Noticias relacionadas
En la España del Lexatin, en el país que ocupa el primer puesto del mundo en consumo de benzodiazepinas, hablar de ansiedad no debería sorprender a nadie. Pero el panorama cambia si los protagonistas de ese trastorno no son (somos) los adultos que se enfrentan a un día a día lleno de acontecimientos estresantes, sino niños que apenas levantan 1,20 metros del suelo.
La realidad es que en España, como en la mayoría de los países desarrollados, los trastornos de ansiedad pediátricos distan de ser una anécdota, por lo que a los especialistas en salud mental infantil no les pilla por sorpresa la nueva recomendación de un organismo independiente estadounidense que se dedica, precisamente, a efectuar recomendaciones sanitarias.
Hablamos del Grupo de trabajo de servicios preventivos de EEUU (USPSTF, de sus siglas en inglés) y su última propuesta, que todavía está en fase de consultas: que al igual que se lleva al niño al pediatra para ver, simplemente, si está sano, se haga lo propio con su salud mental y se busquen signos de trastornos de ansiedad entre los más pequeños. Y el corte lo establecen a los 8 años.
"Han puesto ocho, pero podrían haber puesto seis", explica a EL ESPAÑOL | Porfolio Ester Camprodon, adjunta de jefa de Servicio y psicóloga del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Sant Joan de Déu, en Barcelona, quien no parece particularmente sorprendida por esta idea de hacer un cribaje generalizado de ansiedad en niños tan pequeños.
Más común de lo que parece
De las enfermedades psiquiátricas, la ansiedad es de las más comunes en todo el mundo. En EEUU hablan de una prevalencia del 32% en adolescentes. Siendo más concreto, se estima que sufre algún trastorno de ansiedad entre un 5 y un 18% de los niños entre 13 y 18 años.
Abigail Huertas, psiquiatra del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y directiva de la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y del Adolescente (AEPNYA), va más allá y comenta que ya existen programas preventivos de la ansiedad en este segmento de edad en los colegios españoles y que, además, se forma a los pediatras para detectar este tipo de trastornos.
Porque, como coinciden ambas expertas y como también resalta en su documento el Grupo de trabajo de servicios preventivos, detectar la ansiedad en niños tiene truco. Al contrario que los adultos, ellos no te van a decir que no pueden con la vida ni van a pedirte un Orfidal. "La dificultad estriba en que no te sabe explicar lo que le pasa", subraya Camprodon.
Síntomas de la ansiedad en niños
El diagnóstico de la ansiedad en niños ha de ser efectuado por los profesionales, pero existen una serie de síntomas que pueden servir como indicadores a los padres. Eso sí, la clave no está tanto en presentarlos como en la duración y la intensidad, que han de ser elevadas.
- Dolor somático: de cabeza, de tripa... es habitual que los padres hayan reconsultado al pediatra por este motivo varias veces.
- Inquietud.
- Insomnio.
- Pérdida de apetito.
- Preocupaciones repetitivas.
- Estancamiento o retroceso en la evolución.
- Agudización de problemas físicos ya existentes, como lesiones dermatológicas o broncoespasmos.
- No querer separarse de los padres.
Comenta esta experta que ahí reside la importancia de la pericia diagnóstica. "Estar preocupado porque se tiene un examen es incluso lógico o, por ejemplo, si han entrado a robar se tiene miedo, también". Sin embargo, se puede sospechar que hay un problema cuando pasados seis meses, el niño no quiere dormir solo, no se quiere separar de sus padres ni ir a campamentos o a dormir a casa de un amigo. "Es entonces cuando hay que consultar, cuando estos síntomas persisten y afectan a la funcionalidad, al rendimiento académico, a la capacidad de sociabilización y al funcionamiento familiar; en definitiva, cuando la intensidad de los síntomas sobrepasa lo habitual", indica.
Sin embargo, lo que propone USPSTF va más allá de llevar al niño al médico si presenta alguno de estos síntomas. Se trata, por el contrario, de adelantarse. Es lo que se llama hacer un cribado, algo similar a las mamografías para detectar precozmente el cáncer de mama.
"Ya sabemos a través de publicaciones científicas rigurosas como la revista The Lancet que la prevención es necesaria. Está demostrado que la detección e intervención precoz es una inversión de futuro", apunta Camprodon, que añade que sirve tanto para reducir la prevalencia de la enfermedad como las morbilidades que la acompañan, el gasto económico que acarrea, la progresión de la enfermedad y el fracaso escolar asociado a la misma.
"En España se aplican cuestionarios de cribado en las revisiones pediátricas para detectar la ansiedad y se hacen estudios de investigación. Como profesional de la psiquiatría infantil, te digo que estamos preocupados por la ansiedad en los niños", subraya por su parte Huertas, que ve casi a diario este trastorno en su consulta. ¿Uno de los últimos casos que recuerda? El de un chaval que tuvo que trasladarse a vivir con un tío suyo después de que sus dos padres estuvieran ingresados simultáneamente por Covid-19. No fue en la primera ola, cuando se oía más hablar de ello.
Uno de los indicadores de que la salud mental en los niños preocupa es la aprobación en agosto de 2021 de una nueva especialidad médica, la de Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia, algo que los médicos llevaban años reclamando.
