La Semana de la Moda de París concluyó este 1 de octubre con el desfile de una de las casas de mayor tradición: Louis Vuitton. La maison desveló, en la Cour Carrée del Louvre, una colección caracterizada "por el contraste, generando la impresión de un movimiento constante".
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Primero, a través del decorado. Las obras pictóricas del artista Laurent Grasso aparecieron en piezas seleccionadas que representaron cinco pinturas de la serie titulada Studies into the Past. El set musical estaba compuesto por una mezcla de cuatro temas del nuevo álbum de Jamie XX, In Waves.
Segundo, a través de siluetas tan sorprendentes como impactantes. La línea incluye un armonioso juego de yuxtaposiciones, volúmenes exagerados, estampados inspirados en los años 80 y detalles bordados. Nicolas Ghesquière firmó una colección marcada por una sensibilidad paradójica, que combina la sastrería de autor con la fluidez femenina y una fusión de matices retro-futuristas. Mangas abullonadas, vestidos fluidos y escotes de tul se desplegaron en siluetas de gran amplitud cromática y estampados poderosos.
"El suave poder de la sastrería también puede constituir un vaivén entre dos opuestos antagónicos, pero armoniosos. La ductilidad de la estructura. La intratable ligereza. Vibraciones que lo dominan todo. Profundidades arácnidas. Opulencia etérea. Una aguda delicadeza. Una resuelta feminidad. La mecánica de la fluidez…", reflexiona la casa.
Al desfile acudieron figuras destacadas, entre las que se encontraban Zendaya, Ana de Armas, Cate Blanchett, Stacy Martin, Cynthia Erivo, Jennifer Connelly, Lisa, Jaden Smith, Noemie Merlant, Shay Mitchell, Alicia Vikander, Chloë Grace Moretz, Hoyeon, Rola, Ava Duvernay, entre otras.
Con esta línea, Louis Vuitton nos recordó que la moda francesa tiene un poder suave, formidable: irradia una larga tradición de savoir-faire, art de vivre y singularidad cultural. Si consideramos la expresión en sentido literal, 'poder suave' es también un fascinante oxímoron.