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El sentimiento más monárquico de la península Ibérica se concentra, elevado a la máxima potencia, no en Madrid con los Borbón sino en el Peñón de Gibraltar con la matriarca de los Windsor. En la colonia británica están de fiesta estos días para celebrar el Jubileo de Platino de su reina, Isabel II, por sus 70 años en el trono. La conmemoración se extiende por toda la Commowealth, la mancomunidad de los 15 países independientes de los que es jefa de Estado, pero aquí la demostración de cariño y lealtad es especialmente calurosa.
La longeva monarca, de 96 años, es queridísima en este estratégico enclave que da nombre al Estrecho entre el Mediterráneo y el Atlántico. España, su antigua propietaria, se lo reclama al Reino Unido desde hace tres siglos. Lo perdió por una pugna dinástica, en la guerra de sucesión española que llevó al Borbón Felipe V al poder en Madrid en sustitución de la dinastía de los Habsburgo. Una flota angloholandesa al servicio de la causa del archiduque Carlos de Austria invadió Gibraltar en 1704 y el Tratado de Utrecht ratificó el nuevo statu quo en 1713.
El vínculo entre los gibraltareños y su soberana se consagró en el viaje histórico en que la joven reina, entonces de 28 años, visitó por primera y única vez la Roca, los días 10 y 11 de mayo de 1954. Gibraltar era la última escala de la vuelta al mundo por tierra, mar y aire que Isabel II dio entre noviembre de 1953 y mayo de 1954 para visitar los territorios del viejo imperio británico y presentarse ante sus súbditos de los cinco continentes.
La recibieron con un fervor que ahora han renovado las nuevas generaciones. El diario local The Gibraltar Chronicle, uno de los decanos de la prensa europea, contó entonces que los 27.000 habitantes de la colonia, entre militares, funcionarios y población civil (hoy son 33.700) mostraban tanto entusiasmo por su nueva reina que no habría necesitado escolta. Si hubieran detectado a un intruso con malas intenciones, lo habrían despellejado ellos mismos en el acto.
Para conmemorar los 70 años de reinado de Isabel II y su paso por el Peñón, el gobierno gibraltareño que encabeza el ministro principal Fabian Picardo ha preparado una exposición con 303 fotografías de la vida de la monarca, que se inaugura este lunes, 6 de junio, en la Galería Gustavo Bacarisas (pintor nacido en 1873 en Gibraltar y muerto en 1971 en Sevilla). El domingo concluyeron los cuatro días de fiesta en el Reino Unido y sus territorios, pero la conmemoración del Jubileo de Platino continúa el resto de 2022.
Exposición hasta el 22 de julio
La exposición de fotos sobre Isabel II la ha preparado el archivista Anthony W. Pitaluga, director de los Archivos Nacionales de Gibraltar. La muestra la inaugura este lunes 6 de junio Joseph García, viceministro principal de Gibraltar y ministro responsable de los archivos, y se abre al público desde el martes 7 de junio hasta el viernes 22 de julio. La entrada es gratuita. El horario de apertura será, de lunes a viernes, de 9 a 16 horas (hasta el 13 de junio) y de 8.30 a 14 horas (a partir del 14 de junio).
Su vuelta al mundo
Una sección de la colección fotográfica en blanco y negro que ahora se expone retrata la histórica visita isabelina de 1954. Parte de ellas ilustran este reportaje. Isabel II se había convertido en monarca regente a la muerte de su padre, el rey Jorge VI, el 6 de febrero de 1952, y el 2 de junio de 1953 se celebró su coronación. Poco después, el 23 de noviembre de 1953, salió del palacio de Buckingham para emprender su vuelta al mundo de presentación en las posesiones británicas, en una época en que avanzaba el proceso de descolonización del antiguo imperio.
Viajó a Bermuda, Jamaica, Panamá, Tonga, Fiyi, Nueva Zelanda, Australia, islas Cocos, Ceilán (hoy Sri Lanka), Adén (Yemen), Uganda, Tobruk (Libia) y Malta. De esta isla mediterránea, hoy país independiente en la Unión Europea, zarpó en el barco real HMS Britannia para la última escala de su periplo, Gibraltar.
