La actriz Cecilia Suárez, un ejemplo de arte e insumisión: "Si las mujeres triunfamos nos odian, si fracasamos también"
La actriz mexicana se cita con Magas para hablar de sus compromisos como activista, la maternidad y su visión del amor y las relaciones de pareja.
28 noviembre, 2023 02:21La actriz mexicana Cecilia Suárez (Tampico, 1971), afincada en Madrid y galardonada con el premio del Festival de Cine de Huelva 2023, arrebata a sus audiencias en el cine, las series y el teatro. Además, no se calla ante las injusticias, educa desde la congruencia con una fuerza luminosa.
Fue la primera actriz hispanoamericana nominada a los premios Emmy Internacional por su actuación en la serie de HBO Capadocia. Ha recibido siete preseas internacionales como mejor actriz, entre otras fue nominada al Ariel por su papel en el filme Párpados Azules y por la serie La casa de las flores. En cine, ha trabajado con leyendas como Anne Bancroft, Harvey Keitel, Tea Leoni, Tommy Lee Jones, Andy García y Carmen Maura.
A los cincuenta años, Suárez reconoce que ser figura pública conlleva un compromiso vital. Por eso fue designada Embajadora Spotlight de las Naciones Unidas para la defensa de los derechos de las mujeres y las niñas. Pasea por Madrid con una sonrisa expansiva, disfruta cada día la cultura y la comida española.
En España se le reconoce por su personaje de Paulina de la Mora en La casa de las flores (Netflix, 2018), que desató una campaña de fans en España con trending topic incluido. La actriz es ávida lectora y siempre al día de la actualidad política. Estudió teatro en la Universidad de Illinois y ha viajado por el mundo con su trabajo.
No le teme a nada, lo mismo pasa de interpretar a Nora en Casa de Muñecas de Ibsen hasta la comedia de enredos y el drama. Ha participado en series como Medium, Sense8 y Alguien tiene que morir, así como en la película La vida inmoral de la pareja ideal.
Es probablemente una de las más polifacéticas de su generación. Aunque ama la televisión y el cine, encuentra su mayor pasión en el teatro. Asegura que disfruta los papeles en los que puede decir cosas que importan... y se nota: no se corta para hablar de política, ni de temas complejos sobre la educación sexual.
¿Cuál es el ámbito ideal de Cecilia Suárez? El cine, la televisión, el teatro...
El teatro es un refugio del arte. Entiendo el quehacer teatral como un verdadero privilegio. Y porque el teatro se hace a base de pura convicción. El cine y la tele no tienen esa pureza, aunque no nos guste admitirlo. Para mí, la verdadera prueba de fuego de actrices y actores es el teatro.
¿Qué opinas sobre las denuncias de actrices respecto al sexismo y edadismo en la industria audiovisual?
Tenemos que mostrar otras visiones sobre lo que las mujeres somos. Hay pocas guionistas y directoras/es a quienes sí les interesa contar historias de mujeres maduras, porque a la edad madura en las mujeres se le mira con desprecio.
Necesitamos ver a más mujeres mayores rebeldes, guerreras, simpáticas, que desean sexo; mujeres libres, reales, con conflictos más aterrizados en la experiencia de lo que es y significa transitar la vida siendo mujer. Si nos preguntamos qué historias no se cuentan en el cine, tendríamos que preguntarnos quién otorga los estímulos para la producción en el cine y a quienes. La respuesta radica ahí.
La Unión Europea y la Agencia de las Naciones Unidas ONUMUJER la eligieron en 2019 como Embajadora de la campaña Spotlight contra el feminicidio en Latinoamérica. Desde hace dos décadas la actriz ha tomado tiempo para poner la cara en favor de las defensoras de los derechos humanos, en campañas por un parto humanitario y contra la violencia feminicida que arrebata 10 vidas diarias solamente en México. "Las mujeres son asesinadas por buscar su libertad", dice la actriz, y eso jamás debe verse como algo normal.
Ahora mismo ¿cuál es tu mayor preocupación?
