Médicos militares ucranianos tratan de estabilizar a un soldado herido por la artillería rusa en el frente de combate de Bakhmut.

Médicos militares ucranianos tratan de estabilizar a un soldado herido por la artillería rusa en el frente de combate de Bakhmut. María Senovilla

Europa

'Los soldados ya saben poner bien su torniquete': la guerra de Ucrania desde un hospital de combate

Con la experiencia de 21 meses de guerra, los médicos militares ucranianos han ideadonuevos protocolos para reducir el número de soldados que son amputados.

27 noviembre, 2023 02:55
Donetsk

Sergey entra en el hospital de combate sobre una camilla, lo llevan sus compañeros de Azov. No parece estar malherido, no hay sangre en su rostro ni en su chaqueta, hasta que te fijas en sus piernas. La escena es dantesca: lleva colgando lo que le queda del pie derecho –apenas el talón– totalmente calcinado, mientras sus tendones y arterias cuelgan ensangrentadas. Ha pisado una mina antipersona.

Los doctores se apresuran, hasta diez sanitarios rodean al joven soldado en cuanto lo depositan en una de las salas de curas. El silencio es ensordecedor, los médicos apenas hablan, pero trabajan deprisa para estabilizar a Sergey. Lo primero que hacen es cambiarle de sitio el torniquete, está demasiado arriba, y lo colocan más cerca del tobillo.

Monitorean sus constantes vitales, le ponen una vía a través de la cual empiezan a suministrar varios medicamentos y preparan su ficha médica mientras documentan las heridas fotografiándolas con un móvil.

Médicos militares de combate atienden a un soldado ucraniano que ha pisado una mina en el frente

Médicos militares de combate atienden a un soldado ucraniano que ha pisado una mina en el frente María Senovilla Donetsk

Lo han anestesiado. Por eso, a diferencia de otros heridos que van llegando, no se escuchan los quejidos de Sergey. Tendrá unos 30 años, metro ochenta, fuerte y con toda la vida por delante. Pero en ese instante, sobre la camilla, es imposible no preguntarse qué sentirá cuando despierte de la anestesia y le digan que ahora sólo tiene un pie. ¿Cómo va a cambiar esto su vida?

Los médicos que se afanan en atenderlo no se hacen estas preguntas. En muchos casos, cuando se acumulan los heridos en las salas de curas, ni siquiera les preguntan el nombre, a qué brigada pertenecen o a qué se dedicaban antes de que Rusia invadiera Ucrania.

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Esas cuestiones ya las responderá en el hospital al que lo trasladen, cuando consigan detener la hemorragia. También hablará sobre ello en el centro de rehabilitación, donde pasará meses hasta que aprenda a volver a caminar. Pero en ese instante las prioridades son diferentes.

En estos puntos de estabilización –una suerte de hospitales de combate que el Ejército ucraniano implementa cerca de todos los frentes– la misión es contener la hemorragia, reanimar al herido y estabilizarlo para que pueda llegar con vida a otro hospital de referencia donde les hagan las pruebas y las preguntas necesarias para iniciar su proceso de recuperación.

Un soldado ucraniano llega al punto médico de estabilización, tras haber pisado una mina antipersona en el frente de combate de Bakhmut

Un soldado ucraniano llega al punto médico de estabilización, tras haber pisado una mina antipersona en el frente de combate de Bakhmut María Senovilla Donetsk

Estamos cerca de Bakhmut, y mientras siguen atendiendo a Sergey, se escuchan varias explosiones en el exterior. Pero nadie parece prestarles atención, los heridos siguen llegando y los médicos no dan abasto con lo que tienen dentro del hospital, así que no van a perder tiempo con lo que sucede fuera.

Vidas cercenadas

Entre los heridos, Kostia entra gritando "torniquete, torniquete" mientras se sujeta como puede la mano derecha, totalmente ensangrentada. "Es una herida por fuego de artillería", me confirma uno de los médicos que sale a su encuentro. Llega junto a otro compañero que tiene heridas en el abdomen, su estado parece más delicado.

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Cuando los doctores comienzan a cortar su uniforme, los gritos de dolor ponen la carne de gallina, hasta que le inyectan un sedante. Las salas de estos puntos de estabilización son una mezcla entre urgencias, quirófano portátil, sala de pruebas médicas y enfermería. Todo a la vez.

Veinte médicos –muchos de ellos voluntarios– trabajan a destajo 24 horas al día, pero cuando llegan varios heridos al mismo tiempo, no son suficientes. Las carreras por los pasillos y el técnico que maneja la máquina de rayos X portátil, cruzando de una sala a otra sin parar, dan cuenta del ritmo frenético que se respira en estos lugares.

Muchos de los médicos ucranianos que trabajan en los hospitales de combate son voluntarios

Muchos de los médicos ucranianos que trabajan en los hospitales de combate son voluntarios María Senovilla Donetsk

Kostia tiene las dos manos heridas, pero no va a ser necesario amputar. No se queja, aguanta el tipo, y cuando los doctores terminan de estabilizarlo me cuenta que pertenece a la 22 Brigada Mecanizada. La artillería rusa les alcanzó en las proximidades de Bakhmut.