Desembarcó en el Peñón, frente a la costa española, el 10 de mayo de 1954. La acompañaba a bordo su familia: su marido, Felipe, duque de Edimburgo (de quien enviudó a su muerte en 2021), y los dos hijos que había tenido hasta entonces, los príncipes Carlos (nacido en 1948) y Ana (1950), que aún no había cumplido 6 y 4 años. Andrés nació en 1960 y Eduardo en 1964.
En el muelle la estaba esperando el gobernador británico, George MacMillan, para entregarle las llaves de la ciudad. En las imágenes en blanco y negro vemos a la reina y su marido pasando revista a las tropas a bordo de un coche oficial descapotable junto a la mole del peñón, en la pista del aeropuerto, y luego, en un momento distendido, con los famosos monos que habitan en las alturas, como se aprecia en la imagen que abre este reportaje. Una multitud abarrotaba las calles vitoreando a la monarca.
Pasó revista a las tropas y la vitorearon en la calle; en la multitud, es posible que hubiera españoles venidos del otro lado
Para ella habían montado en la calle Real una especie de meta volante como en las carreras ciclistas, con el lema "Welcome", bienvenida, y una cinta de acera a acera, para que su coche la rompiera e inaugurara al pasar. Es posible que entre esos entusiastas espectadores hubiera muchos españoles del otro lado de la frontera, de los miles que entonces y hoy vienen a trabajar y comerciar a la colonia. En el estadio Victoria la recibieron los escolares que enarbolaban banderitas de la Union Jack.
Un documental cinematográfico en color de British Pathé inmortalizó la visita real a Gibraltar (se puede ver en el vídeo que cierra esta historia, a partir del minuto 10': 51"; no se lo pierdan). Ahí, como en un cuento de hadas ambientado en un lugar único entre Europa y África, aparecen la joven reina y su consorte, sus niños príncipes, los jubilosos espectadores, los militares de gala. Eran, seguramente, algunos de los momentos más felices en la larga vida de la reina, emparentada con el rey español Felipe VI.
El fervor que despertó entonces su visita tenía una explicación política. Esa manifestación permitió a la población local escenificar su lealtad a la corona y al Reino Unido, reafirmar la parte británica de su identidad y garantizarse la protección de Londres frente a las reclamaciones de soberanía de España durante la dictadura de Francisco Franco.
El viaje de Isabel II les dio así la oportunidad de "persuadir a los gobiernos británico y español de las cualidades de los residentes locales, incluyendo su continua lealtad a la Familia Real británica/imperial e indirectamente a Gran Bretaña", dicen los historiadores de la Universidad de Londres Klaus Dodds, David Lambert y Bridget Robison en su estudio de 2007 sobre aquella visita, "Loyalty and Royalty: Gibraltar, the 1953–54 Royal Tour and the Geopolitics of the Iberian Peninsula" (Lealtad y realeza: Gibraltar, el tour real de 1943-1954 y la geopolítica de la península Ibérica).
La visita de 1954 les permitió demostrar su "continua lealtad" a la familia real británica, dice un estudio
La voluntad de la población local de dotarse de autogobierno y una Constitución propia que reforzaba su unión con Londres desató como represalia el cierre unilateral de la Verja por Franco en 1969, reabierta en democracia en 1985 tras la llegada a la Moncloa del socialista Felipe González.
La primera acción hostil de Franco respecto a la visita de Isabel II fue anterior a su llegada. Ordenó al cónsul español en Gibraltar, Ángel de la Mora y Arena, que saliera del territorio, lo que este hizo el 30 de abril de 1954, dos semanas antes de que la reina desembarcara. Como era el cónsul más veterano en el Peñón, le habría tocado recibir a su majestad en nombre de los cónsules acreditados, como recuerda el Servicio de Información del Gobierno de Gibraltar, InfoGibraltar, en la información que ha facilitado a EL ESPAÑOL | Porfolio sobre esos antecedentes.
La visita de Isabel II los hizo más británicos y monárquicos. Y la celebración ahora del Jubileo de Platino sirve para reafirmar ese lazo, como ha declarado el ministro principal, Fabian Picardo, a la televisión local: "Los vínculos de Gibraltar con el Reino Unido y la Corona quedarán consagrados para siempre en nuestra Constitución".
