'El horizonte que nos prometimos', un libro basado en emociones reales para (volver a) creer en el amor
Marina Greco es escritora, maestra de ceremonias y copywriter. Ahora presenta su primera novela, una historia emotiva y adictiva, basada en emociones reales para creer en el amor de verdad.
13 febrero, 2024 02:18Podría empezar contando que empecé a escribir El horizonte que nos prometimos (Grijalbo, 2024) hace justo un año, pero eso no sería del todo cierto, pues esta historia empezó mucho antes: el día en que escribí mi primer discurso de boda.
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Siempre había soñado en convertirme en escritora, pero mi madre – profesora de matemáticas – luchaba por quitarme esa idea de la cabeza. Y no la culpo, cualquier persona con dos dedos de frente intentaría convencer a su hija de que invirtiese el tiempo en algo ya no más productivo, sino menos complicado.
Me animó a que siguiera escribiendo, pero rebajando mis expectativas para reducirlas a un simple hobby. Siempre fui una hija obediente, así que estudié Comunicación – pobre de mí, pensaba que eso sería más agradecido que lo de la escritura – y nunca dejé de escribir.
Viendo el panorama laboral que se había quedado tras la crisis del 2008, entre el hastío y la tozudez, me dispuse a hacer algo con esa afición que yo quería convertir en sueño.
Así, en 2014, decidí crear Lagrimones, un proyecto destinado a escribir textos personalizados para momentos tan especiales como las bodas, en los que poder volcar toda mi sensibilidad. Empecé redactando discursos para invitados, guiones de ceremonia o votos matrimoniales, y pronto ejercí también como maestra de ceremonias.
Desde entonces, no sólo he ayudado a poner palabras a los sentimientos más íntimos, sino que he aprendido millones de maneras de querer y me he vuelto una experta en amores de verdad, de esos que logran evolucionar con el tiempo y quererse por encima de todo hasta celebrarse.
Y aunque en El horizonte que nos prometimos, la historia de Jero y Elena es pura ficción, la forma de quererse, los detalles y los sentimientos que afloran forman parte de ese abanico de historias que he escuchado durante todos estos años. Por eso siempre digo que esta novela no es solo una novela romántica, sino que también es una novela emocional basada en sentimientos reales.
Los protagonistas, él de Barcelona y ella de Madrid, se conocen al otro lado del mundo, en Sri Lanka, para tratar de huir de una realidad que, de repente, se les ha vuelto hostil. Ninguno de los dos piensa entonces en enamorarse, pero los flechazos ocurren – o al menos a mí me los han contado muchas veces - y se empeñan en cambiar los planes.
Relaciones efímeras
La novela parte de la idea de que las relaciones - como la vida - normalmente son efímeras y que solo las personas especiales son las que consiguen quedarse para siempre. Es por ello por lo que la historia empieza con un viaje de ida, pero se desarrolla en todo lo que viene después, cuando la efervescencia y lo vivido se encuentran con la vuelta a la realidad y la rutina.
Ambos saben que quizá nunca más vuelvan a verse, pero también que el destino – el horizonte, en este caso – es sólo un conjunto de decisiones y empeño.
El hilo conductor de esta historia llena de vaivenes y adrenalina emocional que intenta - ¿para qué negarlo? - sacarle los lagrimones al lector, son cuatro flores - de nuevo, otra apología a lo efímero -, y a cada una de ellas le corresponde una parte de la novela.
Aunque ésta esté narrada a dos voces, en la primera parte únicamente habla Elena y en la penúltima sólo Jero, mientras que en las otras dos restantes, ambos personajes van intercambiando sus puntos de vista.
Este es un recurso utilizado de forma habitual en el género, pero en este caso tiene un matiz especial, ya que uno de los momentos más bonitos que vivo en Lagrimones ocurre al final de las entrevistas a las parejas cuando les pregunto: ¿Por qué el/la?
Energía y magia
Resulta maravilloso cómo la energía cambia en ese instante y cómo cada uno cuenta aquello que tiene de especial la otra persona. Quería reflejar esa magia en la novela.Sólo escuchándolos a ambos entenderemos la esencia de la historia ya que, como dice un personaje secundario de la novela, dos personas jamás pueden mirar desde un mismo punto.
Otro de los aspectos relevantes de El horizonte que nos prometimos es el personaje masculino, ya que muestra una masculinidad que se ilusiona, que sufre, que pone a prueba su autoestima y que siente. Para construir a Jero también ha sido clave mi trabajo en Lagrimones, ya que he visto a muchos más hombres que mujeres emocionarse y llorar durante su ceremonia.
Los dos personajes son, ante todo, humanos que caminan entre la valentía y el miedo para demostrar que el amor más clásico sigue existiendo. Y es que, aunque yo sea de las que apoya firmemente el Grammy a Miley Circus por su hit Flowers y crea en que una puede (y debe) comprarse flores, sin duda, estas hacen mucha más ilusión cuando te las regalan.
En definitiva, en El horizonte que nos prometimos, encontraréis una historia ligera por lo adictiva, pero profunda y sensible en cuanto a reflexiones e imágenes que, espero, os llene de ternura y de lágrimas de felicidad, como las de las bodas.