Mientras hablo con Kostia, entran otros cuatro soldados más. A pesar de que llegan por su propio pie, están aturdidos y tienen contusiones, así que se apoyan unos en otros hasta las camillas. "Un mortero explotó muy cerca", me aclara su comandante. Ellos son de la Brigada 114 de la Defensa Territorial.

Evacuaciones al límite

Las evacuaciones hasta estos puntos de estabilización dependen de la situación táctica: si los rusos están bombardeando, no se puede trasladar a los heridos. "Hay pacientes que llegan dos horas después de ser alcanzados, otros tardan cuatro o seis horas... y algunos aguantan 24 horas en su trinchera hasta que nos los pueden traer", explica el doctor Dimitri Urakov, el jefe del Departamento Médico de la 5 Brigada de Asalto.

Ellos se ocupan de otro punto de estabilización, aún más cerca de primera línea. En el último mes los han bombardeado en tres ocasiones, pero nadie del equipo médico ha abandonado su puesto. "El problema cuando tardan tanto en traer al herido es que, si tienen puesto el torniquete más de 6 u 8 horas, se pueden gangrenar los miembros afectados, y por eso se producen tantas amputaciones", continúa relatando.

El doctor Dimitri Urakov muestra uno de los vendajes con los que los médicos militares ucranianos recomiendan sustituir el torniquete de los heridos para evitar amputaciones

El doctor Dimitri Urakov muestra uno de los vendajes con los que los médicos militares ucranianos recomiendan sustituir el torniquete de los heridos para evitar amputaciones María Senovilla Donetsk

"Lo que más atendemos en los puntos de estabilización son heridas de metralla en los miembros inferiores, y lo primero que hacemos es quitar los torniquetes, pero muchas veces ya es tarde para salvar el miembro", añade.

"Los protocolos internacionales para heridas en combate –que dicen que hay que poner lo más rápido posible un torniquete cuando hay una hemorragia en piernas o brazos, y no tocarlo hasta que el herido llegue a un punto médico– no son convenientes cuando las evacuaciones no se pueden realizar en las cuatro primeras horas", detalla Urakov.

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"Por eso nosotros, después de todos estos meses de experiencia junto al frente de combate, estamos implementando un nuevo protocolo: recomendamos parar la hemorragia con un torniquete, pero cambiarlo por un vendaje prieto unas cuatro horas después; esto evita amputaciones", asegura.

"Cuando trabajas en un lugar como éste agudizas el ingenio, aprendes a improvisar y también a sacar conclusiones que pueden salvar vidas. En un solo día podemos atender a 10 heridos o a 100, y nadie nos avisa cuando la evacuación está en camino: simplemente nos traen a los hombres hasta la puerta y nosotros empezamos a trabajar", apostilla el doctor, que antes de la invasión a gran escala tenía un laboratorio de investigación clínica en Kiev.

En un punto de estabilización cerca de Bakhmut, uno de los médicos militares controla las constantes del soldado Sergey

En un punto de estabilización cerca de Bakhmut, uno de los médicos militares controla las constantes del soldado Sergey María Senovilla Donetsk

Morir por tu libertad

La experiencia de estos 21 meses de guerra también juega a favor de los soldados ucranianos en los temas médicos: "La mayoría de los soldados ya saben colocarse el torniquete correctamente, y eso está salvando muchas vidas porque, por desgracia, no hay suficientes paramédicos en las posiciones de primera línea", añade Yaroslava, otra doctora que lleva un año como voluntaria médica en el Ejército y ha atendido ya miles de casos.

Le pregunto al doctor Urakov qué es lo que más echa de menos de antes de la guerra: "La libertad", responde sin vacilar. "Rusia ha secuestrado la libertad de un país entero y de todos sus ciudadanos". El médico no es el único que piensa así; ésta es una de las respuestas que más se repiten, tanto en las ciudades donde el sonido de las bombas les queda –afortunadamente– muy lejos, como en el frente de combate donde hieren a diario a los pacientes de Urakov.

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"Aquí salvamos al 90 por ciento de los heridos que nos llegan aún con vida", apunta el médico antes de despedirnos. Los doctores que trabajan en estos lugares suelen vivir ahí mismo, durante guardias de hasta siete días seguidos. Y a menudo duermen en los sótanos, que la mayoría de las veces no tienen ventilación. Pero ni uno sólo se queja.

Son muchos los heridos que se quedan por el camino, y muchos más los que –aunque salven la vida– ya no volverán a vivir como antes. Sergey despierta de la anestesia antes de que me vaya, y puedo contemplar la escena. Los médicos están hablando con él, le están explicando lo que le ha sucedido. Tras una breve conversación le dejan solo. Él rompe a llorar, en silencio.