Esta Semana Santa no hemos salido, ni nosotros a Cullera ni las procesiones allí. Y, sorprendido, diré que las añoro. Mira que aporrear tambores bajo un capirote de rayón morado a las nueve de la mañana siempre me pareció un sindiós -¿santo descanso?... oigan, que hemos pasado un viacrucis de atascos para sufrir este calvario-, pero en esta Pascua callada, los echo de menos.
Tengo un chat de amigos de cuando iba a tres misas semanales, las dos del colegio jesuita y la del domingo, con mis viejos. Sé que dos de ellos son del Opus, y hay otro que es vicario episcopal. Yo me agnosticé hace décadas pero sigo sintiendo como propia la vida de aquel superstar de hace 20 siglos largos. Y no entiendo a quienes felicitan el Ramadán y el año nuevo chino pero se descojonan de las penitencias y la fe cristiana... o peor, esos que ven a quien invoca a ese dios como un enemigo.
Hombres como ellos -y como yo- lo mataron. No sé si hay otra religión en la que pasa, pero para un seguidor de Jesús de Nazaret, lo de ayer, la resurrección, es mucho más que la Navidad.
Vale que sin el jolgorio loco de que nazca el niño de una virgen no habría luego un profeta al que machacar las muñecas en un madero. Pero cuando vuelve a la vida, no lo hace para dividir al pueblo entre buenos y malos judíos, sino para invitar a todos a lo del "amaos los unos a los otros".
Yo fui creyente de chaval. Pero los jesuitas se pasaron de rosca enseñándome a pensar, y me hice más de Judas. Un tío normal, que se enamora, se desengaña, se equivoca y se arrepiente. Un perdedor honesto.
Deduje que me importaba un pimiento que Cristo fuera Dios. Me interesan más la cruz al sol del Gólgota, las moscas hurgando en sus heridas y su madre llorando sola. Pero lo que lo hace divino para millones y humano para mí es lo mismo: el amor, la justicia, la igualdad...
El mesías también pasó su cuarentena, en el desierto, hasta arriba de tentaciones y de dudas. Supongo que lo hizo huyendo de la bronca que ya lo perseguía, cuando Caifás se lo quería ventilar y llamaba cada tarde a Pilatos: "O me arreglas lo del populista éste que predica para los pobres y las prostitutas o se nos va de las manos".
En nombre de la hostia sagrada se han quemado brujas y se ha curado a infectados de ébola; las universidades católicas han formado a tiburones de la Bolsa y han creado escuelas en las favelas... a mis amigos les gustaba Juan Pablo II, que se alió con Ronald Reagan contra el comunismo, mientras el papa de ahora pide un Ingreso Mínimo Vital, como Pablo Iglesias.
Camino de Cullera, yo siempre escuchaba el mismo disco. Ése en el que el discípulo traidor es el favorito, y le habla de tú a tú al maestro: ten cuidado con tus fans, que se les ha llenado la cabeza de cielo y ya te piden imponer el amor matando romanos. Si hay un dios, es el mismo para rojos y fachas.