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Cuando Fritz de Quervain falleció a los 71 años en Berna (Suiza) en 1940 quedaban todavía 44 años para que se pusiera a la venta el primer teléfono móvil de la Historia, el Motorola DynaTAC 8000X, un ladrillo de 800 gramos, que el jefe de la empresa había probado 11 años antes de la manera que más podía doler: haciendo una llamada al despacho de su competidor directo, el jefazo de AT&T Joel Engel.
Este cirujano suizo, toda una autoridad en su tiempo, describió y puso nombre a una inflamación de un tendón de la muñeca, el situado alrededor del dedo pulgar. Pero lo que seguramente no podría imaginar cuando lo hizo es que la tendosinovitis de Quervain sería en la actualidad una dolencia tan común. Mucho menos que lo sería porque las generaciones posteriores a la suya iban a estar enganchadas a unos aparatos cada vez más ligeros que permiten comunicarse de mil y una maneras: los smartphones.
Esta afección es una de las dolencias en alza que los médicos y fisioterapeutas asocian al uso excesivo del móvil. En junio el año pasado, la revista especializada Musculoskeletal Science and Practice recogía un estudio realizado en Perú que no dejaba lugar a dudas: las personas que más horas usaban sus móviles inteligentes tenían más tendencia a padecer esta tendinitis y el riesgo aumentaba si también se utilizaba mucho el WhatsApp.
Tendinitis de Quervain
La tendosinovitis o tendinitis de Quervain es uno de los tipos más frecuentes de tendinitis de los tendones extensores que cruzan la muñeca y afecta a los dos tendones que cruzan la más lateral de las 6 correderas extensoras de la muñeca. Es decir, afecta al tendón encargado de separar el dedo gordo (abductor largo) y uno de los dos extensores de ese mismo dedo (extensor corto). Son los que realizan el movimiento de separar y extender el pulgar.
Su principal síntoma es bastante reconocible: un dolor cerca de la base del pulgar que depende mucho de la actividad. También hay otros, como la inflamación cerca de la base del pulgar, la dificultad para mover el pulgar y la muñeca al hacer algo que implica asir o pellizcar o la sensación de "agujas y alfileres" o de que el pulgar se traba al moverlo.
Entre las causas más comunes están la sobrecarga crónica -que es lo que pasa cuando se utiliza mucho el móvil-, las lesiones directas en la muñeca o en el tendón y las artritis inflamatorias como la artritis reumatoide.
La jefa del Servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, Olga Arroyo, explica a EL ESPAÑOL | Porfolio que sí se observan más tendinitis de Quervain asociadas al uso excesivo de los teléfonos inteligentes pero que, además, se ha registrado un aumento generalizado de patología osteomuscular. Y apunta a que hay "un perfil descrito": la incidencia es un poquito más alta en las mujeres y también en estudiantes y en jóvenes.
El problema del cuello
La experta también alerta de un aumento de problemas en las cervicales, por la postura forzada del cuello al mirar el teléfono móvil y de dolores inespecíficos en el codo y en el hombro. Viene entonces la pregunta del millón: ¿a partir de cuánto tiempo se considera un uso excesivo de los smartphones?
Aunque resalta que no hay estudios que cuantifiquen dicho uso excesivo, Arroyo se anima a dar un rango: a partir de las tres horas diarias. En cualquier caso, la especialista sí quiere resaltar que la mayoría de las patologías asociadas a este sobreuso son bastante benignas y que "no suelen llegar al medio hospitalario", sino que se quedan en atención primaria.
En un reciente artículo publicado en The New York Times, se enumeran otros problemas asociados al uso excesivo de estos dispositivos. Además de esos dolores inespecíficos que mencionaba Arroyo y de inflamación en ligamentos, músculos, tendones y sus revestimientos, la cirujana especializada en manos Jennifer Moriatis -de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chicago-, dice que ha visto pacientes con lesiones agudas -inmediatas- asociadas a este sobreuso. ¿Un ejemplo? Esguinces en los pulgares por agarrar el móvil con excesiva fuerza.
Además, se advierte que el uso frecuente del teléfono móvil puede afectar a los nervios, no en el sentido psicológico de la expresión. Al sujetar el teléfono con el codo flexionado, tendemos a comprimir el denominado nervio ulnar o cubital, también conocido como nervio de la mano. Su recorrido: desde el cuello hasta la mano. La consecuencia de esta compresión no tiene que ver con el dolor: podría provocar un adormecimiento y debilidad en los anillos pulgar y anular, según explica al rotativo estadounidense la portavoz de la Asociación Estadounidense de Fisioterapia Jessica Schwartz.
Escribir además de hablar
Además de provocar esta poco habitual lesión nerviosa, el uso excesivo de teléfonos móviles podría exacerbar problemas preexistentes justo en los nervios, como el síndrome del túnel carpiano, que se produce tras la presión elevada en el nervio mediano y que se asocia al sobreuso de otros dispositivos, en concreto el ratón que acompaña al ordenador.
