Una de las mejores cualidades de Pablo Urdangarin Borbón es la naturalidad. De todos los hijos de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, el segundo es el que más desparpajo y normalidad ha mostrado en muchas ocasiones. El joven, de 22 años, fue el único que quiso hablar ante las cámaras cuando una revista del corazón publicó las imágenes de su padre con su nueva pareja, Ainhoa Armentia, en febrero de 2022. El jugador de balonmano, entonces en las filas del Fútbol Club Barcelona, se paró ante los periodistas y, de forma amable y educada, aclaró la situación familiar de aquel momento, en un acto que no debió de resultarle nada sencillo para una persona de tan corta edad.
La naturalidad demostraba en el que probablemente fue uno de los días más difíciles de su vida en los últimos años, es la misma que reflejó el pasado sábado, cuando tras terminar un partido con su actual equipo, el Fraikin BM Granollers, se acercó a su novia, Johanna Zott, y le dio un abrazo y un beso delante de todo el mundo. "Pablo es así, sano. Es un chico bueno y noble, preocupado por su familia, su deporte, sus estudios, y ahora por su pareja. Nada más", asegura a EL ESPAÑOL | Porfolio una amiga de su madre.
Pablo ha hecho su vida en Barcelona. Se encuentra muy adaptado, instalado y feliz, siendo una de las razones de esa felicidad Johanna Zott, la persona que le acompaña desde hace más de un año y medio. Sin embargo, no solo la joven se ha convertido en apoyo del nieto de doña Sofía. La familia de la jugadora de voleibol, deporte que practica de forma amateur con un grupo de amigas, ha acogido al segundo de los Urdangarin como su hijo, en un seno familiar donde solo hay niñas, cuatro en total.
Las hermanas de Zott, según fuentes consultadas por este periódico, son todas "responsables, divertidas, altas, rubias y muy guapas. Además, son una piña. Han acogido al novio de su hermana e hija como una más de la familia y se siente tan a gusto entre ellos".
Al principio de su noviazgo, el jugador de balonmano intentó proteger a su novia de la atención de los medios de comunicación, ya que la joven no está acostumbrada a ser el foco de atención. Sin embargo, en la actualidad la pareja ha decidido ser natural y empezar a bromear sobre el tema de que le persigan los fotógrafos mientras sacan a la mascota de la familia, un caniche de color blanco, o darse un beso en público delante de todo el mundo.
Los dos jóvenes pasan la mayor parte del tiempo en la casa de los padres de la joven. Se trata de una residencia de varias plantas, con jardín y piscina privada, en una de las zonas más apreciadas a las afueras de Barcelona. De hecho, hasta hace bien poco tenían como vecinos a Piqué y Shakira.
En una entrevista que Pablo concedió a la Agencia Efe al principio de temporada con motivo de su fichaje por el equipo de Granollers, el joven habló de todo, incluido de su novia. Comentó que se sentía muy a gusto en Barcelona, en parte gracias a la familia Zott, con la que pasa mucho tiempo. También hace lo propio con sus primos, los Gui Urdangarin, hijos de la hermana mayor de Iñaki, Ana, uno de los pilares de sus sobrinos durante la tormenta del Caso Nóos, el posterior ingreso en prisión de su padre y la separación de los exduques de Palma.
La relación de las familias
Los padres de la novia de Pablo Urdangarin son dos profesionales "que han trabajado mucho, muchísimo para poder darle a sus hijas una buena vida y educación. El padre es profesor en el Instituto de Negocios de Barcelona y la madre, es médico", añade una amiga de la hermana del Rey. La familia llegó de Francia a la Ciudad Condal hace ya unos años y ya están completamente adaptados.
Johanna ha querido seguir los pasos de su madre y estudia medicina. Ya se encuentra haciendo las primeras prácticas en un hospital universitario. A pesar de que se especuló mucho por su ausencia en Ginebra en la graduación de Irene Urdangarin, lo cierto es que la novia de Pablo no viajó a Suiza porque se encontraba en plenos exámenes.
