El Marco de Jerez. Feudo de familias aristocráticas y de rancio abolengo, según ellas. ¿La realidad? La mayoría de estos apellidos archiconocidos no descienden de la pata de El Cid, por mucho que se empeñen. En ese afán por formar parte de la alta sociedad jerezana con ramificaciones en Sevilla, Sotogrande y Madrid entierran sus verdaderos orígenes con apellidos vulgares a partir de tres argucias lingüísticas: enlazar varios apellidos con guiones, añadiendo las y y también los de.
En la prensa rosa pululan como pez en el agua. Son los apellidos bodegueros, ganaderos y criadores de caballos. Ahí están los Domecq Fernández-Govantes, las niñas Osborne −hijas de Bertín−, los Mora-Figueroa, los Bohórquez, entre otros tantos, que movieron los cimientos del Registro Civil para que su DNI comulgara con el lema de la Real Academia Española (RAE) "limpia, fija y da esplendor" creada por el marqués de Villena en 1713 a instancia del rey Felipe V de España.
Su descendiente, el entonces príncipe de Asturias y actual Felipe VI (54), ejerció como testigo en la boda de Sol, íntima amiga del monarca, con Borja Domecq Noguera en Jerez en 2003. Aquí empieza uno de los embrollos de la sociedad jerezana que en los últimos años acapara el protagonismo en la revista ¡Hola!, sobre todo, en las figuras de Sofía Palazuelo (30), Belén Corsini (33) e Inés Domecq (40). Pero vayamos por partes porque todo lo relacionado con genealogía es como el cubo de Rubik.
Los tiempos cambian y las revistas del corazón renuevan su materia prima, el personaje. Lejos queda ya el poder hipnótico que emanaba Cayetana, XVIII duquesa de Alba y XI duquesa de Berwick, que a través de su prole ha vinculado sus ennoblecidos nombres con otros más mundanos con aires de grandeza como los Domecq, vivo ejemplo de la familia jerezana con gran poder adquisitivo debido a las bodegas, la ganadería y los caballos.
Entre todos ellos destaca la diseñadora Inés Domecq y Fernández-Govantes, casada con Javier Martínez de Irujo y Hohenlohe-Langenburg (41), benjamín de Alfonso Martínez de Irujo y Fitz-James Stuart, XVI duque de Aliaga (segundo hijo de Cayetana de Alba) y de la princesa María de la Santísima Trinidad de Hohenlohe-Langenburg, cuyo tío, Alfonso de Hohenlohe, fue el impulsor para que Marbella se convirtiera en parada obligatoria de la jet set internacional. Sus andanzas en los ecos de sociedad empezaron a seguirse tras sus primeras nupcias con una de las grandes fortunas europeas, Ira de Fürstenberg (82), descendiente de los príncipes de Fürstenberg y los empresarios Agnelli.
Para que los apellidos de Inés fueran más rimbombantes, transformó los dos apellidos de su madre, María Jesús Fernández Govantes, en uno solo enlazándolos con un guion. "Así suena más cool", afirma una periodista que ha cubierto sus apariciones públicas. Sus diseños cuelgan de las perchas de Eugenia Martínez de Irujo (53), Eugenia Osborne (36) e incluso de la reina Letizia (50). Es lo que tiene estar vinculada a los influyentes Alba ya que nadie que se precie puede pasar por alto la leyenda de si la duquesa de Alba se hubiese encontrado con la reina Isabel II esperando el ascensor, la monarca británica tendría que haberle cedido el paso a la primera.
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Para rizar aún más el rizo, Inés es prima carnal de la protagonista de nuestra primera boda, Sol Bohórquez, y prima segunda de Borja, cuyo padre, Francisco de Borja de Domecq y Solís-Beaumont (aparece el invento de la y y la de) está emparentado con el marquesado de la Motilla que, a su vez, entroncó con la Casa de Alba. Es decir, la hija de Fernando de Solís-Beaumont y Atienza, X marqués de la Motilla, llamada Matilde de Solís y Martínez de Campos (ella se quitó el Beaumont), se casó con Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo (74), primogénito de la duquesa de Alba. Tuvieron dos hijos, Fernando Juan, XVII duque de Huéscar (32), casado con Sofía Palazuelo (30), que siempre aparece en el listado de las más elegantes de España −ahí radica el poder de ser una consorte−, y Carlos, XXII conde de Osorno (30), casado con Belén Corsini de Lacalle.
