La principal prueba de que el acuerdo de Gobierno alcanzado entre el PSE y el PNV ni aliviará las tensiones territoriales en España ni apaciguará la crisis abierta en el PSOE es la rapidez con la que Pedro Sánchez celebró como un éxito propio un pacto fraguado de espaldas a la gestora.
Lo de menos, en todo caso, es dirimir hasta qué punto ha estado el exsecretario general del PSOE en la letra o en el espíritu de este trato entre los socialistas vascos y la derecha nacionalista: es evidente que Sánchez, en plena campaña interna, quiere convertirse en el referente del socialismo periférico más condescendiente con el soberanismo.
Derecho a decidir
Lo mollar, y lo preocupante, es que un pacto que postula la reforma exprés del Estatuto de Gernika con la intención de lograr más autogobierno y debatir el denominado derecho a decidir con la vocación de celebrar una consulta, haya echado a andar con un PSE en minoría en el parlamento de Vitoria.
Es inquietante que los socialistas vascos hayan decidido saltarse a la torera, en sus negociaciones bilaterales con el PNV, las líneas rojas que el propio PSOE impuso a Sánchez cuando pretendía formar Gobierno. Y es poco tranquilizador que esta modificación a la carrera del marco jurídico del País Vasco se produzca con el PSOE descabezado y dividido y con el desafío del referéndum independentista de Cataluña en el horizonte.
Bildu y Podemos
Es verdad que el PNV no sigue la senda rupturista de Junts Pel Sí y que las partes se comprometen a que la mejora del autogobierno se produzca "dentro del ordenamiento jurídico vigente en cada momento". Pero también lo es que, una vez constituida la ponencia estatutaria, y con Bildu y Podemos con intención de pasar de actores secundarios a protagonistas, la deriva que tomen las negociaciones es demasiado previsible.
La gestora socialista ha intentado hacer de la necesidad virtud y ha aplaudido un acuerdo en el que no ha tenido arte ni parte. Todo indica que ha actuado así para no agravar la crisis interna ni acusar más la falta de autoridad de la que ya adolece. Lo malo es que ni mirar para otro lado solucionará la falta de liderazgo que ahora hay en el PSOE ni presentar como positiva el trágala de sus compañeros vascos mejorará su credibilidad.