Rubiales no entiende. ¿Un besito? ¿Una muestra de euforia en un momento de alegría extrema? Joder, que hemos ganado un Mundial. ¡De futbol! ¿Qué locura es esta? ¿Qué país es este? ¿Qué mierda de ola se lo ha llevado por delante? ¿En qué se ha convertido España? Españita de mi corazón, ¿qué han hecho contigo?
No. No lo entiende Rubiales. Si no han podido con él la corrupción, ni presuntas fiestas sexuales pagadas con dinero del fútbol, ni llevarse la Supercopa a uno de los países del mundo con menos derechos para cualquier ser humano que no sea local y rico, ni una demanda por agresión, ni todo lo que se cuchicheaba por los pasillos de Las Rozas. No. Un beso. Un jodido beso.
Rubiales no lo entiende. Con todo lo que ha pasado, y una mierda de beso termina de un plumazo con su poder, con su sueldo y con su prestigio. Como si hubiera robado unas cremas del súper.
No. Rubiales no lo entiende. No. Maldita zorra lesbiana.
¿Por qué, de todos, a él?
Si Trump fue elegido presidente de Estados Unidos tras decir barbaridades como: "Las beso (a las mujeres guapas). Ni siquiera espero. Y cuando eres una estrella te dejan hacerlo. Puedes hacer cualquier cosa. Lo que quieras. Agarrarlas del coño. Lo que sea".
Si Berlusconi tuvo sus Bunga Bunga y ganó votos y seguidores fervientes gracias a eso.
Si, total, fue un piquito en un momento de alegría máxima. ¿Cómo puede eso costar un cargo? ¡Un cargazo, como el suyo! Con los dineritos y favores que ha ido repartiendo por ahí, y ahora todos le clavan la puñalada, como un Julio César de marca blanca.
No. Rubiales no lo entiende. Porque, además, España está con él. Lo sabe. La España de verdad. La que importa, no esa en la que se ha convertido. Si sólo un maricón y el calzonazos de una feminista se han atrevido a criticarle en los campos de primera. El resto, callados como putas. Aunque, a partir de ahora, igual hay que decir, callados como futbolistas.