La historia de las mujeres en los JJ.OO., compitiendo por la igualdad deportiva
Vetadas desde el inicio, no fue hasta el siglo XX cuando recibieron la oportunidad de participar en las Olimpiadas.
16 agosto, 2023 15:29Han sido muchas las ediciones de los Juegos Olímpicos celebradas a lo largo de la historia. Desde su origen en el año 776 a. C. en Olimpia, Grecia, hasta la creación de los Juegos Olímpicos modernos en Atenas en 1896, representar a una nación y, más aún, volver a ella con una medalla al cuello se ha convertido en motivo de orgullo y celebración. Un sueño, como muchos otros, del que las mujeres fueron relegadas hasta ya entrado el siglo XX.
[La historia del Mundial de Fútbol Femenino: un siglo llenando estadios y conquistando derechos]
En la actualidad, los fanáticos del deporte esperan con emoción que pase el periodo de cuatro años reglamentario para poder ser testigos, una vez más, de la competición más importante a nivel global: los Juegos Olímpicos. Un campeonato en el que la exclusión de cualquier participante por motivos de raza, género o sexualidad sería inconcebible, al menos hoy.
No obstante, no queda tan lejos la primera ocasión en la que se les permitió a las mujeres aparecer en la escena deportiva mundial. Fue en el año 1900, en la primera edición de los Juegos Olímpicos modernos, creados y promovidos por Pierre de Coubertin.
Irónicamente, él mismo estaba en contra de la participación femenina en el deporte, una postura que le acompañó hasta la tumba: "Los Juegos son la solemne y periódica exaltación del deporte masculino, con el aplauso de las mujeres como recompensa", llegó a declarar.
Por este motivo la presencia de las mujeres en aquel año en la capital francesa fue algo más bien testimonial, debido a que el acceso a muchos de los ámbitos estaba completamente vetado.
Croquet, golf, vela, tenis y equitación fueron las únicas disciplinas disponibles para las participantes de aquel revolucionario año. Pese a ello, algunos carteles ilustraban mujeres practicando otros deportes, como la esgrima, a los que tenían prohibida la entrada.
Del gran número de deportistas que albergaron estos juegos, solo 22 fueron mujeres. Escondida entre ellas, se encontraba la primera campeona olímpica de la historia, Charlotte Cooper. Ganadora de la categoría de tenis, en la que llegó a competir hasta los 50 años, Cooper ya había obtenido galardones en ocasiones anteriores, concretamente tres en el campeonato de Wimbledon.
La participación de las mujeres en los Juegos Olímpicos de forma oficial se consiguió en la edición de 1928, celebrada en Ámsterdam, en la que ya Coubertin se encontraba lejos de la silla presidencial.
Esta vez, 277 mujeres destacaban entre los 2883 deportistas que recogía el campeonato. Además, pudieron competir en una gama deportiva mucho más amplia, en la que ya se incluía esgrima, gimnasia, natación, saltos y atletismo.
Pese al avance que esto supuso, aún existían limitaciones en varias modalidades, que se consideraban "demasiado duras" para las mujeres. Partiendo de este razonamiento el Comité Olímpico Internacional prohibió que concursaran en pruebas superiores a media vuelta.
En esta edición, la atleta alemana Lina Radke-Batschauer se convirtió en la segunda mujer en conseguir una medalla de oro para su país. Lo hizo en la categoría de los 800 metros que, después de Ámsterdam, estuvo prohibida durante 32 años, hasta los JJ. OO. de Roma 1960, por motivos exclusivamente relacionados con el sexo de las participantes.
En 1928, también se cumplieron otros hitos. Uno destacable fue el alcanzado por la italiana Luigina Giavotti, que logró la medalla de plata en gimnasia con 11 años y 302 días de edad, convirtiéndose en la medallista más joven de todos los tiempos.
Aprovechando el aumento de la visibilidad femenina en el deporte, Alice Meillat fundó la Federación de Sociedades Femeninas de Francia, y también la Federación Internacional Deportiva Femenina, mediante las que impulsó los Juegos Mundiales femeninos en Praga (1930) y Londres (1934).
En los años 60, Larisa Latynina se hizo con el título de la persona con más medallas de los Juegos Olímpicos, con dieciocho galardones—nueve oros, cinco platas y cuatro bronces— en la categoría de gimnasia artística. Nadie le logró arrebatar la jerarquía hasta el año 2016, en el que Michael Phelps consiguió añadir seis insignias a su colección, con las que batió el récord de Latynina.
Gracias a estos logros, las mujeres se volvieron imparables. Por un lado, en la edición de 1976 de Montreal se alcanzó una cuota altísima para la fecha, un 20% de participación femenina, lo que se traducía en 1260 atletas. Y en el 88, en Seúl, ya hubo más de 2000 mujeres implicadas en las Olimpiadas.
Por otro lado, los Juegos de Londres de 2012 llegaron a conocerse como los 'Juegos de las Mujeres' ya que se batieron los récords de participación femenina. 4976 mujeres compitieron en la edición británica, frente a la cifra de 5892 hombres. Además de ser la primera vez que disputaron en todas las categorías, también fue la primera ocasión en el que las mujeres españolas consiguieron más medallas que los hombres —trece galardones frente a seis—.
Por último, los Juegos de Tokio de 2020 también abogaron por la inclusividad. Defendieron una imagen de igualdad y sostenibilidad, y superaron la cifra, hasta entonces máxima, de participación femenina —un 48,8% —. También resaltó la decisión de que hubiera dobles abanderados, hombre y mujer.
Gracias a mujeres que decidieron correr, saltar y luchar cuando nadie se atrevía a dar ni un paso, podemos decir que estamos más cerca que nunca de la igualdad en el ámbito deportivo. Este recorrido, que ha tenido tanto luces como sombras, no ha hecho nada más que empezar.