Elizaveta Ambarova

Elizaveta Ambarova

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Desde Crimea, punto clave de la guerra de Ucrania: "No desean el mal a nadie, pero defenderán su tierra"

Una joven rusa cuenta a EL ESPAÑOL la postura de los crimeos. "La mayoría tienen amigos y familiares en Ucrania. Quieren conseguir que nos odiemos".

6 marzo, 2023 02:58

"Parece que se juega con vidas humanas como si fueran muñecos"Elizaveta Ambarova una joven rusa que ha vivido casi toda su vida en España ha viajado hasta la tierra de su madre, Crimea, para comprobar cual es la situación allí desde el inicio de la invasión.

La guerra en Crimea comenzó en 2014 y sus ciudadanos, quienes "muchos de ellos nacieron durante la Unión Soviética y sólo hablan ruso", han vivido en sus propias carnes los cambios durante los diversos Gobiernos. Ambarova cuenta que a penas hay jóvenes en la zona. "Sólo he podido hablar con personas mayores" por lo que considera que las declaraciones obtenidas pueden estar sesgadas, "la opinión de los jóvenes seguro que es diferente".

"La mayoría no está a favor de la guerra, saben que nadie ha pensado en el bienestar del pueblo, pero ellos buscan lo mejor para sus vidas y por ello la mayoría apoya a Putin". La joven entrevistada narra cómo durante las temporadas bajo dominio ruso las ayudas sociales y las inversiones en infraestructuras públicas se incrementaron, de ahí su postura prorrusa

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En todos los territorios que en su día pertenecieron a la Unión Soviética existe un problema que va más allá de los intereses geopolíticos: las diferencias étnicas y el sentido de pertenencia. Es por este motivo que el sentimiento de "ser títeres" cobra importancia. "No desean el mal a nadie y no quieren la guerra, ya que salimos todos perjudicados, pero lo que sí tienen claro es que van a defender su tierra después de tantos cambios", aclara Elizaveta. 

Crimea es un territorio de especial interés por su localización estratégica junto al mar Negro y cuenta con una población mayoritaria de origen ruso, un amplio sector identificado como ucraniano y una minoría tártara (de procedencia turca).

Rusia lucha por el control del mar Negro al ser un importante punto estratégico, al permitir el acceso a diversos territorios colindantes a través del estrecho de Kerch y el Estrecho del Bósforo; por otro lado, al permitir el control sobre los puertos y las rutas comerciales le otorgaría a Rusia el poder de obstruir el comercio y los suministros energéticos, al ser un territorio atravesado por multitud de tuberías de transporte de energía; y en último lugar, a tarvés de este mar Rusia podría influir en territorios que comparten una historia común, condicionando su relación con la OTAN.

'Santa Rita, Rita'

Desde 1853 este área, a pesar de contar con la determinación especial de República Autónoma, ha ido pasando de mano en mano. No fue hasta 1954, cien años después, cuando el presidente soviético Nikita Kruschev, le regaló a la República Soviética de Ucrania la península de Crimea. En aquel momento era una concesión sin importancia ya que en definitiva continuaría dentro de la URSS y le ahorraría trabajo, al ser responsabilidad ucraniana y no 'rusa'. El problema llegó con la disolución soviética y la independencia de Ucrania, llevándose consigo el regalo de Kruschev. "La gente ha vivido en la Unión Soviética y por ello se siente rusa. Y eso es un factor que no se quita", explica Elizaveta. 

Como explica la entrevistada, "Esta guerra empezó con el 'Maidán'". En el año 2014, el presidente ucraniano y prorruso, Víktor Yanukóvich rechazó la firma del Acuerdo de Asociación y el Acuerdo de Libre Comercio con la Unión Europea, lo que derivó en el 'Euromaidán', dando comienzo a una guerra híbrida en Crimea. La huída del líder prorruso del país y la llegada de un nuevo Gobierno, con posibilidad de acercarse a la UE, provocó que Putin optara por anexionar la península bajo su gobierno. La zona gris en la que se había inmerso a la región, por los enfrentamientos entre tropas 'sin identificación nacional' frente a las ucranianas, sirvió de pretexto para que Rusia instara a la necesidad de un referéndum. Frente a la oposición de La Rada, sumado a diversas irregularidades, se celebraron unas elecciones de autodeterminación, que anexionó Crimea al territorio ruso.

