El papel que juega Rusia en el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán
La ausencia de sanciones internacionales contra Azerbaiyán es la excusa perfecta para que su asedio contra la población civil armenia de Artsaj continue sin escrúpulos.
Mientras buena parte del mundo se sentaba a celebrar el día de Navidad, miles de personas se manifestaban en la plaza del Renacimiento de Stepanekert, capital de Artsaj (Nagorno Karabaj) para exigir el fin del bloqueo planificado por parte de Azerbaiyán al que se ven sometidos sus habitantes desde el 12 de diciembre.
Ahí viven 120.000 personas de etnia armenia que ven amenaza su supervivencia por la crisis humanitaria. El corredor de Lachín/Berdzor, única carretera que conecta Stepanekert con la República de Armenia está cortado. El transporte de civiles, el traslado de enfermos a hospitales, los víveres, las medicinas y la economía de Artsaj están bloqueadas.
El territorio de Artsaj lleva en disputa desde hace más de un siglo, con los armenios y azeríes enfrentándose por su control. La primera guerra se desató ferozmente con el proceso de disolución la Unión Soviética ente 1988 y 1994. Azerbaiyán considera de iure esta tierra como propia dentro de sus fronteras, pero más del 90% de la población de Artsaj es de etnia armenia. Estos últimos autoproclamaron su independencia. Y, a pesar de que no ha sido reconocida internacionalmente, el territorio sigue funcionando de facto como un territorio armenio autónomo conectado con la vecina República de Armenia, de la que depende para existir.
La última guerra armenio-azerí ocurrió entre agosto y noviembre de 2020, cuando Azerbaiyán lanzó una ofensiva para recapturar territorio. El enfrentamiento supuso una tragedia para los armenios de Artsaj, que perdieron parte de sus pueblos y aldeas. Unos huyeron a Armenia, otros llegaron a la ciudad de Stepanekert.
La crudeza del conflicto se cobró la vida de aproximadamente 4.000 soldados armenios y se produjeron unas 3.000 bajas del ejército azerí. Pero las amenazas del ejército de Azerbaiyán contra la población civil armenia han sido constantes y estas tienen un objetivo claro: la intención de que los armenios abandonen sus hogares y Artsaj para siempre.
Rusia lideró un alto al fuego en noviembre de 2020 entre las partes y un destacamento especial del ejército ruso es el encargado de velar por la seguridad y por la conexión de los armenios de Artsaj con Armenia, su principal fuente de riqueza y, en definitiva, con el mundo exterior.
"La defensa del medioambiente no debe ser el pretexto para dificultar intencionadamente la vida diaria de la etnia armenia del Nagorno Karabaj"
La misión militar rusa debía preservar el conocido Corredor de Lachín. Este corredor es un tramo de la carretera M-12 que discurre desde Stepanekert hasta la frontera con la República de Armenia pasando por localidades como Shushi-Susa o Berdzor/Lachín. Estos ya están totalmente en manos de los azeríes. Este tramo de tierra serpenteante y montañoso que sirve como pasillo entre Artsaj y Armenia es vital para garantizar la supervivencia de sus habitantes, y su bloqueo está produciendo la asfixia de su población.
Betty Arslanian, periodista de France 24 y Diario Armenia en Ereván resume las formas de instigación azerí contra los armenios desde que terminó el conflicto bélico de la siguiente manera: “Disparan a la población civil, a sus casas y en sus campos; cortan del suministro de gas, e incluso lanzan mensajes en armenio desde altavoces cercanos amenazando a la población con el uso de la fuerza si no abandonan sus aldeas”. Artsaj se teme lo peor: una limpieza étnica donde los fantasmas del genocidio de 1915 siguen presentes en todos los armenios que ven impotentes cómo Azerbaiyán, por medio del uso de la fuerza, reduce Artsaj a ruinas.
