Las voces del deseo sexual de las mujeres: "Se ignoraba que pudiésemos sentir placer, solo existía el de los hombres"
Después de una epoca de represión y negación, las mujeres empiezan ahora a indagar sobre sus deseo sexuales, descubriendo un mundo nuevo.
13 abril, 2024 02:15"Tenía 12 años cuando empecé a tener mis primeras experiencias con el deseo. Recuerdo sentir deseo por mujeres, pero no sé si es porque me gustaran o porque en la pantalla el sexo lésbico era menos agresivo, más amable y menos repugnante. Recuerdo la presión por experimentar y expresar mi deseo en el instituto para no sentirme una pringada. Sobre todo recuerdo el inmenso deseo de ser deseada", cuenta Marina (30 años).
"Para mí la historia del deseo es fundamentalmente la historia del fracaso", relata Sara Torres. La escritora reflexiona sobre las estructuras tradicionales heterosexuales que, hasta ahora, han dibujado los límites del deseo. "No hay una cultura afirmativa, específica, para representar la agencia del deseo de las mujeres, ni de cómo actuar el deseo rompiendo la asociación femenino-pasivo, masculino-activo", cuenta a EL ESPAÑOL.
"Sabemos mucho de la mirada de los hombres y cómo perciben el deseo, pero no ha habido tantas mujeres expresando su sexualidad. Por tanto, el desarrollo de mi sexualidad estuvo muy influenciado por la mirada masculina". Marina tarda un tiempo para poder contar sus experiencias con el deseo sexual. No sabe por dónde empezar y admite las dificultades para identificarlo, explorarlo e, incluso, percibir su origen.
"Hasta hace poco no se daba tanta prioridad al deseo sexual de las mujeres, solamente existía el de los hombres. Lo importante era que ellos podían llegar al orgasmo. Nosotras no existíamos", cuenta Claudia (23 años). El placer de las mujeres parece ser todavía una cuestión tabú. Son muchas las que siguen teniendo dificultades para expresar sus deseos, manifestarlos y aceptarlos.
"Se ignoraba que las mujeres pudiésemos sentir placer o que pudiésemos tener deseo sexual. Ahora se está empezando a entender que es igual de importante que las mujeres tengan el mismo deseo que los hombres", afirma Noemi Parra Abaúnza, doctora en Estudios de Géneros, sexóloga y antropóloga (2021)
Las posibilidades de placer, de goce y el disfrute de unos cuerpos en sujeción son excesos necesarios frente a la represión, el abuso y la violencia, a las que las mujeres han sido sometidas duramente. Como escribe Noemi Parra en Alianzas Rebeldes (2021): "es en la tensión entre el placer y el peligro, se disputa la sexualidad".
La lucha del deseo
"Fue el feminismo el que nos ayudó a caminar hacia el escenario en el que estamos ahora", explica Parra. Con el Movimiento de Liberación de las Mujeres en Estados Unidos, durante la segunda ola del feminismo (1960-1980) se empezó a hablar de deseo en una forma explícita".
Fue en 1978 cuando se legalizaron los anticonceptivos en España y en 1983 cuando se despenalizó el aborto. Fue reivindicar la diferencia entre el deseo erótico y la sexualidad de la maternidad. "Poder tener control sobre nuestra reproducción nos permitió explorar el deseo" En la época de la pandemia se empezó a hablar de masturbación, del placer de las mujeres.
"Para mí el deseo es un signo de poder expresarte sexualmente contigo misma y también con tu pareja", afirma Luz (20 años). Según Parra el deseo tiene que ver con algo que nos mueve hacia un objeto, en este caso con lo erótico, el deseo sexual. Esta movilización tiene elementos que forman parte de lo consciente, que tienen que ver con el plano de la voluntad, y otros que están en un plano más inconsciente.
A nivel biológico, el deseo tiene que ver con la parte más genética, las hormonas. "Normalmente las mujeres tenemos más deseo sexual durante el ciclo menstrual porque el cuerpo está preparado para la reproducción", afirma Ana Lombardía, sexóloga y psicóloga.
Luego, también hay una parte del deseo sexual que tiene que ver con la personalidad y con factores externos que estimulan el deseo. "Las personas más extrovertidas suelen tener más deseo sexual que las personas introvertidas".
Sin embargo, el deseo no se reduce sólo a cuestiones biológicas o personales. Cada persona es diferente y puede atraerle diferentes cosas. "La atracción es como dos imanes, se atraen de forma igual pero por diferentes rasgos", poetisa Juan Villanueva (33 años). Las sombras en las cuales se mueve el deseo son muchas, y toman formas diferentes según quien las vive.
Las sombras del deseo
"A lo largo de mi vida he tenido experiencias bastante malas porque no he podido sentirme nunca sexualmente satisfecha con mis parejas. Los chicos con los cuales he estado eran súper machistas, no han respetado las veces en que yo no quería intimar y ahora necesito mucha confianza para sentirme satisfecha". Empieza así la historia de Luz. Su experiencia ha sido marcada profundamente por la época de represión y de machismo que se ha vivido.
"Hoy en día sigo teniendo problemas para entender si mi deseo es genuinamente mío o es el deseo que he aprendido a través de la masculinidad predominante", confiesa también Marina.
"Creo que el deseo de las mujeres está muy influenciado por un deseo de ser aceptadas, ser deseadas por los hombres, que son los que tienen una situación de poder en la sociedad. Esto me hace plantearme: ¿deseamos al hombre, deseamos la persona o deseamos lo que representa y el lugar en el que le ponemos a esos hombres?"