Pablo y Johanna se conocen desde mucho antes de que comenzarán a ser pareja. Cuando los Zott llegaron desde el país vecino, inscribieron a sus cuatro hijas en el Liceo Francés de Barcelona, el mismo centro donde estudiaban los Urdangarin Borbón antes de mudarse a Ginebra. Ambas familias coincidieron en esa etapa entre Washington y Ginebra en pleno estallido del Caso Nóos.
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"Doña Cristina y la madre de su nuera se conocen desde hace mucho. En aquel momento fueron muchos los padres del centro educativo que le dieron la espalda a la Infanta por los problemas con los tribunales. Los Zott, sin embargo, fueron de sus mejores apoyos. Siempre estuvieron al lado de la hermana del Rey", apunta una amiga de la hija pequeña de los Reyes Eméritos. De ahí que hace unas semanas ambas estuvieran sentadas en las gradas de la cancha donde disputaba un partido Pablo, charlando como buenas amigas. "Es que lo son", puntualiza.
El día a día de la joven pareja es sencillo. A pesar de los entrenamientos de Pablo y de los estudios de Johanna, ambos intentan verse todos los días, quedando a tomar algo cerca de la casa de ella o en el domicilio de él, en Sant Joan Despí. Allí se mudó hace relativamente poco, para que la sede del equipo en el que juega en la actualidad le pillara un poco más cercano. Los días de verano se les ha podido ver paseando cerca de las playas de la capital catalana.
También comparten horas de estudio. Johanna con la medicina y Pablo queriendo terminar su carrera sobre Sports Management, que cursa en un centro privado de Barcelona. De esta manera, comparten muchas horas juntos en la biblioteca, ayudándose para mantener la concentración.
Lo curioso es que entre ellos hablan en inglés, saltando de forma aleatoria al francés, idioma que compartieron en el colegio. Comparten amigos, aunque muchas veces salen por separado: ella con sus compañeras de la facultad, mientras que Pablo disfruta poco de la noche, ya que su condición de deportista de élite le impide irse de fiesta. "Además, nunca han sido muy fiesteros ninguno de los cuatro Urdangarin, no tienen nada que ver con sus primos de Madrid. Son niños responsables, tal vez por lo mal que lo han pasado. Llevan una mochila de vivencias muy pesada a sus espaldas y eso te hace madurar de forma mucho más rápida", revela la misma fuente.
Hace unas semanas Pablo estaba muy contento con una idea que planeaba en la cabeza de su padre, Iñaki. El exjugador de balonmano, con el que mantiene una estrecha relación el joven, tenía pensado irse a vivir a la Ciudad Condal a trabajar. Urdangarin tenía una oferta de trabajo sobre la mesa, un puesto en una gran empresa de electricidad, para ocupar un puesto de administración y finanzas. Sin embargo, el peso y la ilusión que tiene ahora mismo en su relación con Ainhoa han hecho que se decida por quedarse a vivir donde está, en Vitoria. Allí ha encontrado también una ocupación laboral con un sueldo considerablemente alto.
"Se ha quedado allí. Él quería mudarse no solo porque el trabajo en el despacho donde encontró a su pareja se había terminado, sino porque una ciudad tan pequeña, en la que te conoce todo el mundo vayas donde vayas… Pero, al final, ha pesado más el amor", explica una de las fuentes consultadas por EL ESPAÑOL | Porfolio.
El caso es que la Infanta Cristina, que parece que está a punto de llegar a un acuerdo con su exmarido sobre el divorcio, se siente muy tranquila a pesar de estar viviendo en Ginebra lejos de Pablo, solo en Barcelona. La hermana del Rey tiene claro que su hijo ha encontrado en la familia Zott un hogar en el que estar y sentirse completamente seguro e integrado.