Vínculos monárquicos
Los vínculos monárquicos modernos con las gentes del sur vinculan a Juan Carlos I (84) con los Mora-Figueroa. El emérito solía acudía a la caza de la perdiz en la finca Las Lomas (Vejer de la Frontera, Cádiz), que, con una extensión de 12.000 hectáreas, es uno de los latifundios más importantes del país. Pertenece a esta multimillonaria familia, cuya riqueza se debe en gran parte a que fueron designados embotelladores oficiales de Coca-Cola para Andalucía, Extremadura y Ciudad Real. También invirtieron en caldos porque José Ramón Mora-Figueroa se casó con Carmen Domeq Díez. Su hermano, Pablo Mora-Figueroa, es el presidente del Santamaría Polo Club de Sotogrande.
Esta familia está en el punto de mira de los ecologistas ya que en ese terreno se encuentra la laguna de La Janda, que, a pesar de ser de titularidad pública, la explotan para su propio beneficio los Mora-Figueroa: venden el arroz, el maíz, el algodón, las zanahorias y diferentes productos hortícolas de regadío a Gran Bretaña, Francia, Dinamarca y Alemania. El blog horsepress.es denunció su abusivo control del agua para satisfacer sus propios intereses, así como la alteración de la flora y fauna de la zona.
En Las Lomas se casaron hace dos años en la más estricta intimidad Fernando Mora-Figueroa, quien por parte materna desciende de los fundadores de la urbanización Guadalmina en Marbella, con Tita Astolfi (33), sobrina del jinete Luis Astolfi (63), uno de los primeros novios de la infanta Elena (58) y reconvertido en uno de sus mejores amigos. Tita estuvo anteriormente estuvo casada con Gigi Sarasola (56), abogado y uno de los mejores jinetes españoles, que tuvo como novias famosas a Penélope Cruz (50) y Marta Sánchez (56). A aquel enlace acudió la crème de la crème de la crónica social: Carmen Martínez-Bordiú (71), Cari Lapique (70), Alfonso Cortina, Ana Obregón (67)…
Entre tanto apellido de señorito andaluz hay mucha tontería encubierta. Las apariencias sirven para venderse socialmente y, aunque todos conozcan sus orígenes, se engañan entre ellos. Una de las periodistas que suele cubrir los acontecimientos sociales destacados como bodas, bautizos y comuniones, que en el argot periodístico son la BBC −parodia del ente público británico−, confiesa a EL ESPAÑOL | Porfolio: "Nos tratan fatal, aceleran con los coches sin importarles lo que hay delante, no te dan datos, son maleducados y déspotas". Y añade: "Menos mal que gran parte de la generación de ahora se ha cultivado, porque, en general, son unos auténticos gañanes. Si les mueves echan bellotas de lo brutos que son. Fuera del ambiente jerezano son nadie".
Bertín y sus hijas
El triunvirato formado por Alejandra (44), Eugenia (36) y Claudia (33), hijas de Bertín Osborne (67) −nombre de bautismo, Norberto Juan Ortiz Osborne−, decidió alterar el orden de sus apellidos al pasar de ser Ortiz a ser conocidas como Osborne, su tercer apellido. Quizás porque el emblema del toro de época franquista que flanquea las carreteras de todo el país aún perdura en la memoria colectiva. Aun así, la cosa tiene guasa teniendo en cuenta que el segundo apellido de las hijas del cantante y presentador es otro de esos Domecq. No hay que olvidar que Bertín se casó en primeras nupcias con Sandra Domecq Williams, a quien después de dieciocho años de su muerte aún se la recuerda como "una señora con una educación excelente, muy dulce, agradable y atenta. Ten en cuenta que su madre era inglesa y en esa mezcla radica el quid de la cuestión", asegura la periodista.
