Castillo de Navia de Suarna, la fortaleza olvidada de los Ancares
Al norte de Os Ancares se mantienen a duras penas los restos de una fortaleza medieval que sirvió de dote a una doncella. Es el Castillo de Navia de Suarna, que guarda en lo que queda de sus muros incontables secretos y leyendas.
18 febrero, 2021 06:00La zona de Os Ancares lucenses es una verdadera joya natural, Reserva de la Biosfera, que sorprende no por sus altas cimas, si no por sus grandes desniveles que oscilan entre valles bajos y grandes picos como el Mustallar o los Tres Bispos. Aquí, al norte de la sierra, donde sobreviven las pallozas, la vida tradicional y las costumbres centenarias, sobresale un municipio llamado Navia de Suarna, con capital en A Pobra, con un peculiar conjunto etnográfico.
A Pobra de Navia de Suarna es el mayor núcleo de población de Navia y aún así es una población muy pequeña, de 3,69 km cuadrados y unos 260 habitantes. Sin embargo, en su reducido tamaño alberga una serie de atractivos dignos de competir con otras localidades de mayor tamaño.
La Praza de Chao da Torre es el núcleo y alma del pueblo, donde se abre camino un impactante puente altomedieval de perfecta ojiva, con un único arco apuntado, calzada de piedra abombada y altos muros de protección para evitar caídas. El puente cruza el río Navia y comunica ambos lados de la población, pero su principal función es acercar a quien lo atraviesa hasta el Castillo de Navia de Suarna.
Situado sobre unas rocas, al nordeste de la villa, el Castillo de Navia de Suarna conserva restos de murallas y torreones. Dicen la leyenda, y también la historia documentada, que en 1.037 Rodrigo Gutiérrez entregó como dote a su esposa Senior, la doncella de Suarna el castillo cuyos restos aparecen ante los asombrados ojos de quien visita hoy Navia. El Castillo de Navia de Suarna, también conocido como Castillo de A Pobra o Castillo del Conde de Altamira, servía de punto de control para una importante vía que comunicaba otras fortalezas de la zona: el Castillo de Doiras y Doncos.
El origen del castillo es incierto, aunque según la leyenda anterior se dataría en el s. XI. Tras ser propiedad de Senior, la fortaleza pasó a manos de la familia Osorio y después a las de los Altamira. Estos últimos dominaron toda la comarca hasta el S.XVII y aún se recuerdan en la zona como grandes hostigadores de sus vasallos, a los que imponían diezmos durísimos que acabaron empobreciendo a la población.
Lo que sí se sabe con seguridad es que el castillo fue reconstruido en el S. XV, tras el asalto Irmandiño que también sufrieron otras construcciones nobles y palaciegas de Galicia, aunque su peor reforma fue llevada a cabo por uno de sus últimos propietarios, casualmente cura del pueblo, quien transformó el edificio en una especie de bloque de viviendas con ventanas tipo colmena.
Con ese lamentable aspecto ha llegado hasta nuestros días y así parece que va a quedarse, pues es inviable acometer ninguna otra reforma. Tal es su apariencia actual que se ve a la perfección el tendido de energía eléctrica que envuelve sus muros. Junto al castillo se aprecian distintas construcciones más modernas y al otro lado del río se encuentra un antiguo hórreo techado a cuatro aguas, otro de los símbolos de la población.
Lejos ya del castillo, todavía queda mucho por ver en Navia de Suarna. Pallozas ancaresas, iglesias parroquiales, pequeñas ermitas y capillas, algunas todavía con su cabecera románica como San Miguel de Barcia. Los caminos de Río de Pé, que conducen a las viejas minas de hierro, la ruta que lleva al Penedo da Forca. Numerosos castros que atestiguan la vida de antiguos pobladores en esta tierra en la que se suceden valles y montañas por igual.
Es el encanto de lo pequeño, el legado de nuestros ancestros en la serranía de Ancares, donde un castillo medieval que fue valiosa dote de una doncella trata de conservar su orgullo de antaño a pesar del maltrato al que ha sido sometido durante siglos.
Emma Sexto