La verdad del abuelo de Iglesias: iba a ser fusilado y acabó en el Ministerio de Trabajo falangista
A Manuel se le acusó sin pruebas fehacientes de participar en el asesinato de un marqués. Un franquista y un cura le sacaron de prisión y lo enchufaron.
26 enero, 2020 02:25Noticias relacionadas
En cumplimento a su respetado escrito de fecha 7 del actual, Nº 9745, en el que interesa la detención del natural de Almendralejo, ÁNGEL MEDEL CARRERA, tengo el honor de participar a V.S. que, según los informes adquiridos, dicho individuo fue ejecutado en esta Plaza el día 31 de julio del año 1940.
Dios guarde a V.S. muchos años
Mérida, 12 de Abril de 1943
El Comandante de Puesto
Pudo ser él, pero se libró. El nombre que figura en el informe, el de Ángel Medel -con el “fue ejecutado”, subrayado-, fue el de uno de los nueve encausados y condenados a muerte por el asesinato de Joaquín Dorado y Rodríguez, marqués de San Fernando, y Pedro Ceballos Zúñiga en 1936. Otro de los nombres que figuraba en la causa era el de Manuel Iglesias Ramírez, también condenado a muerte y abuelo paterno del actual vicepresidente segundo y secretario general de Unidas Podemos, Pablo Iglesias.
Pero corrió mejor suerte que su compañero. En otra misiva remitida por un juez militar de Madrid, firmada en 1943, se lee lo siguiente: “Tiene inmediata libertad, recluso procedimiento 12851, Manuel Iglesias Ramírez”. ¿Qué pasó entre medias? EL ESPAÑOL ha tenido acceso al sumario del juicio contra Manuel Iglesias. Entre papeles firmados por la Gracia de Dios, España y la Revolución Nacional-Sindicalista se encuentran los testimonios contra él, los informes de su participación en la Guerra Civil y todos los datos que llevaron a que terminara condenado y en la cárcel, aunque se libró del paredón también casi por la Gracia de Dios. Pero cada cosa a su tiempo.
Nacido en Villafranca de los Barros (Badajoz) en 1913, Manuel Iglesias se formó con los jesuitas y acabó estudiando Derecho en Sevilla. Actuó como secretario en varios tribunales militares, llegando a presidir uno de ellos y, cuando acabó la Guerra Civil, fue apresado y condenado a muerte. Iba a ser uno de los tantos que fueron purgados en los años posteriores a la contienda. Pero fue absuelto.
Sorprendentemente, un año después de su puesta en libertad encontró un puesto en el Ministerio de Trabajo, regido entonces por el falangista de línea dura José Antonio Girón. Durante aquellos años fue escalando socialmente y llegó a trabajar en la llamada Casa Sindical, en el madrileño Paseo del Prado.
El edificio fue sede del Sindicato Vertical y es donde ahora se ubica el Ministerio de Sanidad, donde Iglesias (nieto) tiene su despacho de vicepresidente social. De hecho, el edificio es ahora una suerte de fortín del ala más izquierdista del Gobierno de coalición, ya que también tiene su oficina ahí Alberto Garzón, ministro de Consumo. Pero cuando Pablo Iglesias entra por la puerta del Ministerio, no es el primero de la saga que lo hace. Ya lo hizo su abuelo, que tiene una de esas historias que ya no existen.
“Casado bajo las leyes marxistas”
Madrid, 7 de noviembre de 1936. El intento de golpe de Estado de Francisco Franco falló y la guerra lleva ya unos meses desangrando el país. En el primer piso de la calle del Prado número 20, el marqués de San Fernando, Joaquín Dorado y Rodríguez y su cuñado Pedro Ceballos son sacados violentamente de su casa por un grupo de milicianos republicanos e introducidos en un automóvil. No se supo más de ellos hasta que se confirmó que habían sido ejecutados en la pradera de San Isidro.
