Natasha Grebenkina y su hijo pasan junto a cuerpos de civiles cerca de una parte destruida en Mariúpol.

Natasha Grebenkina y su hijo pasan junto a cuerpos de civiles cerca de una parte destruida en Mariúpol. Alexei Alexandrov GTRES

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Entre cadáveres y sin agua: un brote de cólera amenaza la ciudad ocupada de Mariúpol

Las autoridades ucranianas sostienen que los rusos han impuesto una cuarentena en la población para frenar un brote de cólera.

11 junio, 2022 02:05

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La caída de Mariúpol fue lenta y dolorosa. Barrio a barrio, los habitantes de esta localidad portuaria primero se quedaron sin agua, electricidad o internet mientras las bombas dejaban un reguero de muertos y escombros. Cuando la superficie ya no era lugar en el que estar, civiles y soldados se refugiaron bajo suelo, en los túneles de la planta siderúrgica de Azovstal. Se convirtieron en símbolo de la resistencia ucraniana hasta que no pudieron más con el asedio ruso. Entonces las tropas del Kremlin tomaron el control de una ciudad en ruinas que ahora se podría enfrentar a otra amenaza letal, pero más silenciosa que los bombardeos: el cólera.

"Todavía hay entierros en casi todos los patios", señalaba esta semana la cuenta del Ayuntamiento de Mariúpol a través de un mensaje de Telegram. "Los cuerpos se pudren bajo los escombros de cientos de edificios de gran altura. Y literalmente envenenan el aire", añadían.

Poco después, Petro Andryushchenko, asesor del alcalde de la región, advertía en la televisión ucraniana que la acumulación de basura y de cadáveres -más de 20.000 civiles murieron durante los ataques- estaba contaminando los suministros de agua. "Esto deja a los habitantes expuestos a enfermedades como el cólera o la difteria", detallaba.

Los cadáveres se colocan en una fosa común en las afueras de Mariúpol, Ucrania, en marzos.

Los cadáveres se colocan en una fosa común en las afueras de Mariúpol, Ucrania, en marzos. Evgeniy Maloletka AP Photo

El líder local abandonó la ciudad al inicio de la guerra. Sin embargo, según sus informantes, los ocupantes rusos que ahora controlan la ciudad habrían impuesto una cuarentena para frenar un posible brote de cólera. "La palabra cólera se escucha cada vez más en la ciudad. La epidemia ya ha comenzado más o menos", contó Andryushchenko a The Guardian.

Una información que han confirmado los servicios de inteligencia británicos, que indican que se han reportado casos aislados de cólera desde mayo. Y ahora "Mariúpol corre el riesgo de sufrir un gran brote". 

El país sufrió una gran epidemia de cólera en 1995 y, desde entonces, ha experimentado brotes menores cocentrados sobre todo en las poblaciones cercanas al mar de Azov, como Mariúpol. 

No obstante, un brote en la situación actual podría ser devastador. Sobre todo porque apenas llegan medicamentos y los servicios sanitarios están al borde del colapso. 

Como nadie entra ni sale de la ciudad es difícil conocer con exactitud la magnitud del problema. Rusia, por su parte, sostiene que todo es parte de una campaña de propaganda de Ucrania.

De hecho, las autoridades rusas que controlan la región de Donetsk dijeron al canal estatal ruso Tass "que la situación está siendo monitorizada y bajo control" y que "no hay ningún brote de cólera en Mariúpol ni en ninguna otra ciudad".

Preocupación internacional

Sin embargo, lo cierto es que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva tiempo alertando del alto riesgo de que aparezcan graves enfermedades relacionadas con las malas condiciones de higiene y el aumento de las temperaturas de cara al verano.

A mediados de mayo, el director regional de la OMS, Hans Kluge, decía en una rueda de prensa que había cierta preocupación por un potencial brote de cólera en las áreas ocupadas. Sobre todo, en aquellas donde las infraestructuras de agua y sanitarias habían sido dañadas o destruidas. Por este motivo, anunciaba Kluge, la OMS estaba enviando vacunas contra el cólera a su sede en Dnipro, en el centro de Ucrania.

Un residente local mira un edificio de apartamentos dañado durante un bombardeo en Mariúpol.

Un residente local mira un edificio de apartamentos dañado durante un bombardeo en Mariúpol. GTRES

En aquel momento, Dorit Nitzan, coordinadora de emergencias de la Región Europea de la OMS, precisó el enorme peligro que corría ya la ciudad de Mariúpol. Desde allí les estaba llegando información de que, en realidad, "hay pantanos en las calles y el agua residual y el agua potable se están mezclando, lo que es un peligro para muchas infecciones, incluida el cólera", recupera The Washington Post.

La situación humanitaria en Mariúpol solo ha ido de mal en peor. La escasez de alimentos y de agua es una realidad desde que se inició la invasión rusa en febrero. No obstante, tras tomar la ciudad, Rusia está teniendo problemas para reestablecer el suministro de agua potable, de acuerdo con la información del Ministerio de Defensa británico.

Esto significa que las 150.000 personas que se calcula que todavía viven en la ciudad (eran 400.000 antes de la guerra) no tienen acceso a bienes de primera necesidad. Porque no se trata solo del agua. Tampoco llegan alimentos. 

Por un lado, la ayuda humanitaria tiene dificultades para entrar en el territorio.Por otro, el bloqueo ruso de los granos de cereal en los puertos del mar Negro ha provocado una crisis alimentaria más allá de las fronteras ucranianas, pero también de puertas adentro.