"El Gobierno es intocable": un político de Indonesia sale impune de esclavizar y torturar a 656 hombres
El regente Terbit Rencana Perangin-angin usó el pretexto de un programa de desintoxicación para traficar con personas de su distrito. Es un ejemplo más de cómo la trata prevalece en en el Sudeste Asiático.
26 junio, 2023 03:33A principios de 2022, las autoridades indonesias descubrieron dos jaulas sucias que contenían a más de 65 hombres en una finca en el norte de Sumatra (Indonesia). Pertenecían a Terbit Rencana Perangin-angin, un poderoso político de la región. Durante una década, Perangin-angin mantuvo cautivos a más de 656 hombres adictos a la droga bajo un supuesto programa de rehabilitación, aunque este no poseía ninguna certificación. Más tarde se descubrió que esta iniciativa era nada menos que una fachada para disfrazar un ciclo continuo de esclavitud humana.
Este caso refleja una alarmante alza en el número de traficantes que emplean el engaño y la manipulación para atrapar a personas en el Sudeste Asiático. Como Rachel Luschen, Directora Ejecutiva de la organización Unbound Now en Indonesia, dijo a EL ESPAÑOL, estos criminales "explotan vulnerabilidades", como la escasez de oportunidades laborales, para atraer a las víctimas hacia la trata de personas.
En el norte de Sumatra, Perangin-angin se aprovechó de la alta tasa de consumo de metanfetaminas en la región. Promocionó su falso programa de rehabilitación en YouTube y, según The New York Times, muchas familias locales aceptaron la oferta de tratamiento gratuito e inscribieron voluntariamente a sus hijos, firmando exenciones que eximían al programa cualquier responsabilidad por lesiones o muertes de los participantes.
The trial of eight defendants accused of being involved in the fatal caging of men in the house of graft suspect regent Terbit Rencana Perangin-Angin has begun in Langkat. The defendants include Terbit’s son Dewa https://t.co/Y4kJAq3QKB pic.twitter.com/ROvJ2jfe2i
— Andreas Harsono (@andreasharsono) July 28, 2022
Sin embargo, el programa resultó ser una trampa, según testigos que hablaron con The New York Times. "El regente no quería gastar dinero en contratar trabajadores, así que nos convirtió en esclavos", dijo un testigo. En lugar de recibir tratamiento, los cautivos fueron obligados a trabajar en una plantación y una fábrica de aceite de palma propiedad de Perangin-angin y su familia. Además, se les asignaron tareas como limpiar la mansión del regente, lavar sus vehículos o cuidar de su ganado.
Las víctimas también sufrieron niveles extremos de violencia. Muchos fueron sometidos a torturas, golpizas, quemaduras y abusos sexuales. Un testigo relató cómo un guardia de la plantación quemó la punta de su pene con un cigarrillo y lo obligó a él y a otro fugitivo a sodomizarse entre ellos como castigo por intentar escapar. Según la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Indonesia, al menos seis prisioneros perdieron la vida mientras estaban cautivos de Perangin-angin, y al menos tres de ellos murieron como resultado de torturas.
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Como reveló The New York Times, la comunidad y la policía eran conscientes de lo que sucedía en la plantación, pero nadie se atrevía a intervenir. Por consiguiente, pasaron años sin que se tomaran medidas contra los perpetradores. Luschen explica que la corrupción y la falta de confianza en las autoridades contribuyeron a la renuncia de las víctimas y los residentes a hablar sobre sus experiencias y lo que presenciaron.
"En Indonesia, la influencia política va muy lejos", dijo Luschen a EL ESPAÑOL, explicando por qué las personas en estas comunidades no se comunican más con las autoridades. "No se trata solo de dinero. Si ocupas un alto cargo en el gobierno, tiendes a ser intocable. Entonces, en casos como este, que involucran a una figura política, muchas familias no se sienten seguras al presentar denuncias". Además, algunos agentes de policía también participaron en la tortura, lo que aumentó el temor de las víctimas aún más.
Aunque más víctimas han denunciado el programa recientemente, no se han tomado medidas concretas contra los perpetradores de estos abusos. Perangin-angin no ha enfrentado cargos relacionados con los hombres encontrados encerrados en su propiedad. Su hijo, Dewa Rencana Perangin-angin, fue condenado por torturar hasta la muerte a un hombre, pero recibió una corta sentencia de prisión de 19 meses y fue liberado después de cumplir la mitad de esa pena. Por su parte, los cinco agentes de policía conocidos por haber participado en actos de tortura sólo fueron asignados a rangos inferiores, sin ser formalmente acusados.
No obstante, Luschen mantiene la esperanza de que el presidente indonesio Joko Widodo cumpla con su reciente compromiso de abordar el problema del tráfico humano en el país. "Permítanme reiterar que la trata de personas debe ser erradicada. Debe ser completamente erradicada", enfatizó en un comunicado de prensa en mayo.
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Luschen reconoce el impacto de esta promesa. "Estamos presenciando un cambio en el gobierno y en la comunidad. Existe la esperanza de que las personas que solían creer que eran intocables ahora estén dudando de eso, y la esperanza de que el gobierno pueda generar más confianza en el pueblo indonesio".
Según un informe publicado este martes por el Jakarta Post, el portavoz de la Policía Nacional, el brigadier general Ahmad Ramadhan indicó que entre el 5 y el 18 de junio se rescató a 1.553 personas y se detuvo a 494 traficantes importantes. Aunque está por verse si el Gobierno cumplirá sus promesas de imponer castigos reales a los traficantes, Luschen considera esto como un paso importante en la dirección correcta.
"Cada persona merece libertad y la posibilidad de tener un trabajo digno. Es un problema abrumador, pero veo esperanza", dijo Luschen.