Así es el relato que se puede leer en la denuncia, interpuesta tras acabar la guerra por María Ceballos Zúñiga, esposa de Joaquín y hermana de Pedro. En ella, cuenta que una señora llamada Eulalia Lemus Morán, natural de Villafranca de los Barros, conoce a todos los milicianos. La segunda declaración recogida en el sumario es directamente la de la propia Eulalia y ahí empiezan a aparecer por primera vez los nombres señalados. “Tiene noticias de que había sido asesinado el marqués de San Fernando y su cuñado, por habérselo dicho su pariente Manuel Iglesias Ramírez”, se puede leer en el atestado de su declaración. Ya estaba señalado.
Manuel Iglesias y el resto de implicados en este suceso, también los asesinados, se conocían de haber vivido en la localidad de Villafranca de los Barros. Ahí, y también cuando se mudó a Madrid, el abuelo de Pablo Iglesias empezó a participar en distintas actividades marxistas y llegó a ser presidente de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), teniendo un papel protagonista en numerosas huelgas. Al estallar la contienda se involucró activamente con las milicias republicanas, dándoles armas, participando en mítines y locutando discursos de aliento por la radio para los soldados en el frente.
Los años posteriores a la Guerra Civil, con la victoria del bando nacional, todo aquel que no hubiera secundado a Franco durante la contienda se convertía automáticamente en sospechoso. La Ley de Responsabilidades Políticas, aprobada en febrero de 1939, sirvió para purgar no sólo a los que hubieran colaborado con la República sino también a aquellos que hubieran mostrado una pasividad “grave”. Con esa norma empezaron las purgas de la posguerra y los campos de concentración, a través de juicios con escasas garantías.
Prueba de la parcialidad de los encargados de la Justicia es que, en un informe sobre Manuel Iglesias, el delegado local de Información e Investigación de Villafranca de los Barros cuenta que Manuel conoce a todos los implicados y “ha contraído matrimonio en la zona roja bajo las normas del marxismo”. Es difícil saber con exactitud qué viene a significar esto. Será, como mínimo, que el matrimonio es bajo régimen de gananciales.
Esta falta de garantías y el claro sesgo ideológico detrás de todas las pruebas, hace difícil creer las evidencias que se aportan contra Manuel Iglesias. Además, el librarse de la cárcel después de haber matado a un marqués era algo difícil incluso para los amigos de Franco. Manuel no era amigo del generalísimo pero sí del clero y algunos falangistas de Villafranca de los Barros, elevados a autoridad competente tras la victoria nacional, que intercedieron para salvarle la vida.
Las ‘pruebas’ contra Manuel
Con el foco ya puesto sobre él y sobre su pasado, y una vez apresado, Manuel Iglesias lo tenía complicado para salir indemne de la causa. En el sumario al que ha tenido acceso este diario hay numerosos informes de autoridades locales que le sitúan en el centro de todo lo que pasó, asegurando incluso que fue él quien ordenó el asesinato del marqués y su cuñado.
Se sabe por confidencias de personas residentes en Madrid que el informado (Manuel Iglesias) fue el causante de la detención y muerte del Sr. Marqués de San Fernando y de D. Pedro Ceballos Solís, ya que al siguiente día de la detención se personó en la casa de los detenidos haciendo la pantomima de que cuánto había sentido lo sucedido.
(...)
Posteriormente, los familiares o servidumbre de los citados señores fueron al domicilio de ‘Revertino’, que así se apoda el informado, al objeto de averiguar sus paraderos, despachándolos este en forma impetuosa y diciéndoles, al mismo tiempo, que ya sabrían que habían sido fusilados en la pradera de San Isidro. Este sujeto es de pésimos antecedentes y reo de cuidado.