Además de articulaciones, tendones y nervios, los especialistas también han observado lesiones en el cuello, hasta el punto de que en inglés se ha acuñado el término "text neck", algo así como "cuello de mandar mensajes". El proceso es sencillo, uno inclina el cuello hacia abajo para mirar el móvil y hace así un sobreesfuerzo en los músculos de esa zona y en las cervicales.
"Esto puede debilitar los ligamentos de la columna cervical a lo largo del tiempo y llegar a causar dolor", explica Jason Cuéllar, ortopedista del Cedars- Sinai Medical Center de Los Angeles. En 2017, un estudio publicado en la revista Applied Ergonomics, demostró una asociación entre lesiones musculoesqueléticas y el envío de mensajes de texto, pero otros trabajos no han encontrado esa conexión.
Esté es precisamente uno de los argumentos del vicedecano y presidente de la Comisión de Ergonomía del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid, Pablo Herrera, que advierte contra el alarmismo de este tipo de informaciones. "Es muy complicado establecer una relación directa entre la lesión y el origen. Seguramente haya más causas", reflexiona y apunta a que los estudios que van en esta línea suelen ser de una etapa anterior, mientras que las investigaciones actuales tienden a ser mucho menos contundentes a la hora de culpabilizar a los móviles.
Movimientos repetitivos
Herrera considera que las lesiones asociadas al sobreuso de los móviles inteligentes se dan también en todos los ámbitos de la vida. Es decir, siempre que un movimiento se hace de forma repetitiva sin que el cuerpo esté preparado para ello. "Te puede pasar igual si te pasas horas leyendo en una misma postura", reflexiona.
En cualquier caso, sí existen medidas para prevenir estas lesiones, bien sean achacables a los sobreusados smartphones o a una mezcla de factores. El primer consejo que ofrece la Dra. Arroyo parece obvio, pero hay que acordarse de ponerlo en práctica. "Lo que es importante es cambiar de postura, no hacer siempre el mismo movimiento justo, repetitivo", apunta. Y señala que esto aplica para el uso del móvil y prácticamente para todo.
En este sentido, el portavoz de los fisios de Madrid apela a las micropausas. Paradas muy breves -pueden ser de 10 o 20 segundos- cada vez que uno pasa 45 minutos haciendo la misma actividad. Y sí, esto también sirve para el uso de smartphones y para el resto de las actividades repetitivas, como teclear delante de un ordenador.
Otras recomendaciones implican el uso de accesorios para este tipo de móviles. En concreto, se habla de los soportes de smartphones, que se adhieren a la parte trasera del dispositivo y permiten cambiar de postura a la hora de sujetarlo, utilizando otros dedos aparte del pulgar. "El soporte no es mágico, pero te hace cambiar de postura, como también las almohadillas con relieve y que se cambie el tamaño del ratón cuando hablamos del uso de ordenadores", reflexiona Arroyo.
El uso de auriculares manos libres -que evitan tener que sujetar el teléfono o estar en una postura fija- es otra de las recomendaciones, aunque ninguna sustituye a la principal: el uso racional de este tipo de dispositivos.
¿Existe la adicción al móvil?
Es muy frecuente utilizar la expresión "estar enganchado" al móvil; sin embargo, la Psiquiatría no ha reconocido todavía esto como una enfermedad, a pesar de que ha habido controversia científica al respecto. Ni el DSM 5 -la llamada Biblia de la salud mental- ni la CIE 11, dos manuales que recogen los trastornos psiquiátricos reconocidos oficialmente, incluyen esta dependencia de los móviles como trastorno psiquiátrico, a pesar de que muchas personas consultan a un profesional por su dependencia de estos dispositivos.
Según el Informe Mobile en España y en el mundo 2020, 7,6 millones de españoles se consideran "adictos" a sus teléfonos inteligentes. El 61% de los encuestados asegura que mirar el teléfono es lo primero y lo último que hace en su día a día. Y 3,7 millones declaran no poder pasar más de una hora sin consultarlo. Un análisis del buscador de tendencias de Google, Google Trends, indica que durante los últimos 5 años las búsquedas de "adicción a los teléfonos móviles" también han aumentado.
Así, a pesar de no haber un trastorno reconocido científicamente sí hay preocupación social y se han generalizado tres curiosos términos, que pueden sonar científicos sin serlo y que describen sensaciones habituales en los usuarios excesivos del móvil, una cifra nada desdeñable. Hablamos, en concreto, de la nomofobia o el miedo a quedarse sin teléfono, la textaphrenia, la sensación de que ha llegado un mensaje de texto cuando no es así y las denominadas vibraciones fantasmas: la sensación de que su teléfono le está alertando cuando en realidad no lo está, explican en el Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social.