Imagen de uno de los partidos del torneo entre la prisión de Alcalá Meco y la de Valladolid.

Imagen de uno de los partidos del torneo entre la prisión de Alcalá Meco y la de Valladolid. Rodrigo Mínguez

Sociedad

De una cárcel venezolana a los campos de rugby: así es el proyecto de reinserción de presos que 'copia' España

La Fundación Santa Teresa y la Fundación Rugby Cisneros organizan el primer torneo de rugby penitenciario en la Universidad Complutense.

2 junio, 2024 02:18

Decía Winston Churchill aquella frase manida de que "el rugby es un deporte de vándalos jugado por caballeros". Un juego con mucho contacto y valores que se ha convertido en una herramienta esencial para la reinserción en las cárceles de todo el mundo. 

Los internos encuentran en el rugby "una familia", "ganas de cambiar", "libertad"… Algo más que ejercicio físico. Y, este sábado, en el Estadio Nacional Complutense de Madrid, lo han demostrado con motivo del I Torneo Nacional de Rugby Penitenciario. 

Cinco equipos llegados desde diferentes cárceles de España han jugado el que, para los organizadores, va a ser el primero de muchos campeonatos. "Quién sabe si internacionales". El que sueña a lo grande es Alberto Vollmer, presidente Ron Santa Teresa y uno de los propulsores de la iniciativa. 

Convictos, presos que ya han cumplido su condena y voluntarios juegan juntos en los equipos.

Convictos, presos que ya han cumplido su condena y voluntarios juegan juntos en los equipos. Rodrigo Mínguez.

Sin americana ni corbata, es difícil saber quién es Vollmer más allá de porque saluda a la mayoría del público. Viste un polo de rayas blancas y negras, la equipación del Proyecto Alcaraz, el programa de reinserción de la compañía con el que han conseguido hacer del rugby un elemento de reinserción para presos en Venezuela y que, junto con la Fundación Cisneros, han traído hasta España. 

Juntos han organizado el torneo que se ha jugado este sábado en la Complutense y que ha traído a equipos en los que conviven internos, presos que ya están en libertad y voluntarios. 

Concretamente, una veintena de internos de cuatro centros penitenciarios (Meco, Estremera, Zaragoza y Valladolid) han jugado en este torneo, al que también se ha unido el equipo de El Dueso, en Cantabria, en el que sólo juegan ex internos.

Aun así, la configuración de los equipos es variada y, junto con los presos, compiten compañeros que ya gozan de regímenes de libertad o semilibertad y voluntarios. Como es el caso de la Cisneros, cuyos jugadores están directamente implicados con el equipo de Alcalá-Meco. 

Un atraco convertido en oportunidad

Para conocer la historia de la Fundación Santa Teresa, que es el germen sobre el que ha nacido todo este gran torneo, hace falta retrotraerse a 2003. Allí, en la hacienda en la que cultivan el azúcar para uno de los rones más famosos de Venezuela, se produjo un asalto a mano armada. 

Alberto Vollmer, presidente Ron Santa Teresa y uno de los propulsores de la iniciativa.

Alberto Vollmer, presidente Ron Santa Teresa y uno de los propulsores de la iniciativa. Rodrigo Mínguez

"Capturamos a los jóvenes que entraron y les dimos la opción de reponer su falta con trabajo", recuerda Vollmer. A partir de ahí, esos jóvenes que pertenecían a una banda llamada La Placita, empezaron a trabajar en la hacienda. El éxito fue tal que desde Ron Santa Teresa se lanzaron a 'reclutar' a la banda rival, Cementerio. 

"Logramos que hicieran las paces entre ellos y se corrió la voz. En prácticamente diez días teníamos a seis bandas haciendo cola", recuerda ahora. Para Vollmer el rugby, deporte que él mismo practica, tiene cinco valores, "respeto, disciplina, trabajo en equipo, deportividad y humildad". 

El 'culpable' de este gran proyecto divide el trabajo de su fundación en diferentes capítulos: educación formal, formación en valores, tratamiento psicológico y preparación para una futura reinserción laboral. Por todo ello, esa idea que empezó con chavales que entraban en bandas, saltó rápidamente a las cárceles de Venezuela

Ahora, 20 años después de ese atraco frustrado a una hacienda de azúcar, el programa Alcatraz está activo en 32 de las 56 prisiones que hay en Venezuela. Desde 2013 organizan torneos inter penitenciarios y, quién sabe, tal vez del salto para jugar a nivel internacional. En Madrid han sembrado la semilla. 

