Un soldado ucraniano, durante un ejercicio militar en Chernihiv.

Un soldado ucraniano, durante un ejercicio militar en Chernihiv. Maksym Kishka Reuters

Europa

Putin busca 130.000 hombres con los que atacar Zaporiyia y dar un golpe en la mesa de cara a una negociación por Ucrania

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Según fuentes de la inteligencia militar ucraniana citadas por el diario The Economist, Kiev ya se prepara para la que puede ser la mayor ofensiva en lo que llevamos de guerra. Pese al enorme desgaste que acumula Rusia en estos casi tres años de campaña militar, con enormes pérdidas humanas y materiales, el ejército de Valeri Gerasimov sigue avanzando por la región de Donetsk, rodeando Kurajovo en su camino hacia Pokrovsk y cercando la importante ciudad de Velyka Novosilka por el norte, el este y el sur.

Capturar la ciudad desde la que partió la contraofensiva del verano de 2023 no debería ser fácil para las tropas rusas. Ahora mismo, mantienen un frente que va desde Kupiansk a Toretsk de norte a sur y desde Vuhledar a la citada Velyka Novosilka de este a oeste. Eso son cientos de kilómetros y decenas de miles de tropas con sus respectivos equipamientos. El esfuerzo logístico que conlleva una operación de esta envergadura es tremendo. Eso sí, de conseguir mantener estos avances, quedarían a las puertas de la frontera con la región de Zaporiyia, lo que sería un motivo de inmensa preocupación para Ucrania y sus aliados.

En concreto, desde Velyka Novosilka a la capital de la región anexionada unilateralmente por Vladimir Putin en septiembre de 2022, hay poco más de 150 kilómetros. Es una distancia considerable, por lo que, volviendo al artículo de The Economist, el Kremlin estaría buscando aumentar la fuerza de ataque hasta los 130.000 soldados solo para el asedio a uno de los grandes centros de la Ucrania rusófona. Es muy improbable que consiga algo así teniendo en cuenta, como decimos, la vasta extensión del frente, la necesidad de defender posiciones y el hecho de que aún siguen decenas de miles de tropas en Kursk intentando echar a los regimientos ucranianos allí posicionados desde agosto.

El ejército ruso es grande, pero no es infinito. Sus limitaciones se han visto expuestas a lo largo de esta guerra y una Ucrania bajo aviso debería poder defenderse, llegado el caso, incluso sin la ayuda de la futura Administración Trump. Dicho esto, todo lo que acerque a Rusia a su objetivo le colocará en una posición de fuerza de cara a negociar un alto el fuego. El último plan de “paz” filtrado desde el Kremlin habla de una partición de Ucrania en tres: Rusia se anexionaría de Járkov a Odesa, incluyendo Zaporiyia, Jersón, Donetsk, Lugansk y Dnipro; Kiev y los alrededores mantendrían una independencia nominal, tipo la Francia de Vichy, con un gobierno colocado por Moscú… y los territorios del oeste, con Leópolis a la cabeza, mantendrían su independencia salvo que polacos y rumanos decidieran reclamarlos.

La OTAN busca “cambiar la trayectoria del conflicto”

Comoquiera que el futuro gobierno estadounidense sigue siendo una incógnita respecto al conflicto entre Rusia y Ucrania, tanto la Unión Europea como el resto de países de la OTAN están estos días tratando de fijar una posición común. Este martes, los 32 miembros de la Alianza Atlántica se reunieron con el embajador ucraniano en Bruselas para analizar la situación en el frente y las amenazas nucleares vertidas por Vladimir Putin antes y después del lanzamiento del nuevo misil hipersónico Oreshnik.

El nuevo secretario general, Mark Rutte, insistió a la salida de la cumbre en la necesidad de aumentar la ayuda militar a Ucrania, incidiendo en la entrega de sistemas más sofisticados de defensa antiaérea. Rutte, quien se reunió con Donald Trump hace pocos días, mantiene firme la apuesta de la Alianza en defensa de la integridad territorial ucraniana pese a la retórica apocalíptica del Kremlin y la previsible tibieza estadounidense a partir del 20 de enero de 2025, cuando la nueva administración empiece su trabajo de cuatro años.

“Debemos ir más allá para cambiar la trayectoria del conflicto”, afirmó Rutte, en sintonía con las palabras del general Oleksandr Syrskyi, jefe de las fuerzas armadas ucranianas, quien habló este martes de la necesidad de iniciar algún tipo de contraofensiva. Lo cierto es que Ucrania lleva defendiéndose desde septiembre de 2023, con la excepción del ataque sobre Kursk. Mentalmente, es agotador, y poco a poco se va notando en la moral de los combatientes, cada vez más exhaustos. Ni Rutte ni Syrskyi quisieron concretar qué medidas se pueden tomar para cambiar la dinámica actual del frente.

Francia amaga con un envío de tropas

Una opción que se ha barajado en los últimos días es el envío de tropas directamente a Ucrania para combatir contra Rusia. Todo se deriva de unas declaraciones a la BBC del ministro de asuntos exteriores francés, Jean-Noël Barrot, en las que afirmaba que los aliados occidentales no deberían ponerse límites algunos en su ayuda a Ucrania. Preguntado si eso incluía el envío de soldados a suelo ucraniano para enfrentarse con los soldados rusos -lo que, en la práctica, supondría, retóricas aparte, el inicio de una III Guerra Mundial-, Barrot afirmó que ”no descartaba ninguna posibilidad”.

La opción de enviar tropas francesas al frente o, al menos, a ayudar en las labores de estabilización de la retaguardia, lleva abierta varios meses, desde que el presidente de la República, Emmanuel Macron, se cansara de las amenazas de Putin y le avisara públicamente de que Francia también es una potencia nuclear y nadie le iba a decir qué aliados elegir ni cómo ayudarlos. Sin embargo, la posición francesa, que bien puede tratarse de una demostración de fuerza más que una estrategia real de futuro, no es compartida por sus socios europeos.

Por ejemplo, el ministro de Asuntos Exteriores británico, David Lammy, afirmó en una pausa de la reunión de ministros del G7 en Fiuggi (Italia), que su país no iba a mandar tropas a Ucrania, negando una información de Le Monde que apuntaba en sentido contrario. “Quiero dejar claro que mantenemos nuestro compromiso de ayudar a Ucrania, especialmente en la formación de sus tropas, pero nuestra posición siempre ha sido la de no mandar soldados británicos al campo de batalla y no ha cambiado a día de hoy”, concluyó Lammy, zanjando así cualquier especulación.

En términos similares se pronunció el ministro de Defensa estonio, Hanno Pevkur, quien afirmó que “Ucrania necesita dinero para su industria militar, no tropas extranjeras”. En declaraciones al periódico The Hill, Pevkur expresó su convencimiento de que Ucrania podía defenderse por sí misma “siempre que le demos todos los medios que necesita en su lucha contra Rusia”, a la vez que lamentó el escaso apoyo que recibió Kiev el pasado mes de agosto, cuando inició el ataque a la región de Kursk, algo que, según Pevkur, podría haber cambiado el sino de la guerra.