Claudia cuenta la necesidad de intimar, de crear un vínculo para sentirse cómoda, Carmen dice que se ha negado ser bisexual por la norma heteropatriarcal impuesta, Luz habla del tabú de la masturbación. "No me podía tocar porque me sentía sucia. Desde pequeña mis padres me han inculcado que tenía que ser respetuosa, no hablar de sexo, no expresar mis deseos".
"Llevamos tiempo escuchando que las mujeres no queremos sexualidad, las mujeres queremos entrar en lo erótico. Lo que pasa es que para explorar es importante senrirnos seguras", afirma Noemi Parra.
Crear nuevas imágenes
"Pienso que el deseo se puede sentir a la vez hacía varias personas, a la vez se puede sentir deseo por uno mismo. Yo lo experimento constantemente", cuenta Marina. "Para mí sentir deseo es algo natural. Yo, al fin y al cabo, no controlo quién me atrae. Puedo sentir deseo sexual por varias personas, a pesar de que tenga pareja", opina también Claudia.
"Evidentemente, el deseo se puede dirigir a varias personas a la vez. Otra cosa es la voluntad que tenemos de ejecutar esos deseos. Y ahí está el límite, donde entran los diferentes tipos de modelos relacionales. Se trata de decidir qué hacer con esos deseos", argumenta Noemi Parra.
"Yo creo que el deseo madura en el sentido de que cosas que te resultan atractivas en una edad dejan de ser interesantes en otra. Se alimenta de cuando consumimos aprendemos a desear cosas que se alejan mucho de la normatividad, encontrando así poco a poco lo que realmente nos gusta a nosotras", afirma Marina.
A este propósito, Sarra Torres incita a una revolución social, arriesgarse y probar nuevas experiencias. "Cuando nos permitimos preguntarnos a nosotras mismas qué es lo que realmente deseamos, podemos ser libres desde nuestra imaginación personal, sin condicionamientos sociales heterosexuales".
Más allá de ser hombre o mujer
El feminismo cultural estadounidense centraba en la sexualidad la diferencia entre los géneros y afirmaba que la sexualidad masculina era, por naturaleza, agresiva y depredadora. Muchos hombres todavía perciben esta diferenciación tan marcada.
Según Álvaro Guzman (28 años), "los tíos generalmente tienen más deseo sexual, o más bien, con más frecuencia, a las chicas les gusta ser dominadas. No se centran solo en el físico, le importa mucho más la personalidad de la persona que tienen enfrente. Los chicos son mucho más básicos".
Según él, son muchos los factores que encienden el deseo sexual: el olor corporal, los gestos, la voz, la personalidad. Sin embargo, recalca que los roles de género establecen el atractivo sexual. "Cada vez menos, pero siguen teniendo mucha vigencia".
Noemi Parra argumenta que no existe una diferencia esencial entre el deseo del hombre y el de las mujeres. "Se marcan muchas diferencias en el plano social, existen muchos estigmas que nos limitan socialmente y que influyen a nivel subjetivo, pero la experiencia del deseo es totalmente individual y personal. Es amplia y variable y va más allá de ser hombre o mujer".
La violencia del silencio
La mayoría de las mujeres sufren silenciosamente esta condena. "Nosotras, por el simple hecho de ser mujeres, tenemos que cumplir unas pautas que nos impone la sociedad. Entonces, tenemos que estar siempre guapas, siempre depiladas, siempre perfectas, mientras que ellos simplemente tienen que existir", afirma Claudia.
"Todavía hoy la mujer se siente obligada a no respetar su libertad para cumplir con los objetivos de la pareja. Son años arrastrando una cultura del sometimiento", reconoce Álvaro. "Es verdad que yo nunca me he sentido mal por decir que no quiero hacer algo".
La mayoría de las mujeres tenemos que lidiar con el sentimiento de culpa. "Por no quedar de estrecha o por simplemente, pues, pobrecito, venga, que quiere tal, pues vamos a ello. Me has hecho sentir muy mal decir que no me apetece".
Según Parra, esto tiene que ver con los modelos de socialización femenina y lo que se espera de las mujeres. "Y qué dificultades tenemos muchas veces para poner límites. Por eso es tan importante entender cómo se mueven esos modelos y el género en el plano de la erótica para poder ir transformando espacios".
Una nueva revolución
"En las polémicas actuales no hay sexualidad feminista o no feminista, sino relaciones o practicas libremente consentidas", afirma Parra. Se quiere defender que las mujeres se pueden sentir orgullosas o cómodas con mostrar su cuerpo y su sexualidad y que, así, no se están exponiendo a los deseos eróticos incontrolados de los hombres.
Marina brilla hablando de las formas de su deseo, se inmerge en este mundo, curiosa de descubrir el más allá. "Creo que el deseo es personal y por tanto es un viaje individual que a veces puede llegar a ser doloroso, pero que desde luego merece la pena experimentar, porque puede llegar a sentir y percibir el mundo y la sexualidad de una manera muy humana, plena y satisfactoria".
Pero, todavía nos falta terreno. Ninguna de las mujeres implicadas en este reportaje quiso dar sus nombres reales. En cambio, los hombres no tuvieron ningún problema en ser reconocidos. Esto demuestra, una vez más, la dificultad de superar una estructura patriarcal impuesta y el miedo a levantar la voz.