"El tiempo que pierdes no lo recuperas jamás" - Benjamin Franklin
¿Cuántas veces has escuchado la frase "El que espera, desespera"? Sin embargo, la mayoría de nosotros vivimos en una constante espera: esperamos el momento adecuado, la señal perfecta, la oportunidad de oro. Creemos que la paciencia es una virtud, pero ¿qué pasa cuando esperar se convierte en una trampa? ¿Qué pasa cuando, sin darnos cuenta, dejamos pasar la vida y las oportunidades por esperar demasiado?
La espera es una parte inevitable de la vida. Esperamos desde que somos niños: esperamos la Navidad, nuestro cumpleaños, el último día de clases. Pero a medida que crecemos, esa espera se vuelve más traidora. Esperamos el amor perfecto, el trabajo ideal, el momento indicado para cambiar. La espera se convierte en una excusa cómoda para no entrar en acción, para no arriesgarnos, para no vivir plenamente.
La idea de esperar el momento perfecto es una ilusión que nos consume. "Voy a cambiar de trabajo cuando tenga más experiencia", "voy a mudarme cuando ahorre lo suficiente", "voy a empezar mi negocio cuando pase la crisis". Siempre hay un "cuando" que nunca llega, y mientras tanto, los días, meses y años pasan sin que hagamos nada significativo.
Nos aferramos a la idea de que algún día, en algún lugar, las estrellas se alinearán y todo será perfecto para dar ese gran paso. Pero la verdad es que la perfección no existe. Siempre habrá incertidumbre, siempre habrá riesgos. La vida es impredecible y esperar a que todo sea perfecto es una manera de alargar nuestras aspiraciones y deseos.
La espera tiene un precio alto. Cuantas más cosas posponemos, más nos arrepentimos. Las oportunidades tienen fecha de caducidad. El amor que dejamos pasar, el proyecto que no comenzamos, el viaje que no realizamos. Cada espera es una renuncia silenciosa a algo que podría haber sido. Como dijo John Lennon, "la vida es eso que pasa mientras estamos ocupados haciendo otros planes".
La espera también nos roba la capacidad de disfrutar el presente. Vivimos con la mirada fija en un futuro incierto, sin valorar el aquí y el ahora. La espera nos priva de experiencias, de emociones, de aprendizajes. Nos deja atrapados en una especie de limbo entre lo que queremos y lo que realmente hacemos.
¿Por qué esperamos? Una de las razones más comunes es el miedo al fracaso. Nos aterra tomar decisiones que podrían salir mal, nos paraliza la idea de equivocarnos. Preferimos esperar y soñar con lo que podría ser en lugar de enfrentar la posibilidad de un error. El fracaso es parte del proceso de crecimiento y aprendizaje. Cada error nos acerca un poco más a nuestros objetivos. Benditos errores suelo decir yo, por cierto.
Es hora de dejar de esperar y empezar a vivir. El momento perfecto no existe, pero el presente sí. Cada día es una nueva oportunidad para tomar acción, para arriesgarse, para hacer realidad nuestros sueños. Es importante planificar y tener metas, pero también es crucial ser flexibles y estar dispuestos a actuar incluso cuando las condiciones no son perfectas.
Tomar la decisión de actuar no siempre es fácil, lo sé perfectamente, pero es algo liberador. Implica aceptar la incertidumbre, enfrentar los miedos y lanzarse al vacío. Sí sí, he dicho lanzarse y no quedarse mirando desde el precipicio. Significa vivir con propósito y determinación. La vida no se detiene por nosotros, sigue su curso imparable. Si no tomamos las riendas, corremos el riesgo de quedarnos estancados en un mar de posibilidades no realizadas.
Hay innumerables historias de personas que decidieron dejar de esperar y tomaron acción. Steve Jobs dijo: "Recordar que vas a morir es la mejor manera de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder". Muchas veces, la conciencia de nuestra propia mortalidad nos impulsa a vivir con más intensidad, a no dejar para mañana lo que podemos hacer hoy.
Para muchos, la espera se convierte en un hábito, una inercia que es difícil de romper. Salir de esa zona de confort requiere un esfuerzo consciente y continuo. Hay que comenzar con pequeños pasos. Por ejemplo fijarse metas diarias, por pequeñas que sean. La acción genera impulsos, y poco a poco, esas pequeñas acciones se convierten en grandes logros. Es importante reconocer y celebrar cada paso adelante, sin importar cuán insignificante parezca. Cada avance es un testimonio de nuestra capacidad para cambiar y crecer.
Tener una mentalidad de reacción es fundamental para superar la trampa de la espera. Practicar la atención plena puede ser una herramienta poderosa. Al estar pisando el momento presente, nos liberamos de las ansiedades del futuro y de los arrepentimientos del pasado. La vida se vive en el presente, en el hoy, y cada momento es una oportunidad para hacer algo significativo. A mí me gusta reflexionar sobre mis metas y propósitos de vida y trabajo hacia ellos cada día, sin esperar unas condiciones ideales.
Esperar es una parte natural de la vida, pero no debe convertirse en nuestra forma de vivir. La vida es demasiado corta para posponer nuestros sueños y deseos. Debemos aprender a balancear la paciencia con la acción, a planificar sin dejar que el miedo nos paralice. Cada momento es una oportunidad para tomar decisiones que nos acerquen a una vida plena y significativa.
Hay que dejar de esperar y empezar a vivir. La vida no nos espera, ¿por qué tenemos que esperar nosotros? Como dijo Mark Twain, "dentro de veinte años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por las que hiciste. Así que suelta amarras. Navega lejos del puerto seguro. Atrapa los vientos alisios en tus velas. Explora. Sueña. Descubre".
La próxima vez que te encuentres esperando el momento perfecto, recuerda que la vida es ahora. No dejes que la espera te robe la posibilidad de vivir plenamente. Hay que arriesgar, dar el paso y apartar la incertidumbre. Al final del día, es mejor haber vivido intensamente que haber esperado eternamente.
Hoy amanecí algo filosofa pensarán, pero lo que está claro es que la vida no espera. Así que, la próxima vez que te encuentres esperando algo, pregúntate si realmente vale la pena. ¿Qué es lo peor que puede pasar si actúas ahora? ¿Y lo mejor?
Yo tengo claro vivir con intención, sin dejar que la espera se convierta en una barrera para mis aspiraciones. Porque, al final, lo único que tenemos realmente es el ahora. No dejemos que la espera nos impida disfrutar y vivir la vida que deseamos. La vida es hoy, y hoy es el momento perfecto para comenzar, ¿no creen?