Una mujer en el hospital antes de dar a luz.

Una mujer en el hospital antes de dar a luz. Freepik

Salud y Bienestar

La violencia obstétrica en el parto, la gran invisible: infantilización de las mujeres y malas prácticas

Eva Margarita García publica Partos arrebatados, un libro en el que muestra la realidad de la violencia obstétrica que aún se ejerce contra las mujeres.  

20 mayo, 2021 00:45

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Los partos son momentos muy sensibles y complejos. Las madres afrontan un esfuerzo físico y emocional inmenso, se sienten fuertes y vulnerables a la vez, les ronda por la cabeza la posibilidad de que algo salga mal y también las ganas de ver y abrazar a sus bebés. En todo ese proceso se presupone que el personal sanitario vela por su bienestar y el de los recién nacidos, pero por desgracia todavía se realizan prácticas que distan mucho de ese cometido.

Es habitual hacer de forma rutinaria procedimientos desaconsejados por instituciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud, en vez de recurrir a ellas solo cuando es estrictamente necesario. Por ejemplo: las episiotomías, partos instrumentalizados, prohibición de comer y beber durante el proceso... A veces incluso se toman estas decisiones sin avisar o consultar a la madre o, directamente, desoyendo sus peticiones bajo el pretexto de "es por tu bien", "es por protocolo" o "tú no sabes". 

Estas situaciones en las que la mujer puede sentirse menospreciada o vulnerada forman parte de la violencia obstétrica. Pero, si la episiotomía se hace para evitar desgarros durante un parto vaginal; los fórceps se emplean para ayudar a la extracción fetal; las vías de suero se ponen porque en muchos sitios está prohibido dejar comer y beber a la parturienta por seguridad...

Portada de 'Partos arrebatados'.

Portada de 'Partos arrebatados'.

¿Por qué pueden ser una forma de ejercer la violencia obstétrica? Principalmente, porque en muchos casos se ha demostrado que el uso excesivo de estos instrumentos es perjudicial para las madres y los bebés, se deben emplear en situaciones concretas, o incluso algunas prácticas directamente están desaconsejadas. 

En La violencia obstétrica y el mercado de la sumisión femenina (Editorial Ménades), Eva Margarita García explica que hace referencia a "un conjunto de prácticas que degrada, oprime e intimida a las mujeres de distintas maneras dentro de la atención en la salud reproductiva". 

A lo largo de sus más de 200 páginas, García, doctora en Antropología y que lleva años investigando la violencia obstétrica, explica su origen, qué es y cómo se manifiesta. Todo ello contando con muchas horas de entrevistas a víctimas y profesionales que hacen una radiografía de esta realidad que aún ocurre en España.

Violencia de género

Aunque se puede dar en cualquier ámbito de la salud reproductiva de las mujeres, en el parto suele destacar más porque es un momento en el que no tienen mucha capacidad de controlar la situación. Así, "las víctimas suelen relatar cómo notaron una sensación creciente de pérdida de poder"

Además de una violación de los derechos humanos, García la enmarca dentro de la violencia de género ya que "no es solo consecuencia de protocolos obsoletos y mala praxis", sino parte de un sistema arraigado y normalizado contra las mujeres. Algo que influye en la invisibilización de esta problemática, que ni siquiera está regulada en nuestro país.

"Es violencia de género porque la que va a parir una mujer y, en segundo lugar, porque tú a un hombre cuando le llevas a una consulta no le infantilizas, no le dices: ven aquí bonito, siéntate, vamos a ver ese culito… No lo haces. Cuando una situación que ocurre con una mujer la ves ridícula con un hombre, es que hay algo que está chirriando", explica a MagasIN

Además de un doctorado en Antropología, Eva Margarita García tiene un máster en Género y Feminismos y una licenciatura en Filosfía.

Además de un doctorado en Antropología, Eva Margarita García tiene un máster en Género y Feminismos y una licenciatura en Filosfía.

Malas prácticas

Y es que la violencia obstétrica puede ser tanto física como psicológica. En este sentido, una de las formas más habituales de ejercerla es la infantilización de la mujer cuando acude a consulta, las vejaciones como "no seas cría" o, en casos más radicales, las amenazas. 

En lo que respecta a las intervenciones, los partos medicalizados, por ejemplo, producen un aumento injustificado del número de cesáreas y partos traumáticos. Por ejemplo, de forma protocolaria se administra a la mujer oxitocina, que es una hormona que ayuda a la dilatación. Esto suele producir más dolor físico al provocar más contracciones, lo que se compensará con la epidural. 

La epidural es un analgésico revolucionó los partos y disminuye el dolor de las parturientas, pero hay que tener en cuenta sus efectos secundarios y que "cuanto más tarde se ponga, menos consecuencias tendrá sobre el proceso".

Entre esos efectos secundarios destacan: la alteración de la frecuencia cardíaca fetal; la disminución de las contracciones lo que provoca que a veces se aumenten los niveles de oxitocina y con ello los riesgos; o el freno a la dinámica de dilatación, lo que hace que el bebé baje más despacio y que aumente el riesgo del uso de instrumentalización como los fórceps. 

En Partos arrebatados, García muestra una larga lista de prácticas cuestionables como la Maniobra de Kristeller, la separación madre-bebé, la rotura de la bolsa o el uso de enemas. Desde los comentarios más sutiles pero que pueden molestar a la madre hasta este tipo de intervenciones pueden ser violencia obstétrica. 

Denuncia

Ante eso, García recomienda a las mujeres seguir su intuición y hablar cuando estén incómodas. "Hay casos que son flagrantes y que es muy sencillo identificarlos, pero claro, es verdad que la línea divisoria es compleja de identificar. A veces es algo muy sutil, puede ser una mirada, que no te están haciendo caso... Yo siempre recomiendo el ejercicio de pensar: si yo fuera un hombre, ¿esto me pasaría?".

Igualmente, aconseja estar acompañada en el momento del parto. "Yo lo llamo ‘empoderamiento de legado’. Es que en el momento del parto te lleves a una persona que esté dispuesta a dejarse los dientes por ti. Puede ser tu pareja, una amiga, tu madre… Esa persona va a tener que luchar por ti y decir ‘no quiere esto’, ‘no quiere lo otro’… Porque tú en ese momento no vas a poder. Yo lo recomiendo a todo el mundo, alguien en quien delegues tu empoderamiento y tus ganas de parir como tú quieras porque es tu parto y es tu derecho".

Por último, si se produce un caso de violencia obstétrica, su respuesta es clara: "Que reclame, reclame y reclame". "Aunque es verdad que la mayoría de las reclamaciones no sirven de mucho, si todo el mundo lo hace al final llegará un momento en que eso cale. Una no debe conformarse. Si lo ha vivido mal o no está contenta, no se siente bien, que hable de ello y que denuncie lo que considere, pero que no se quede callada".

Porque al final hablar también es una forma de sanar y concienciar sobre esta realidad. Ella reconoce que le resultó "muy duro" hablar con muchas mujeres, que le contaban sus historias, aunque también era bonito y enriquecedor. "Es liberador, hablar de estos temas les hace mucho bien. Porque lo tienen ahí dentro como: ‘¿seré yo rara?’, ‘¿estaré exagerando?’… y no, para nada. Tienen que confiar en sí mismas, en su instinto".