En Chechenia no hay homosexuales. O eso decía hace seis años el jefe de esa república, Ramzán Kadyrov, al tiempo que ponía en marcha una serie de pogromos para cazar como a alimañas a docenas de lesbianas y gays y recluirlos en gulags creados ad hoc. Algunas de las viejas tradiciones soviéticas se mantienen incólumes en el Cáucaso y esa unidad administrativa rusa ha sido descrita por algunas organizaciones de derechos humanos como el lugar más hostil del planeta con la comunidad LGBTI, más incluso que Yemen o Arabia Saudí.
Claro que detrás de esa fachada de violenta retórica homofóbica —una combinación perfecta de uso torcido del Corán con los prejuicios medievales y tradicionalistas de Putin—, se han documentado varios casos de soldados rusos sodomizados en el frente por sus propios camaradas de armas chechenos, los llamados kadirovitas, que es como se denomina a los hombres hormonados de gimnasio integrados en los cuatro batallones Ajmat desplegados por Kadyrov en Ucrania.
Se han ganado la coletilla de soldados tik-tok porque invierten más tiempo jactándose de sus músculos y sus supuestas destrezas militares en las redes que peleando cuerpo a cuerpo. La pillada fue mayúscula cuando decidieron grabar una de las promos con la que regalaban los ojos de su líder junto a una cadena comercial solo presente en Rusia pretendiendo que combatían en Ucrania. Los de Kiev se rieron a mandíbula suelta en el metaverso ensalzando su valor en la lucha contra los semáforos.
El gendarme de Putin en Grozny es la clase de ignorante peligroso y fanfarrón capaz de ordenar a sus hombres que asesinen a Stepan Bandera. Solo había un problema. Cuando Ramzán Kadyrov dio la orden de matarle, el nacionalista ucraniano —devoto admirador de Franco— llevaba 68 años muerto (fue eliminado en Múnich por un agente del KGB el 15 de octubre de 1959). Ese es el nivel educativo de los sociópatas que lideran la agresión. EL ESPAÑOL | Porfolio ha investigado y hallado nuevas evidencias que demuestran que las tropas de la república rusa más homofóbica del mundo han agredido sexualmente al menos varios compatriotas.
Violado y enviado los suicidas
Una de las víctimas de los kadirovitas identificadas por este digital es el soldado Roman Igorevich Emelyanov. “La última vez que me contactó fue el 25 de mayo”, se lamentó su madre hace unos días en una queja dirigida el día 8 de este mes a la Fiscalía Militar del Ministerio de Defensa ruso que EL ESPAÑOL | Porfolio ha interceptado con la ayuda de un confidente del Servicio Federal de Seguridad (FSB). “Durante el tiempo que charlamos, me dijo que había sido violado varias veces por los soldados chechenos. Acudió en busca de ayuda a su comandante y adivine qué le dijo el oficial: 'Tenga usted paciencia si desea vivir'”.
Roman tenía 32 años cuando se lo tragó la tierra en algún lugar del frente. Gracias al testimonio de su madre, Lidia Ramazanovna Kantsaeva (nacida el 8 de noviembre de 1969 y con número de pasaporte ruso 5614248255) sabemos que este joven fue reclutado por el propio Kremlin en la colonia penal número 1 de Penza, donde cumplía una condena por tráfico de drogas.
A imitación de Prigozhin, cuando Moscú descubrió que la guerra de Ucrania no iba a ser un paseíllo —algunos de sus oficiales reservaron mesa en los restaurantes de Kiev la víspera de la invasión—, el Gobierno de Rusia acudió también a las prisiones rusas en busca de carne de cañón con la que abastecer la picadora. Solo que en lugar de servir en la compañía de los mercenarios de la Wagner, estos prisioneros liberados dependían directamente del Ministerio de Defensa, que era en quien en teoría les abonaba la soldada.
El nombre de estas unidades penales donde sirvió Roman cuando desapareció en combate son Storm-Z (Tormenta Z). Al igual que los “músicos” de Prigozhin, eran reclutados a cambio de su libertad y de un salario de unos 2.200 dólares mensuales. Estas compañías de 100 hombres asignadas a Tormenta-Z están siendo utilizadas para apuntalar las fuerzas rusas que sufren de fatiga de batalla.
Los presos reclutados directamente por el Kremlin reciben entre 10 y 15 días de adiestramiento militar, antes de ser enviados a morir. Hasta la fecha, han tenido un papel muy relevante en las batallas de Bajmut y de Avdiivka. Es la clase de destacamento a la que solo alguien tan desesperado como un preso angustiado se uniría con la esperanza de trocar varios meses en la guerra y algunos miles de rublos por varios años de condena. En el caso de Roman, le quedaban todavía seis.