Me preocupa el mundo en el que está creciendo mi hijo Teo, tenemos que educar a los niños y las niñas lejos del machismo, de la violencia, del abuso del poder que usan algunos hombres para someter. Es inaceptable que no se regule el acceso a contenidos pornográficos en la niñez.
En España, los niños de entre 9 y 11 años ven pornografía y en muchas ocasiones es pornografía infantil. Urge que los gobiernos regulen eso y que vayan a la raíz del problema, que se pregunten quién está produciendo ese material y cómo llega a los niños tan fácilmente. Y sí, también hay un rol central en la educación, tanto familiar como pública y privada, no toca exigir que así sea.
Teo tiene 14 años y jamás ha tenido un teléfono móvil. Lo he visto en el parque jugando al futbol y haciendo deporte, ¿cómo lo has logrado?
La pubertad tiene pruebas muy desafiantes, en especial criando varones, se enfrentan a una hostilidad muy propia del mundo masculino y hay que acompañarlo desde el amor y la disciplina. Y sí, decidí no darle móvil porque no lo necesita, tiene horarios para la televisión, los videojuegos y el Ipad que yo controlo.
Es que es nuestra obligación como madres y padres, aunque se enfaden los chicos, aunque les caigas fatal, estamos aquí para educarles y para que aprendan a modular sus emociones y necesidades reales por sobre las necesidades materiales. Ha descubierto otros intereses, va bien en la escuela y tiene una buena relación con toda la familia. Sabe que somos una red de apoyo.
¿Cómo logras que lo acepte cuando todos los chicos de su colegio tienen móvil y tablet abierta en Internet?
No es fácil. He leído mucho, me asesoro, me informo, hablo con él abiertamente de los riesgos y peligros, los discutimos. A veces lo acepta sorprendido y otras se enfada, pero es mi labor de madre guiarlo y protegerlo del acceso a la violencia sexual, a la pornografía como material formativo. Negociamos todo el tiempo las horas que puede pasar frente a una pantalla.
¿Qué tema social dirías que te obsesiona más?
Mira, desde 2010 cuando nació mi hijo las cuestiones de la masculinidad saludable me preocupan profundamente. Definitivamente los derechos humanos, en especial los efectos sociales y psicológicos del machismo en mujeres y hombres. El machismo es un modelo cultural, es necesario preguntar, ¿por qué el mundo femenino no suele interesarles a los hombres? ¿Cómo han sido educados nuestros chicos para que lo femenino les resulte tedioso o insustancial?
Nos urge asumir responsabilidad: a los compañeros les urge removerse del trono del privilegio y abrir espacios equitativos; a nosotras las mujeres, saber que tenemos derechos, trabajar por ellos congruentemente.
¿Por eso aceptaste la invitación de la ONU? A algunas actrices les preocupa tomar posturas demasiado políticas, temen que la industria las rechace ¿cómo llevas eso?
La maternidad para mí fue una elección reflexionada. He sido desde el inicio la única proveedora y educadora, eso no es fácil, para mí la maternidad es un compromiso vital, ético, no solo crías a un ser humano, educas a un ciudadano. He asumido la triple jornada con una vida muy bien organizada.
Mi prioridad es mi hijo y aportar lo que pueda para que él sepa que se puede trabajar para construir la paz y la igualdad. Yo no soy solamente una actriz, soy una persona, ciudadana, mujer, madre, por eso el compromiso es ineludible. Y no, no me preocupa nada de eso. El mundo no está para enfocarse en el qué dirán sino en el qué hacemos para mejorarlo.
Tienes una belleza singular que no se somete a los cánones convencionales, ¿has vivido sexismo en la industria del cine y la televisión por ello?
Uf, no recuerdo cuántos papeles me negaron por no tener el cuerpo o imagen que hubiesen querido que tuviera. No siento que me perdí de nada por ser rechazada por quienes entienden el oficio de una actriz desde los superficial.
Al principio de mi carrera una productora de televisión sugirió que me pusiera prótesis de pecho. Me pareció una loca. Aprendí a honrar mi propio cuerpo y saber que no necesitaba parecerme a nadie. La vida se refleja en el rostro —dice señalando sus ojos— para mí es importante dejarla que se manifieste.