El que firma esto, esta vez, es el alcalde de Villafranca de los Barros, y lo hace en 1939, “año de la Victoria”. A día de hoy, y en cualquier sistema mínimamente democrático, el “se sabe por confidencias” no valdría como prueba. Pero esta no es la única que se aportó contra él. El informe acerca de la conducta y antecedentes sociales de Manuel Iglesias es otra de ellas:
Tengo el honor de participar a la respetable Autoridad de V.S. que dicho individuo, durante el dominio rojo en esta Ciudad, formaba parte del Comité rojo de esta localidad donde fue delegado gubernativo y se presentó en la Casa-Cuartel a recoger el armamento de la fuerza como tal delegado, también fue el que trajo los fusiles a los milicianos, ordenaba la detención de personas de orden, registros domiciliarios y de cortijos y cuantos desmanes cometieron en ésta.
Con todas estas pruebas endebles en su contra, era prácticamente imposible que Manuel Iglesias se librara del paredón. Y, efectivamente, la sentencia le condenaba “a la pena de muerte, como autor responsable de un delito de Rebelión Militar con las agravantes apreciadas”. Sin embargo, en 1943 su pena fue condonada por la prisión permanente, después por 30 años de reclusión y, más tarde, fue puesto en libertad. Todo en el mismo año. ¿Por qué?
En el Ministerio de Trabajo
Aunque Manuel Iglesias no era amigo de Franco, sí que lo era de Pedro Gamero del Castillo, ministro sin cartera del caudillo en los años tempranos de la dictadura y protegido político de Ramón Serrano Suñer. Él intercedió por Manuel a la vez que lo hizo el obispado madrileño y un policía político falangista, amigo de Manuel de la infancia. Todos ellos comentaron que era un buen cristiano e, incluso, el policía falangista contó que le había salvado la vida cuando le escondió de los milicianos republicanos.
Esa buena fe que unía personas en una época que se separaban por la ideología ayudó a que, en cuestión de cuatro años, Manuel Iglesias pasara de ser condenado a muerte a ser puesto en libertad. Así lo cuenta el historiador Francisco Espinosa Maestre en su libro Masacre. La represión franquista en Villafranca de los Barros (1936-1945). No en vano el propio Pablo Iglesias ha recordado en varias ocasiones que a su abuelo lo libraron del paredón los falangistas y el clero.
Salvada la vida, Manuel entró enchufado por una cuñada suya en el Ministerio de Trabajo en noviembre de 1944. El titular de la cartera en ese momento era José Antonio Girón, fascista del ala de Onésimo Redondo y fundador de las JONS, junto a Ramiro Ledesma Ramos, que más tarde se integraron en la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera.
El Ministerio al que entró a trabajar Manuel era de lo más fascista, en cuestión de cercanía a las ideas de Mussolini, que había en la época. Ahí fue cuando se crearon los distintos sindicatos verticales y Girón mantuvo su puesto aún cuando Franco empezó a prescindir de los falangistas. Lo logró gracias a su lealtad al generalísimo y al apoyo de Serrano Suñer, aunque fue destituido a finales de la década de los 50 cuando los tecnócratas entraron en el juego.
Manuel encontró su primer puesto de trabajo en la posguerra en el Servicio del Seguro Obligatorio de Enfermedad y Mutualismo laboral, que operaba muy vinculado con los sindicatos. Este diario ha consultado con varios historiadores y todos coinciden en que es muy probable que, aunque el Seguro Obligatorio dependía del Instituto Nacional de Previsión, dado su puesto y la cercanía a los sindicatos, es muy probable que Manuel trabajara en algún momento en la Casa Sindical donde ahora tiene su despacho Pablo Iglesias.
Después de su puesta en libertad, su pista hay que seguirla en las páginas de sociedad de los diarios y en las bibliotecas. Participó como testigo en numerosas bodas de la alta alcurnia, escribió varios libros sobre derecho laboral y fue colocándose en un buen puesto social que le ayudó a vivir en el exclusivo barrio Salamanca y mantener a su familia. Sin embargo, nunca dejó el socialismo y estaba afiliado al PSOE en la clandestinidad. Manuel Iglesias no falleció en la década de los 40, no era su sino, lo hizo en Madrid en 1986. Pero dejó a sus espaldas las batallitas de la mili, mucho más viscerales que las que se escuchan ahora.