A lo largo de los años, las revistas del corazón se han referido a ellas de diferente manera. Por ejemplo, a principios de 2018 mencionaban a la benjamina como "Claudia Ortiz, una más en la familia de su novio, Manuel Ferraro de la Puerta", y pocos meses después como "Claudia Osborne presume de novio, Daniel Arigita, en sus primeras vacaciones juntos". En el caso de Eugenia, cuando se casó en 2011 los titulares eran "La boda de Eugenia Ortiz, hija de Bertín Osborne, y Juan Melgarejo" y, tras su separación, "Eugenia Osborne se reencuentra con su exmarido, Juan Melgarejo, y reaccionan así al verse".
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Hay que destacar que Bertín no ha vivido del cuento, se lo lleva currando desde hace cinco décadas y jamás ha hecho alarde de los títulos nobiliarios de su familia, empezando por el de su padre, Enrique Ortiz López-Valdemoro (94), que es el VII conde de Donadío de Casasola y VII conde de las Navas. Bueno, el cantante aprovechó el primer título para vender los caldos que lanzó al mercado en 2003 y que acabaron en pública subasta a través de BNP Paribas en 2019, el mismo banco que respaldó financieramente a la exemperatriz Soraya en Marbella.
Por otro lado, su madre, María Teresa Osborne y Marenco, era descendiente del conde de Osborne, un titulo nobiliario… ¡Pero pontificio! Esto quiere decir que no tiene el mismo valor que los de sangre azul ya que los otorgaba el Papa por los servicios católicos realizados en favor de los más necesitados. Lo mismo ocurre con el marquesado de Casa Domecq, saga que hinca sus raíces en la vendimia en el sur de Francia.
El no va más ocurre con las hermanas Blanca, Belén y Mercedes-Berenguela, quienes, influenciadas por su madre, añadieron todo lo posible a su DNI para aparentar más de lo que ofrecían, ya que apellidarse Domecq López era demasiado común. "Es de traca. A su madre, Carmen Cristina, la llaman Carcris por la tontería que lleva encima y fue quien realizó los cambios para que sus hijas se llamaran Domecq-Zurita y López de Solé. Un sinsentido", advierte una joven que pertenece a uno de estos clanes. Además, deja claro que el sur de España lo asociamos a fincas, vinos, bodegas y ganaderías y eso se traduce en aristocrático, "y no señor. Cuando leo en prensa que un miembro de la aristocrática familia Domecq se ha casado… Me entra la risa".
Estos son buenos
Por encima de todo hay que dejar claro que en España existen cuatro grandes casas nobiliarias: los Alba, los Medinaceli, los Medina-Sidonia y los Osuna. A excepción de estos últimos, el resto ha teñido sus nombres en rosa y negro. Este es el caso de uno de los descendientes de la cabeza de la Casa de Medinaceli durante gran parte del siglo XX, Victoria Eugenia Fernández de Córdoba y Fernández de Henestrosa, XVIII duquesa de Medinaceli, a quien cariñosamente llamaban Mimí. "Siempre fue una gran dama, muy discreta y una gran señora en todas las facetas de su vida", alegan varios periodistas que han seguido la trayectoria de la familia.
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Su tercer hijo fue Rafael de Medina y Fernández de Córdoba, XIX duque de Feria, convertido en personaje del colorín a raíz de su matrimonio con Naty Abascal (79), hija de una costurera y de un rico abogado, que supo utilizar su belleza para subir en el escalafón social. Tuvieron dos hijos, Rafael (44), actual duque de Feria, y Luis (42), que supuestamente tendría que ser marqués de Villalba. En 2001, el hijo de Mimí fue encarcelado por rapto y corrupción de menores, por lo que Naty puso pies en polvorosa para que nada le salpicara y envió a sus retoños a estudiar en un internado americano que pagó Eduardo Sánchez Junco, dueño y director de la revista ¡Hola! para la que Naty ha trabajado como estilista llegando a cobrar hasta 12.000 euros por una producción (sin contar gastos).