Desde entonces Ucrania ha reclamado lo que considera suyo, el que fue un regalo de Nikita, y es por esto que ahora Volodimir Zelenski exige su retorno como única vía para acabar la guerra. "Hace nueve años comenzó la agresión rusa en Crimea. Si devuelven Crimea, restableceremos la paz. Es nuestra tierra. Nuestro pueblo. Nuestra historia. Devolveremos la bandera ucraniana a todos los rincones de Ucrania", escribió Zelenski en un mensaje en Telegram.

Monumento a los caídos en la Segunda Guerra Mundial.

Monumento a los caídos en la Segunda Guerra Mundial. Elizaveta Ambarova Koktebel

Sin embargo, como pasa en todos los conflictos, las voces de los ciudadanos son ignoradas. La importancia geoestratégica de la zona se sobrepone a los intereses de las víctimas que sufren las consecuencias de las ambiciones políticas. Elizaveta expresa la realidad de vivir entre esos dos mundos: "Parece que se juega con vidas humanas como si fueran muñecos. No se escucha qué es lo que quieren".

La población que vive en Crimea, al menos en invierno según explica Ambarova, es mayoritariamente de edad avanzada ya que los jóvenes se han marchado a sitios donde estudiar o trabajar, o directamente han huído para no ser reclutados. La mayoría de ellos han vivido durante los periodos soviético, ucraniano y ruso, y en base a su experiencia guían su postura política. Es en este sentido donde la estrategia social de cada Gobierno juega un papel determinante. "Cuando se disolvió la URSS el Gobierno ucraniano no invertía dinero en Crimea y teníamos que sobrevivir con las infraestructuras soviéticas que quedaban en pie. Crimea generaba mucho dinero, gracias al turismo, pero sentíamos que en servicios sociales Ucrania no les devolvía todo lo que generaba. Había problemas con colegios, hospitales, guarderias...", le comentan varios ciudadanos a Elizaveta.

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Sumado a eso, la decisión tomada en su momento por Kruchev sin consultar con los crimeanos, les afectó en el idioma y en la moneda. "Mi abuela trabajaba como médico y de un día para otro los medicamentos llegaban en ucraniano y se tenían que apañar como podían con las instrucciones... Es por esto que la gente ahora se siente como 'volver a casa'", explica Ambarova.

Elizaveta se ve en la necesidad de dejar claro que "no están a favor de la guerra", pero también expresa su comprensión "es gente que nunca ha sido escuchada y sólo quiere vivir bien y en tranquilidad" por lo que llega a entender que 'se arrimen al clavo que más calienta' si es ese el que al menos les "compra con servicios sociales mínimos".

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"Nadie está a favor, porque la mayoría de personas tiene amigos y familiares en Ucrania. Siempre han sido dos naciones unidas y ahora quieren separarnos y que nos odiemos. Están fomentando el odio y está aumentando el radicalismo", asegura. "Mi madre nació en Crimea y tenía muchos amigos en Ucrania. Con algunos sigue teniendo relación y se preguntan cómo están. Sin embargo, otros le han escrito mensajes deseándole la muerte, diciéndola que son lo peor y que les matarán cuando vayan a Ucrania", cuenta Elizaveta.

La pertenencia de Crimea, según estima oportuno Ambarova, "es má fácil que sea de Ucrania, por su posición geográfica, ya que está más lejos de Rusia". No obstante continúa habiendo discrepancias internas por otros motivos lejanos a la geografía y la política.