Vladímir Putin volverá a pronunciar su discurso sobre el estado de la nación el próximo 21 de febrero. El presidente de Rusia, que en 2022 anuló esta cita, se dirigirá a la Asamblea Nacional a solo tres días del aniversario del comienzo de la ofensiva a Ucrania. Hace un año, por esas fechas, se agolpaban 200.000 militares en las fronteras norte y oeste del país vecino.
Un acontecimiento que ha alterado el tablero político, social o económico internacional y que tiene al líder del Kremlin en el punto de mira. Cada movimiento de Putin se escruta desde todas las partes del globo. Por eso ha cobrado un valor especial su exposición, que se celebrará en un centro de convenciones próximo a la Plaza Roja de Moscú. Versará sobre "la situación actual", tal y como ha anunciado Dimitri Peskov, portavoz de la presidencia rusa.
Después de aquel intento de invasión, la operación continúa. Y eso ya es un imprevisto: contra todo pronóstico, la contienda no ha sido un baño del ejército ruso, sino un ejercicio de resistencia. Ucrania ha sabido contestar, con la ayuda de sus socios, y arrinconar las filas militares enviadas por el Kremlin.
Por eso, Vladímir Putin ha exigido a su ejército resultados palpables en Ucrania. Algo positivo con lo que presentarse en el crucial discurso sobre el estado de la nación. Sin embargo, no lo tiene tan fácil: las fuerzas rusas apenas han logrado grandes victorias. "Nosotros no iniciamos las acciones militares, intentamos ponerles fin. Las hostilidades fueron iniciadas por los nacionalistas en Ucrania y aquellos que les apoyaron en 2014", arengó el dirigente a diez días de dirigirse al Parlamento, el 21 de febrero.
Putin ha tenido que retrasar una y otra vez su discurso anual debido a la falta de victorias en el campo de batalla. La decisión de anexionarse cuatro regiones ucranianas hace casi medio año tampoco mejoró las perspectivas rusas en el frente. La cercanía del primer aniversario de la contienda (el 24 de febrero) y las promesas occidentales de armamento pesado ofensivo a Kiev -desde tanques a misiles de largo alcance- le obligan a dar la cara por primera vez desde abril de 2021.
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Sea o no del agrado del Kremlin, las únicas buenas noticias del frente llegan de la mano de los mercenarios del grupo Wagner, que aseguraron el domingo haber tomado una nueva localidad cerca de Bakhmut (Donetsk). Se trata de la localidad de Krasna Gora (Montaña Roja, en español), que está a diez kilómetros de Bakhmut, entre Soledar, tomada el mes pasado, y ese vital bastión ucraniano. Esto significa que el batallón Wagner tiene a tiro la carretera que conduce a una de las principales plazas militares de Ucrania: Sloviansk.
El líder de Wagner, Yevgueni Prigozhin, volvió a lanzar un dardo envenenado al ejército al asegurar que Moscú no ha desplegado tropas regulares en la zona y que el trabajo sucio siguen haciéndolo sus soldados de fortuna. "No hay ningún destacamento especial. En un radio de unos 50 kilómetros sólo hay soldados de Wagner, que acabarán conquistando Bakhmut", escribió en su canal de Telegram.
Prigozhin explicó que ya no recluta presidiarios, práctica que dejaba en muy mal lugar al Ministerio ruso de Defensa que, según algunos blogueros, habría ordenado reducir al máximo la presencia de Wagner en los medios de comunicación.
Mientras, el Ministerio de Defensa ruso informó en su parte diario de la destrucción de arsenales en toda la línea del frente desde la nororiental Járkov a la sureña Jersón pasando por Donetsk y Lugansk, ataques en los que habrían muerto cientos de soldados ucranianos, incluidas dos brigadas mecanizadas en la zona de Kupiansk (Járkov) y un destacamento en Vuhledar (Donetsk).
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Según diversas fuentes ucranianas y occidentales, estos serían los primeros pasos de la ofensiva general ordenada por Putin. Al respecto, el secretario del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, Oleksy Danílov, admitió anoche que Moscú ya habría comenzado esa "gran ofensiva", pero que ésta se estaría topando en sus inicios con "grandes problemas".
"La ofensiva que planeaban avanza gradualmente. Pero no es la que ellos esperaban", aseguró, en declaraciones a la televisión ucraniana. Según Danílov, las fuerzas ucranianas estarían oponiendo una "gran resistencia". El mejor ejemplo sería Avdiivka, en las afueras de Donetsk capital, y Vuhledar, donde los rusos han sufrido grandes pérdidas y siguen sin conseguir asaltar la ciudad.
Fuentes ucranianas anotan que en tres días (del ocho al 10 de febrero) de asalto contra ambas poblaciones el ejército ruso habría perdido varios miles de hombres y más de un centenar de tanques, blindados y otros vehículos militares.
En las últimas dos semanas, según el Ministerio de Defensa británico, que se basa en datos oficiales ucranianos, Rusia ha perdido una media de 824 hombres diarios, cinco veces más que en julio de 2022 (que eran 170), pero aún lejos de las 1.140 bajas diarias del comienzo de la campaña militar.
Dudas en sus propias filas
Los blogueros militares rusos siguen albergando serias dudas sobre que el ejército pueda conquistar la totalidad de los territorios anexionados, mientras algunos oficiales prorrusos del Donbás incluso instan a los altos mandos rusos a cambiar de estrategia. El estadounidense Instituto sobre el Estudio de la Guerra (ISW) también considera que Rusia no dispone del potencial necesario para lanzar una gran ofensiva mecanizada terrestre, más aún tras perder, según algunas fuentes, la mitad de sus tanques desde hace un año.
Prigozhin fue aún más allá al asegurar que Moscú necesitará unos dos años para alcanzar la frontera administrativa de Donetsk. A su vez, la Inteligencia Militar ucraniana insistió este domingo en que "el mando ruso no dispone de suficientes recursos para lanzar acciones ofensivas a gran escala" y que tendrá que conformarse con victorias tácticas. Kiev destaca que la aviación y artillería rusas han gastado ya el 80% de sus misiles de precisión y que la industria militar aún no ha logrado reponer ese arsenal.