Balenciaga contra Balenciaga: cuando vestirse de basurero cuesta más de 3.000 euros
La exclusiva casa de moda que creó Cristóbal Balenciaga, ahora en manos francesas, no deja de generar polémica con algunos de los artículos que ha lanzado. ¿Triunfa la 'moda basura'?
30 agosto, 2022 02:16Balenciaga lo ha vuelto a hacer. La firma de lujo ha vuelto a crear polémica y a estar en boca de todos.
Esta vez se encuentran en el centro del debate unos pendientes hechos con cordones, que se han vendido por 195 euros. El nuevo modelo que hizo estallar las redes sociales se agotó en tan solo cuatro horas.
Este no ha sido repuesto, pero en su página web aún se encuentra disponible un modelo similar por 250 euros. Se trata de unos pendientes formados por una pequeña placa de plata con la B grabada y unos cordones negros o rosas anudados a esta.
[El bolso que Balenciaga vende por más de 1.500 euros, pero recuerda al que se reparte en prisión]
Balenciaga vende estos pendientes por 200 pavos. Lo peor es que se han agotado en 4 horas, los ricos son definitivamente tontos del culo. pic.twitter.com/U3ft25LXaD
— 𝑰𝒌𝒆𝒓 💢🇦🇹 (@Ikertxu_ATM8) August 22, 2022
Vestirse de basurero
No es la primera vez que Balenciaga genera polémica, de hecho, esta es una seña de identidad de la firma de lujo. En el último año, son varios los ejemplos que ha dejado la marca con sus propuestas, revolucionando el mundo de la moda y también las redes sociales.
En noviembre, la controversia surgió a raíz del lanzamiento de una parka muy similar al abrigo que visten como parte del uniforme de los basureros españoles.
Reversible e impermeable, en color amarillo neón y azul marino, con dos bandas reflectantes, la parka no nos dejaba de recordar a la que visten funcionarios como barrenderos, carteros e incluso policías locales cuando el frío aprieta. Este diseño se vendió por casi 3.000 euros.
immagine spendere €3k per un giubbotto da protezione civile pic.twitter.com/rmyhA7g1sb
— sabrina (@voreygmdead) November 10, 2021
Meses después, la firma presentó en su desfile otoño-invierno 2022/2023 unos bolsos que simulaban bolsas de basura, cuyo precio superó los 1.700 euros.
Pocos meses después, Balenciaga volvió a crear polémica con la campaña promocional de sus zapatillas, de las que ha anunciado en su versión más desgastada.
¿Bolso o bolsa de basura?
Todos sabemos que al diseñador de la firma, Demna Gvasaglia, le gusta llamar la atención. De hecho, sobre los polémicos bolsos/bolsas de basura, Gvasaglia declaró para Women’s Wear Daily que: “No podía perder la oportunidad de hacer la bolsa de basura más cara del mundo, porque ¿a quién no le gusta un escándalo en el mundo de la moda?”.
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El diseñador no solo es un experto en llamar la atención en el sector, es también capaz de utilizar la moda para reivindicar.
La presentación de estos bolsos coincidía con el estallido de la invasión rusa a Ucrania. Entonces la firma se posicionó, no solo borrando las imágenes de su cuenta de Instagram para dejar solo la bandera azul y amarilla para recaudar fondos, sino también creando un show para homenajear a la resistencia y “a la victoria del amor y la paz”.
“Este desfile no necesita explicación”, declaró entonces Gvasaglia, que también es un refugiado de guerra, según cuenta YoDona. Entonces aparecieron por primera vez los bolsos, entre looks de luto, arrastrados por un exiguo camino entre la nieve. ¿Casualidad?
“Los accesorios se agrandan y son exagerados, enfatizando el uso de materiales alternativos. (...). Él se inspira en las bolsas de basura”, explicó la firma en la web mientras comentaba el desfile del que procede el diseño, que se vende en negro, blanco y rojo, azul y negro o amarillo y negro.
Zapatillas de cien años
Además, la misma casa de moda ha lanzado unas deportivas que se han promocionado con un aspecto destruido y homeless. Estas fueron destrozadas y manchadas por el artista Léopold Duchemin.
“Empleó múltiples cuchillos, tijeras y perforadoras para crear la textura”, ha señalado un representante de la marca sobre las zapatillas, según ha adelantado Vanitatis. Las sneakers Paris no han dejado de generar comentarios en la industria y el mundo digital.
Hoy me he levantado un poquito como las zapatillas nuevas de Balenciaga. pic.twitter.com/jplGX2CMfK
— Krash Kosmetics (@krashkosmetics) May 10, 2022
La idea detrás de la campaña era mostrar cómo se verían los zapatos después de cien años de uso, con el objetivo de crear consciencia de que el calzado debería ser usado toda la vida.
De hecho, es eslogan de la particular línea es “pensados para ser usados toda la vida”.
Las Paris se encuentran disponibles tanto en su versión de caña alta como en mule y en los colores rojo, negro y blanco. Además, cuentan con el logotipo de la marca estampado en la puntera y el nombre grafiteado en la suela.
Balenciaga, que no deja de reinterpretar el concepto del lujo, ofrece este modelo de zapatillas por precios que varían entre los 500 y los 1.500 euros.
¿'Moda basura'?
Pendientes hechos con cordones, bolsos que parecen bolsas de basura, abrigos similares a los de los basureros españoles, zapatillas destruidas... La polémica siempre gira en torno al mismo concepto: la 'moda basura'.
La idea de poner a la venta artículos 'de lujo' con apariencia de baratos o evocar directamente a la basura a través de sus diseños es parte del éxito de Gvasalia.
Cuando el diseñador tomó las riendas de Balenciaga en 2015, no cabía duda de que sus propuestas, que los expertos calificaron como "más conceptuales", iban a acaparar críticas y alabanzas a partes iguales.
Hay a quienes les parece una aberración, de hecho, ya denominan esta estética como 'moda basura', haciendo alusión al concepto de comida basura.
Otros la consideran una estrategia de comunicación, para que se hable de los artículos, y de marketing, para que se vendan. Y lo cierto es que la mayoría de estos productos se han agotado en muy poco tiempo.
En cualquier caso, parte del éxito de las controvertidas creaciones de la firma, que tiene a Gvasalia a la cabeza, radica en reinventar elementos populares como la popular bolsa azul de Ikea. Pero, ¿dónde está el límite? ¿Acaso existe?