"Los vínculos con el Reino Unido y la Corona quedarán consagrados para siempre en nuestra Constitución"
Aparte de este pronunciamiento previsible, el líder político de Gibraltar mantiene un prudente silencio en los últimos meses, sin intervenciones públicas en actos en España o en la prensa española, pues su gobierno está negociando con el español y el británico el decisivo acuerdo post-Brexit tras la salida del Reino Unido de la Unión Europea, que facilite la comunicación transfronteriza, y no quiere que palabras suyas provoquen una reacción contraria de los nacionalistas españoles.
Quizás por este clima buscado de perfil bajo, mientras duran las negociaciones, el gobierno de Gibraltar ha preferido en este Jubileo de Platino no repetir la espectacular y polémica proyección del rostro de la reina sobre la pared rocosa del Peñón, que marcó en 2012 el Jubileo de Diamantes, por los 60 años de reinado. Entonces, esa imagen gigantesca, que se veía desde la costa española de La Línea y más allá, se interpretó como una exhibición provocadora frente a los defensores del retorno a la soberanía de Madrid.
En esta ocasión, en 2022, las calles se han engalanado como en una súperfiesta, hay desfiles militares, los cañones disparan salvas de honor y en la torre del castillo arde una simbólica antorcha de homenaje. Quien quiera vivir ambiente monárquico y británico a raudales, solo ha tenido que cruzar estos días la frontera desde La Línea, que sale más barato que ir a Londres.
La visita de Carlos y Lady Di
Isabel II completó su vuelta al mundo el 15 de mayo de 1954, al cabo no de 80 días, como Phileas Fogg en la novela de Julio Verne, sino de 173 jornadas. Viajó mucho luego por el planeta pero no regresó a Gibraltar. En cambio, ha enviado a su prole como embajadores suyos en numerosas visitas a lo largo de estas siete décadas. La más recordada fue la que protagonizaron en su luna de miel Carlos de Inglaterra y Diana de Gales, Lady Di, el 1 de agosto de 1981.
Llegaron en avión, recorrieron las calles de Gibraltar en un coche descapotado ante los aplausos de 20.000 gibraltareños, y en el puerto embarcaron en el yate real HMS Britannia (el mismo en el que de niño el heredero había estado aquí con su madre), para continuar por mar su luna de miel. La visita duró solo 105 minutos pero provocó, como recuerda el blog de la Oficina de Información de Gibraltar, que los reyes Juan Carlos I y Sofía no fueran antes a la boda de Carlos y Diana en Londres, pese a que son parientes (Isabel II y Juan Carlos I son tataranietos de la reina Victoria).
Para las cebraciones del Jubileo de Diamantes (60 años de reinado), en junio de 2012, la reina envió a Gibraltar a su hijo menor, el príncipe Eduardo, y su esposa la condesa de Wessex. Fue entonces cuando la proyección colosal de la foto de su madre en el Peñón soliviantó al gobierno español del PP de Mariano Rajoy. El príncipe Eduardo presidió diez años después, el 31 de marzo pasado, un acto en el castillo de Windsor, en Inglaterra, con el Regimiento Real de Gibraltar.
Las autoridades gibraltareñas señalan que desde la guerra de independencia española (1808-1814) las relaciones con las de España fueron "bastante amables", con visitas recíprocas, hasta los años de litigio con Franco. La visita de la reina en 1954 desembocó más tarde en el cierre de la frontera en 1969.
El blog de la Oficina de Información gibraltareña pone un ejemplo de esa antigua cortesía. En enero de 1912, el rey Jorge V y la reina María del Reino Unido visitaron por segunda vez Gibraltar, engalanada para la ocasión, y el infante español Carlos de Borbón-Dos Sicilias, que había fondeado con una flota española en el puerto de Gibraltar, acudió a saludarlos.
La aceptación popular de la monarquía en España cayó en picado en los últimos años de reinado de Juan Carlos I debido a sus escándalos económicos y su cuestionada conducta personal. Su hijo, Felipe VI, se esfuerza por recuperar el apoyo perdido -lo ha conseguido en parte-, mientras persisten las voces que reclaman una consulta para elegir entre monarquía o república. El CIS hace varios años que no pregunta en sus encuestas sobre la aprobación de la familia real española. En cambio, en Gibraltar la adoración a su reina y a su dinastía se manifiesta tan sólida como la roca del Peñón.