¿Pero quién ha bloqueado el Corredor de Lachín? Aunque parezca sacado de una mediocre comedia de televisión, varios grupos de manifestantes ecologistas han paralizado esta carretera que es el cordón umbilical que une a 120.000 personas con su fuente de supervivencia: Armenia. Denuncian el daño medioambiental causado por la explotación aparentemente ilegal de varias minas de oro y cobre en Artsaj: “Ecocidio”, “sé parte de la solución, no de la polución” es lo que se puede leer en ruso y en inglés en sus pancartas.
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La defensa del medioambiente no debe ser el pretexto para bloquear y asediar de forma intencionada a la población civil dificultando enormemente su vida diaria con la intención de producir un vaciamiento de la etnia armenia del Nagorno Karabaj.
Los activistas medioambientales, más alineados con la política de Bakú que con las causas verdes, han causado premeditadamente el cese de llegada desde Armenia de víveres, medicinas, transporte de civiles o incluso el traslado de enfermos a hospitales. Si el corredor sigue bloqueado varias semanas más, puede producirse una crisis humanitaria severa donde la población de Artsaj pueda verse forzada a dejar sus tierras para siempre.
Si las pancartas de los ecologistas azeríes lanzaban proclamas de defensa del medio ambiente, los manifestantes armenios de Stepanekert portaban enormes banderas de Artsaj y Armenia llamando a la reapertura de la comunicación por tierra con Armenia. Otro grupo de manifestantes lo hacían frente a los militares rusos, exigiendo en sus pancartas iniciar una conversación con el comandante ruso Andrey Volkov para que la vida no se congele y se haga insoportable para los 120.000 residentes armenios de Artsaj. En ellas se leían mensajes como “exigimos que se cumpla la declaración del 8 de noviembre de 2020”, “te creímos” en referencia al ejército de Rusia o “Putin, mantén tu palabra”.
"La comunidad internacional se ha limitado a expresar la necesidad de que las partes abran un diálogo para evitar un agravamiento de la crisis humanitaria en el Cáucaso"
Arslanian asegura que “todas estas acciones, dentro de las cuales también está comprendido el bloqueo del corredor, tienen el fin de generar pánico y terror en la sociedad. Transmitir la idea de que la vida en Artsaj no es vida y que la única solución es marcharse”.
Las respuestas de la comunidad internacional han sido vagas, poco claras y se han limitado a expresar la necesidad de que las partes abran un diálogo y evitar así un nuevo agravamiento de la crisis humanitaria en el Cáucaso. La ausencia de sanciones internacionales contra Azerbaiyán es la excusa perfecta para que su asedio contra la población civil armenia de Artsaj continue sin escrúpulos.
¿Cuánto podrán resistir 120.000 personas cercadas y aisladas si su vida pende de una sola carretera? El bloqueo ha producido la falta de necesidades básicas. Y por eso organizaciones internacionales humanitarias como Cruz Roja han tenido que intervenir para proteger las vidas y la dignidad de las víctimas de conflictos armados y proveerles de esta asistencia básica debida al bloqueo con Armenia.
Fátima Sator, responsable de relaciones públicas del Comité Internacional de la Cruz Roja en Ginebra confirma que, desde el 19 de diciembre, Cruz Roja han llevado a cabo cinco operaciones en el Corredor de Lachín en su papel de intermediario humanitario neutral. “Durante estas operaciones conseguimos garantizar el paso seguro de diez pacientes (dos de ellos residentes en el extranjero) junto a sus acompañantes, así como la entrega de más de diez toneladas de medicamentos, leche maternizada y alimentos para las estructuras sanitarias. Seguimos de cerca la situación y estamos dispuestos a actuar como intermediarios neutrales y ayudar a resolver los problemas humanitarios. Estamos presentes sobre el terreno y seguimos debatiendo las necesidades, a medida que van surgiendo, con todos los responsables pertinentes”.
120.000 armenios de Artsaj ahora dependen de esta ayuda humanitaria y de no desbloquearse el Corredor de Lachín con Armenia en breve, se estaría produciendo el primer paso de una limpieza étnica planeada, como es el de forzar a la población civil a abandonar sus hogares.
*** Iván Gastañaga es investigador de cultura judía.