"En varias ocasiones me pidió que informara a las autoridades militares de que estaba siendo violado. Luego fue transferido al batallón de los suicidas"
“Mi hijo fue condenado el 30 de septiembre de 2021 a ocho años de prisión y el 3 de mayo de este año, suscribió un contrato con el Ministerio de Defensa para defender los intereses de la Federación de Rusia en el destacamento Storm-Z, dentro de la unidad militar 31135, la división Taman, tercer pelotón de la primera compañía”, asegura su madre en la queja al fiscal militar obtenida por esta revista. “Roman tenía el distintivo de llamada (apelativo de soldado) Cuba. En varias ocasiones me pidió que informara a las autoridades militares de que estaba siendo violado. Pero mis súplicas se ignoraron y en lugar de poner freno a esos hechos, fue transferido al batallón de los suicidas”.
Lo de “batallón de los suicidas” es la denominación coloquial de los pequeños grupos de asalto a los que se envía en misiones imposibles a hacer contacto con la línea de fuego. Si se niegan a avanzar, son ejecutados por la espalda por las fuerzas de interposición, formadas a menudo por los propios chechenos, quienes, según los propios rusos, han recibido desde el principio un trato privilegiado en los campos de batalla pese a ser pésimos soldados. Al primero de los grupos, le sigue un segundo, y al segundo, un tercero, mientras se van amontonando los cadáveres con la esperanza de romper las líneas ucranianas de defensa.
Buena parte de estos batallones estaban formados por los prisioneros reclutados en las colonias penales rusas. Como las posibilidades de sobrevivir en una acción de guerra como esa son insignificantes, ser asignado al batallón es una forma sibilina de ejecución extrajudicial o de castigo. En algunos frentes del campo de batalla, se enviaban hasta 15 oleadas de carne de cañón humano para tomar una posición, y a pesar de ello fracasaron, lo que explica la elevada mortandad entre los presos de la Wagner y Storm-Z.
Enviado a morir para silenciarle
Lo que Lidia Ramazanovna Kantsaeva teme es que Roman fuera enviado a una de esas misiones para silenciarle. Todo respalda su intuición. “Sé que mi chico fue arrojado al campo de batalla sin chaleco antibalas y con un cuerno de cartuchos en el pueblo de Novoselovskoye, distrito de Svatovsky, región de Lugansk, el día 1 de junio de este año. Mi muchacho tiene tatuado un 55 junto a la muñeca y una flecha en un círculo sobre uno de los omóplatos. Ese mismo día desapareció sin dejar rastro y desde entonces vivo con un miedo constante por la vida y salud de mi hijo y por la reputación de mis seres queridos”.
Al final de su súplica, la madre del soldado implora que el estado de Rusia verifique los hechos y le otorgue protección a ella y a su familia porque teme igualmente por su seguridad. Cree que el FSB va a ir a por ella porque se niega a guardar silencio sobre los hechos acaecidos. Lo insólito sería que no la intimidaran.
“¿Cómo acabó el soldado violado por chechenos en una prisión rusa?”, le preguntan a la madre. “Mi hijo es un buen tipo”, responde ella. “Le condenaron a un campo de trabajo por vender un gramo de heroína. Todos en mi familia han sido siempre policías, así que imagine la vergüenza que sentimos. Pero yo estaba jubilada cuando lo detuvieron en Moscú. Él no consume droga. Solo quería ayudarme”.
¿Es este un caso aislado? Definitivamente, no. En un vídeo publicado hace ocho meses en YouTube, un checheno del batallón Ajmat asegura con el rostro descubierto: “Parece que hoy en día están movilizando también a golubih (mariquitas, en argot). Nos serán de mucha utilidad porque llevamos ya dos meses sin regresar a casa, desde que comenzó todo este disparate”. La afirmación registrada en vídeo podría parecer una broma chusca y homofóbica si no existieran pruebas de que, en efecto, los soldados de Kadyrov han violado a rusos.
En septiembre del pasado año, el reputado activista de derechos humanos checheno Abubakar Yangulbaev aseguró que dos hombres movilizados de los territorios ocupados del Donetsk habían sido violados por kadirovitas. Yangulbaev es un juez checheno retirado que fue personalmente torturado por Kadyrov. Antes de ser arrestado, creó un pequeño movimiento de oposición en torno a un grupo creado en VK, el Facebook ruso, donde denunciaba los secuestros, las torturas y la corrupción en la república de Kadyrov, un minúsculo territorio del tamaño de Kuwait apenas habitado por un millón y medio de personas.