Marielys Palma embajadora de Ron Santa Teresa y jugadora de rugby en el proyecto Alcatraz.

Marielys Palma embajadora de Ron Santa Teresa y jugadora de rugby en el proyecto Alcatraz. Rodrigo Mínguez

Desde Venezuela ha viajado hasta España Marielys Palma. Con algo más de treinta años, esta joven pasó un año y medio en la cárcel. El rugby lo cambió todo para ella. Ahora se siente una persona diferente. 

En su centro conoció a las Gladiadoras de Oro, bicampeonas del torneo que se celebra en Venezuela, y que le hicieron sobrellevar su tiempo "privada de libertad". "Gracias a ellas salí adelante. Son mujeres luchadoras que me ayudaron a enfrentar la situación que estaba viviendo", apunta.

Pero para ella este deporte no sólo le ayudó dentro de prisión. También fuera.

"Salí en libertad el 27 de enero del 2020 y me llamaron de Alcatraz para formar parte de este equipo", reconoce orgullosa de esta extraña combinación rugby, ron y reinserción que se estudia hasta en Harvard.  

Estremera y la Fundación Cisneros

En España la historia es diferente, aquí las cárceles han ido organizando sus equipos de manera muy diferente. Los primeros fueron los funcionarios de la prisión de Estremera, en Madrid, que por iniciativa del personal empezaron a dar clases de rugby y a integrar la actividad en su programación. 

Jesús González Mateos, presidente de la Fundación Rugby Cisneros.

Jesús González Mateos, presidente de la Fundación Rugby Cisneros. Rodrigo Mínguez

En el caso de Meco, es diferente. Allí es la Fundación Cisneros la que, cada miércoles desde hace dos años, se involucra con la creación de un equipo en el que implican, principalmente, a los más jóvenes del club madrileño. 

Lo cuenta Jesús González Mateos, presidente de la Fundación Rugby Cisneros, que concibe este deporte como una forma de "educar personas". Cada miércoles, los chicos del club se trasladan hasta la cárcel madrileña de Alcalá Meco para enseñar a los reclusos. 

Eligen a los perfiles más jóvenes porque, como destaca González Mateos, la experiencia les "enseña lo que es la vida". Su objetivo principal es educar en valores. Tanto a los que están cumpliendo su pena, como a sus propios jugadores. 

"El rugby tiene tres grandes valores. El primero es el respeto. Ya sea al adversario, al árbitro, a tus compañeros… El segundo es la solidaridad porque es un juego de equipo donde no cabe el individualismo y el tercero es el compromiso. Aquí no cabe desvincularse", enumera. Su objetivo, como pasa en Venezuela con los Alcatraz, es prepararles para la vida. "Para su reinserción".

El claro ejemplo de que esta actividad es mucho más que un deporte es el testimonio de Houssman Abada. Hace menos de un mes que terminó de cumplir su condena en la cárcel de Alcalá Meco. 

Atiende a Madrid Total nervioso, mirando de reojo a sus compañeros porque en menos de 5 minutos le toca saltar al campo. "Rápido y te dejamos jugar. Lo prometo". Él sólo sonríe. "Sí, sí, no pasa nada". 

Houssman Abada del equipo de Alcalá Meco Madrid II (Proyecto Alcatraz España - Fundación Rugby Cisneros)

Houssman Abada del equipo de Alcalá Meco Madrid II (Proyecto Alcatraz España - Fundación Rugby Cisneros) Rodrigo Mínguez

Sabe que su testimonio es importante y por eso tampoco le importa enseñar su rostro. El 'capi', con el 9, lidera el equipo y también ha tomado las riendas de su vida personal. Desde que salió de la cárcel, hace una veintena de días, ha encontrado trabajo de camarero y, el año que viene, tendrá ficha en el Cisneros. 

Aunque su gran ilusión no es esa. Él lo único que le pide al futuro es que su "familia", que es como llama a su equipo de rugby dentro del centro penitenciario, salga muy pronto de allí. "La libertad", implora mirando al cielo en un día en el que, muchos de sus compañeros, han cambiado el gris cemento de la cárcel por el césped verde del campo de la Complutense.