes que "no hay nada parecido en el mundo hasta la fecha".
El único precedente, en aislamiento absoluto, fue el de Miguel Mataix, un español que permaneció aislado 21 días en Sima Simarro (Alicante) en 1965. Fue récord europeo de permanencia en el interior de una cueva, con 502 horas y 40 minutos. Mauricio Montalbini, un italiano, se recluyó en la cueva Grota del Vento en Gengaen, en los Apeninos, entre el 14 de diciembre del año 1986, y el 12 de julio de 1987. Pasó 210 días, pero se comunicaba con el exterior con el código morse. En octubre del año 2006 entró en Grotta Fredda (Acquasanta Terme, Italia), y pasó 216 días.
El récord lo ostenta el serbio Milutin Veljkovich, que pasó 463 días en la cueva de Samar, en la antigua Yugoslavia. "Pero claro, hablaba cada diez días con la prensa, tenía reloj de pulsera y en la pared... no tuvo aislamiento ni social ni temporal", comenta David.
Investigación científica
La comunidad científica se ha involucrado al máximo en la hazaña deportiva de Beatriz, dentro de un proyecto denominado Time Cave (la cueva del tiempo). ¿Y por qué hay interés? Porque no existen apenas estudios sobre los procesos de adaptación por los que ha pasado Beatriz ni sobre cómo cambiará desde el punto de vista neuropsicológico, por la desconexión temporal y por vivir tanto tiempo en la más completa soledad y oscuridad.
Lola Roldán, profesora titular de Neuropsicología de la Facultad de Ciencias de la Salud de Almería, detalla que han estado trabajando grupos de investigación de Neuropsicología Clínica y Experimental e Investigación en Ciencias Sociales y de la Salud. Lo han hecho "con el objetivo de valorar los posibles cambios neuropsicológicos y cognitivos que han conllevado este tremendo desafío: la soledad, la ausencia de luz, el aislamiento cognitivo y social... y el conjunto de factores que han llevado asociados este reto de 500 días".
Previa a la entrada a la cueva, a Beatriz Flamini se le realizó una valoración exhaustiva de la corteza cerebral y sus funciones cognitivas, "asociadas a través de pruebas neuropsicológicas clínicas y experimentales y de software, desarrollado por nuestro equipo, para la valoración de altas capacidades de razonamiento y memoria semántica".
Julio Santiago, del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento de la Universidad de Granada, ha sido quien ha liderado la parte científica centrada en "cómo afecta el aislamiento social y la desorientación temporal extrema a la percepción del tiempo". No existen estudios previos de tal calibre, aunque sí de experiencias similares de menor duración. "La desconexión de claves temporales, como los ciclos de luz y oscuridad, los relojes o calendarios, produce cambios muy importantes en los ritmos circadianos de la persona".
Se sabe porque se han documentado aumentos importantes de la duración objetiva de los días, aunque no en procesos tan largos como el de Beatriz. En ellos, la persona "experimenta como un día duraciones que llegan a alcanzar 4 días reales". Para esta experiencia, la Universidad de Granada desarrolló una serie de tests computerizados que Beatriz ha ido realizando en estos 500 días y que hará también una vez que salga.
Kronohealth es una empresa de base tecnológica o spin-off del laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia que también ha colaborado en este estudio científico. Se han centrado en "estudiar los ritmos circadianos y el sueño de Beatriz bajo las condiciones excepcionales en las que se encontraba. Se sabe que nuestro reloj interno, el sistema circadiano, genera de forma autónoma ritmos biológicos de aproximadamente 24 horas, en las que se encuentra el ciclo sueño-vigilia y fluctúan las funciones fisiológicas, hormonales o neurocognitivas" a lo largo del día y la noche.
Estos ritmos endógenos no son de 24 horas exactas, porque "nuestro sistema circadiano debe sincronizarse cada día con el ciclo ambiental de luz-oscuridad. La luz es el principal sincronizador circadiano, aunque también existen otras señales sincronizadoras como los horarios de comidas, interacciones sociales u horarios de actividades. Las condiciones de aislamiento en las que se ha encontrado Beatriz han supuesto una desconexión total del reloj circadiano endógeno respecto de cualquier pista temporal externa, "lo que nos permite estudiar el funcionamiento autónomo de su sistema circadiano en curso libre".
Para realizar este estudio, Beatriz llevó durante dos semanas un dispositivo en la muñeca que registraba sus ritmos de actividad física, temperatura corporal periférica (considerada un marcador circadiano de gran fiabilidad), y la luz artificial que pudiera utilizar durante sus actividades en vigilia". A partir de estos datos se obtuvo un registro de sus periodos de actividad y reposo y se puede estimar con gran precisión la duración, horarios y calidad de su sueño.
Preparación física
Marta García y David de Antonio han sido los preparadores físicos de Beatriz para afrontar este reto, y quienes les han indicado qué ejercicios podía hacer para mantenerse durante su confinamiento subterráneo. Dada las dimensiones de la cueva -dos pasillos estrechos y una sala de entre 3 y 4 metros cuadrados- no ha podido hacer ejercicio cardiovascular: tan sólo los ha podido hacer de fuerza.
David la conoce "desde hace 30 años", pues fueron compañeros de universidad. Antes de la pandemia se preparó para otra gesta de resistencia deportiva en soledad recorriendo Mongolia, "que era muy peligrosa y muy extrema", y que quedó aparcada por la covid-19. Sostienen que actualmente, "retos novedosos, cada vez quedan menos. Y este es uno de esos retos novedosos".
"No es una novata", cuenta David. "Tiene mucha experiencia. Es algo duro, porque los seres humanos somos sociales. Lo que ha hecho es un reto psicológico. Porque cuando no eliges, no te queda otra. Pero si lo eliges, como lo ha hecho ella, lo difícil es no abandonar y aguantar la motivación. Y hay que hacer todo eso sin luz, sin ciclos circadianos, que lo llevamos en el ADN, y con el reloj biológico alterado".