Volvamos un momento a la política. Tu más reciente discurso ante el pleno de la ONU en Nueva York dejó impresionadas a miles de personas, ¿puedes darnos un resumen de lo que dijiste? ¿Escribiste tú misma el discurso?
Claro que yo escribo todo lo que leo —dice con una sonrisa— mi hermana Mafer revisa y me ayuda a mejorar los textos. Quise expresar los hechos y los sentimientos que produce esta violencia atroz contra mujeres y niñas. Dije que queremos convertir la rabia y el dolor en una propuesta que conmueva y que convenza.
Lo irónico es que no nos queda otro camino que siempre convertir en palabras las ideas de la realidad de esas vidas segadas de millones de mujeres y niñas. Cuando sabemos que solo en un año 87 mil mujeres fueron intencionalmente asesinadas, de ellas 50 mil murieron en manos de compañeros íntimos, sentimentales o miembros de su propia familia.
Hablaste duramente sobre la misoginia, casi poéticamente.
Sí, dije que tenemos que preguntar ¿qué se odia de nosotras? La sumisión, la rebeldía, las preguntas, el hartazgo, la resistencia. ¿a quién se odia en nosotras? A la madre, a la amiga, la hermana, a la esposa, a la amante o simplemente a cualquier mujer…
¿Por qué se nos odia? Si triunfamos, como las futbolistas españolas coronadas recientemente campeonas del mundo; nos odian, si fracasamos, también nos odian. Pareciera nuestra condena a un oscuro callejón sin salida, ya que nada parece mitigar esa rabia sorda hacia todo lo que las mujeres representan.
Dijiste que el odio no es opción para las mujeres ¿puede profundizar en ello?
Claro, porque creo que no hay duda de que las mujeres del mundo hemos tenido logros alcanzados con tesón, convencimiento, y especialmente amor y compromiso por la vida, la paz, el respeto y la comprensión de nosotras mismas y los demás. Ya hemos abierto todos los canales de comunicación, todas.
Las formas de pedir, de exigir y de construir. Y estamos en manos de quienes toman decisiones desde el poder, por eso debemos seguir levantando la voz. Porque el dolor y el quebranto no solamente pertenecen a las víctimas, sino también a los agresores.
¿Crees que sigue vivo el #MeToo en el mundo del arte?
Creo que las circunstancias sostenidas a lo largo de décadas no dan para más. Me parece que hay colegas hombres que anhelan cambios igual que nosotras. Muchos hombres se reconocen violentados por una exigencia sobre lo que significa ser "un verdadero hombre" y trabajan activamente para construir equidad, transparencia y respeto en lo público y privado. Hay otros a quienes les molesta perder el privilegio acuñado durante tantos años.
¿Qué has aprendido del amor al pasar de los años?
Mucho –sonríe–me he enamorado varias veces, siempre perdidamente. Mi perspectiva sobre el amor romántico y las relaciones de pareja se ha transformado. Creo en compartir espacios personales, creo más en el amor propio para hacer funcionar una relación; en tomarse el tiempo para desarrollar algo valioso.
También creo en poder transitar la vida sin pareja y ser feliz. No es fácil para una mujer que se conoce a sí misma tener una pareja sin que se le cuestione su autonomía, sus decisiones, su cuerpo, sus creencias, sus posturas y su rol destacado. Se requiere de una pareja libre y con pleno conocimiento de su valía, que no se mida contra los logros de la mujer que ama.
Cecilia no quiere hablar sobre sus planes futuros, se confiesa supersticiosa al respecto. La actriz y activista ha logrado resguardar su vida personal en un lugar muy seguro, lejos del ego, del escándalo y las redes sociales. Sus amigas la definen como una mujer extraordinariamente noble, firme, que da las batallas necesarias por la justicia y se la juega con sus compañeras.
Su hijo tiene una opinión muy clara sobre ella. Teo es un chico de pocas palabras, tan alto como su madre, un poco tímido pero capaz de mantener una conversación sólida con personas adultas. Le pregunto en su casa qué opina sobre su madre. Me mira y sin pensarlo dice: "Es la mejor". ¿Cómo actriz o como madre? —le pregunto, jugando un poco—. "Como persona. En todo es la mejor".