Poco agradecidos se mostraron después la exmodelo y sus hijos porque cobraron millonadas por vender todas las parcelas de su vida a la revista del saludo. Naty, a quien en los bajos fondos apodan la nanny de Valentino porque siempre está presente en los eventos del diseñador, sufrió hace unos meses un duro varapalo cuando Luis fue imputado en el caso Mascarillas. La actual jefa de la Casa de Medinaceli es Victoria Elisabeth von Hohenlohe-Langenburg (25), XX duquesa de Medinaceli "y tan discreta como su abuela". Al igual que ella, se refugia en la Casa de Pilatos de Sevilla.
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Con la muerte en 2008 de Luisa Álvarez de Toledo y Maura, XXI duquesa de Medina Sidonia y conocida popularmente como la duquesa roja, empezaron las crónicas de tribunales a raíz de su matrimonio in articulo mortis con su secretaria, Liliane Dahlmann (66). Esta empezó a gestionar el vasto patrimonio de la Fundación Casa Media Sidonia, que con sus más de seis millones de documentos conforma el archivo privado más grande del mundo. Los tres hijos de la finada, Leoncio, Pilar y Gabriel, se enzarzaron en disputas legales por la herencia y los títulos.
Conexión internacional
De todos ellos, Pilar González de Gregorio (65) es la más conocida en la prensa rosa porque se casó con el egregio empresario y relaciones públicas Tomás Terry Merello (86), uno de los apellidos de origen irlandés con más solera de El Puerto de Santa María. "Pilar es dulce, de voz pausada y ademanes ligeros", nos comenta una fuente que no desea dar su nombre, y Tomás representa el señorío en su trato hacia los demás, especialmente, con la prensa.
Gracias a sus contactos, por el Salón Internacional del Caballo de Pura Raza Española (Sicab), que se celebra en Sevilla cada año en la tercera semana de noviembre, han desfilado como madrinas y padrinos Sofía Loren (88), Bo Derek (65), Charlton Heston, Alain Delon (87), Gina Lollobrigida (95) o Ivana Trump. Muchos de los periodistas del sur son unánimes: "Tomás es un gran señor, nunca ha ido con ínfulas de grandeza, jamás ha hecho alarde de nada y tiene una clase espectacular. Se ha relacionado socialmente con notables nombres internacionales". Era íntimo de Mimí. Y quien escribe estas líneas puede dar buena fe de todo ello. Por cierto, por parte de su madre, Isabel, es pariente del poeta Rafael Alberti.
A diferencia de las grandes familias nobiliarias, la vinocracia endogámica suele creerse que está por encima de los demás, como en su tiempo hacían los señoritos, que de puertas para adentro preñaban a todas las que podían. Ahí está el caso de Rosario, la hija extramatrimonial que tuvo Leoncio, exmarido de la duquesa roja. "Son una panda de babosos −matiza un periodista que frecuenta los ambientes del vino y los caballos− que solo se acercan por interés. En una de las ferias del caballo se afanaban en conseguir la amistad de algunos potentados mexicanos".
Para salir de parranda se alían con la aristocracia del dinero joven. Por ejemplo, Iván Bohórquez, hijo de Fermín, es de la pandilla del empresario Rosauro Varo (43), esposo de la actriz Amaia Salamanca (36), y de de la del extorero Miguel Báez El Litri (54). La primera esposa de este último fue Carolina Adriana Herrera (53), hija de la diseñadora Carolina Herrera y del multimillonario editor Reinaldo Herrera, que decidió que la llamara Carolina Herrera de Báez. El escritor Vicente Blasco Ibáñez retrata magistralmente en la novela La bodega (1905) el poderío y nepotismo de la sociedad bodeguera de finales del XIX y principios del XX. ¡Dios los cría y ellos se juntan!