Múltiples beneficios
Cribar a los niños por ansiedad tiene muchos beneficios. Existe un término que se utiliza en epidemiología, que es el de años de vida perdidos por discapacidad (AVAD). Se estudia en todas las enfermedades y circunstancias, desde una patología común hasta cosas como tener un accidente.
Este parámetro lo desarrolló la Universidad de Harvard en 1990. El objetivo era comparar la carga de los distintos problemas de salud. Ir más allá de lo básico, que es el efecto más o menos inmediato, y medir el impacto en la calidad de vida. Por poner un ejemplo, en España los dolores de espalda y cervicales son la principal causa de AVAD.
Según indican los expertos, una de las tres causas más importantes de AVAD en el mundo son los trastornos neuropsiquiátricos en personas de entre 10 y 24 años. Puede que las personas que los sufren vivan los mismos años que los que no, pero pasarán más tiempo incapacitados.
Según Huertas, las estrategias de salud mental que están desarrollando tanto la Comunidad de Madrid como el Ministerio de Sanidad están teniendo en cuenta el cribado de los trastornos de ansiedad.
Este grupo de patologías, en concreto, tiene una particularidad que la hace especialmente interesante a la hora de valorar los beneficios de la detección precoz; los psiquiatras tienen claro algo que no se suele decir de muchas enfermedades: se cura.
"A nivel de neurodesarrollo es el momento de poder hacer intervenciones. Cuando la enfermedad ya ha dado la cara, es más difícil revertir esa situación. Lo que vamos a prevenir es que esa enfermedad se instaure o que, si lo hace, tenga repercusiones importantes", comenta Camprodon.
"Es de los trastornos más graves, pero también de los que responden mejor a las terapias", coincide Huertas. Ambas resaltan, como también lo hace la USPSTF, que la pandemia ha hecho que aumente la prevalencia de ansiedad en niños convirtiéndose, de hecho, en el problema psiquiátrico que más ha crecido en los últimos años.
¿Psiquiatras o pediatras?
Aunque los psiquiatras sean los profesionales adecuados para el tratamiento de los trastornos de ansiedad, la propuesta de cribado del organismo estadounidense no implica necesariamente examinar a los niños en su consulta, sino que apunta por involucrar a los pediatras. Como en los programas de prevención que mencionaba Huertas, estos pueden estar entrenados para aplicar cuestionarios muy establecidos que localicen un problema oculto de este tipo.
La especialista del Hospital Sant Joan de Déu explica cómo funciona actualmente el circuito de detección precoz en Cataluña. "Todo suele comenzar con una mamá preocupada que, en primer lugar, acude a su pediatra", señala. Y explica por qué es importante ir precisamente a este especialista en primer lugar. "Dos razones: la primera es que él o ella son los que conocen al niño desde que ha nacido y, la segunda, que es muy importante descartar organicidad". Es decir, hay que cerciorarse de que los síntomas que presenta el pequeño no se deben a una patología no mental.
Cuando el pediatra confirma que al cuerpo del niño no le sucede nada y que realmente hay síntomas de que padezca un trastorno de ansiedad, puede ya dar algunas pautas a la familia para manejar la ansiedad del menor. Si lo considera necesario, acudirá a un programa de apoyo por el que un psiquiatra se desplaza al ambulatorio. "Hay casos que con dos o tres visitas se puede resolver, si hay un trastorno más grave se derivará a Psiquiatría infantil", destaca la profesional catalana.
Fármacos para niños
Pero ¿cuál es el principal tratamiento de la ansiedad en los más pequeños? Tanto las profesionales consultadas para este reportaje como las guías clínicas publicadas y la propia propuesta de cribado de la USPSTF tienen claro que la psicoterapia es la opción principal para los menores. "Las guías clínicas recomiendan tratamiento psicológico, no está recomendado en ansiedad un tratamiento inicial farmacológico, tienes que ayudarles a manejarse con la situación, a crear estrategias para poder llevarla. Cuando el trastorno se complica, se puede plantear algo de medicación siempre de acuerdo con el psiquiatra y valorando todo el caso", comenta Camprodon.
Huertas, por su parte, cree que efectivamente puede haber casos en los que sea necesario medicar, "dependiendo de la intensidad y de la gravedad" pero que siempre se optará primero por la intervención psicológica. En el documento del organismo estadounidense se menciona que sólo hay un fármaco aprobado para el tratamiento del trastorno de ansiedad generalizada en niños: la duloxetina.
Sin embargo, la Asociación Española de Pediatría no recomienda su uso en niños y adolescentes y sugiere, sólo si no funciona la psicoterapia, utilizar uno de estos antidepresivos: la fluvoxamina, la sertralina o la fluoxetina, pertenecientes a la familia de inhibidores de la recaptación de la serotonina.
El trastorno de ansiedad generalizada es sólo uno de los seis tipos definidos de patologías de esta clase. Los otros serían: el de ansiedad por separación, el de ansiedad social, el trastorno de pánico, el mutismo selectivo y las fobias específicas. Al menos, un tercio de los niños y adolescentes con trastornos de ansiedad cumplen criterios para dos o más trastornos de esta clase.
Otra pata del abordaje de esta patología en menores que difiere del que se recomienda en adultos es la implicación de la familia, algo que se define como básico en el contexto pediátrico y brilla por su ausencia en el de los más mayores.