Las testificales de Francisco Álvarez Cascos, Ángel Acebes, Javier Arenas, Rodrigo Rato y Jaime Mayor Oreja en el juicio del caso Gürtel han seguido un mismo guion y apuntalan la sospecha de que la dirección nacional del PP y Luis Bárcenas han acordado protegerse mutuamente y acudir al rescate de Rajoy, tal y como manifestaba el expresidente madrileño Ignacio González en una de las conversaciones intervenidas del caso Lezo.
Los tres exsecretarios generales -también ocuparon destacados ministerios-, el ex vicepresidente económico y el que fue máximo responsable de Interior con Aznar aparecen en los papeles de Bárcenas junto al propio Rajoy como perceptores de sobresueldos procedentes de la caja B del partido, un dinero cuyo origen estaba en las comisiones que el PP recibía a cambio de la concesión de obra pública. Ante Ruz, el juez instructor, Bárcenas llegó a corroborar la información que contenían sus documentos.
Pulso con Génova
El pulso entre el tesorero y la cúpula del PP alcanzó hitos inolvidables, como la publicación de su famosa contabilidad secreta y de los SMS de apoyo que le envió Rajoy. También su entrevista con Pedro J. Ramírez -en la que detalló el funcionamiento de la trama- o la rueda de prensa en la que María Dolores de Cospedal admitió que el partido había dado a Bárcenas una “indemnización en diferido”.
Sin embargo, el tesorero que amenazaba con tirar de la manta y sacar a la luz documentos capaces de “tumbar al Gobierno” fue cambiando de versión y ha acabado tildando de “despropósito” la decisión de la Audiencia Nacional de citar a declarar al presidente del Gobierno.
Pues bien, en correspondencia con el viraje de Bárcenas, todos los secretarios generales y exministros han declarado que nunca cobraron sobresueldos, han negado taxativamente la adjudicación de obra pública a cambio de mordidas y se han cuidado de exonerar a Bárcenas para poner el foco en su predecesor, Álvaro Lapuerta, a quien una “demencia sobrevenida” exime de cualquier responsabilidad penal.
Sin reproches a Bárcenas
Álvarez Cascos ha dicho que no tiene “ningún motivo de reproche hacia Bárcenas”. Javier Arenas ha admitido la reunión que mantuvieron el ex tesorero, su mujer, Rosalía Iglesias, el presidente Rajoy y él mismo en un despacho de Génova, si bien ha negado que fuera para buscar una salida airosa para todos y la ha calificado de “humana” porque se hizo “para despedirle”.
La versión de los ministros contraviene los apuntes contables de Bárcenas, en los que aparecen como perceptores de sobres. Pero si hubiera que creerles, y dado que las periciales han demostrado que las anotaciones son reales y que se hicieron a lo largo del tiempo, habría que aceptar como verdad algo ciertamente inverosímil: que el tesorero estuvo prefabricando pruebas falsas durante años. A este respecto resulta oportuno recordar que los exdirigentes del PP han declarado como testigos, no como imputados, por lo que están obligados a decir verdad. Lo mismo que Rajoy, cuando el próximo 26 de julio responda ante el tribunal de Gürtel en la Audiencia Nacional. Si no dice la verdad estaría incurriendo en un delito de falso testimonio.