Las víctimas de las violaciones dadas a conocer por el activista —no identificadas por su nombre ni verificadas de forma independiente— eran de Dokuchaevsk y fueron presuntamente sodomizadas en compañía de varios de sus camaradas de armas en los aledaños de la población de Berestovo. Los propios allegados de los “mobiks” (denominación coloquial de los soldados del Donetsk movilizados) publicaron un documento donde se identificaban con su apellido y, tras estampar su rúbrica en una doble página, describían lo ocurrido de este modo: “Los soldados fueron violados en presencia del resto de los miembros de su unidad. Cuando sus compañeros intentaron defenderlos, fueron amenazados por los chechenos con sus armas. Dijeron que les dispararían como a perros si hacían algo y que no somos nadie en nuestra tierra. Ni personas, ni ganado. Nuestro destino, entonces, es callarnos y aguantar”.
'Limpiaron' Chechenia de homosexuales
Estos mismos hombres corpulentos y barbudos de cuya efectividad sobre el campo de batalla se vanagloriaba Kadyrov han sido acusados también durante décadas de ser la guardia pretoriana de la que se sirve el líder de Grozni para limpiar el país de lo que él llama “la basura homosexual” mediante ejecuciones extrajudiciales y confinamientos en gulags. Menuda paradoja.
“Los casos conocidos de violaciones en el ejército ruso cometidas por militantes de Ramzán Kadyrov están relacionados con el deterioro de la situación en el frente y el aumento de las deserciones”, dice a este medio el abogado ruso Anatoli Fursov. Este disidente conoce bien de qué es capaz el Kremlin porque él mismo tuvo que escapar a España para no ser asesinado. Su historia se asemeja a la de otros tantos opositores que han desafiado a Putin y los suyos: el FSB fabricó un crimen a su medida (le acusó de homicidio) y trató de extorsionarle para que abandonase la política. Hasta Cataluña viajaron para pedirle más de un millón de euros. Desde nuestro país, ha seguido defendiendo como abogado a algunos de los represaliados por los rusos, de modo que conoce bien la trastienda del conflicto.
“A medida que más y más hombres se negaban a combatir o a acatar las órdenes, la violencia dentro del ejército de Rusia ha alcanzado proporciones increíbles”, asegura Fursov desde su escondite catalán. “Es bien conocido que la tarea principal de los kadyrovtsev hasta el día de hoy es eliminar a los soldados enviados por el Kremlin que huyen del campo de batalla. Es decir, realizan la función de "destacamentos de bloqueo" y disparan a los suyos. Aunque, en realidad, no consideran a los rusos como su propia gente. Suelen llamarles "piojos" y con gusto los matan o, eventualmente, los violan como castigo por delitos. Es un acto de poder. El mando militar ruso prefiere no confrontarse con los subordinados de Kadyrov y está tratando de ocultar todos los incidentes”.
Junto a las denuncias en las redes de soldados rusos y combatientes del Donetsk —no siempre autentificadas— , existen, además, certificados médicos que respaldan la existencia de más violaciones cometidas por miembros de los batallones de chechenos a los que, según la inteligencia americana, Putin proyecta recurrir ahora para cubrir algunos de los huecos que han dejado los mercenarios de la Wagner. El propio Fursov nos proporciona un documento médico que atribuye la fisura anal aguda y la sangre en las heces de Eugeny Nekrasov, un sargento de una unidad militar con base en Tokstoye, Oremburgo, a una agresión sexual perpetrada “a modo de represalia por personas de nacionalidad caucásica”.
“Con arreglo a ese informe divulgado por los propios medios rusos de comunicación, el sargento fue violado por chechenos como castigo por negarse a acatar una orden de combate descabellada”, afirma el disidente. “Según refirió Nekrasov al paramédico, fue golpeado por un grupo de chechenos y más tarde le agredieron sexualmente. En el examen que se le practicó hallaron hematomas y abrasiones en el rostro, las extremidades superiores, el torso y el tórax, además de dos fisuras en el recto”.
Hay certificados médicos que respaldan la existencia de violaciones cometidas por miembros de los batallones de chechenos.
Claro que, tal y como dice Fursov, el abuso de poder y la violencia sexual en el ejército ruso no es monopolio de los chechenos. “Se trata de una práctica viciosa que ha existido durante muchas décadas”, precisa el disidente. “De 2010 a 2023, el número de delitos contra la integridad sexual en el ejército ruso casi se triplicó y muchos de esos actos criminales van acompañados de palizas, lesiones y, eventualmente, asesinatos. Algunos soldados, incapaces de soportar semejante violencia, se han quitado la vida. La extorsión es también común. Se conocen casos de soldados que han sido vendidos u obligados a prostituirse porque no podían pagar lo que sus oficiales les pedían. ¿Quiénes son los clientes de estos reclutas prostitutas? A veces, incluso generales del ejército regular o mandos del FSB. Esto es algo que han venido denunciando de forma reiterada los comités de madres de soldados”.