Cuatro edificios de Madrid abandonados con un alto valor cultural.

Cuatro edificios de Madrid abandonados con un alto valor cultural. E.E

Sociedad

Cuatro 'palacios' en ruinas: las joyas olvidadas de Madrid que nadie quiere

Edificios declarados Bien de Interés Cultural o Patrimonial que nadie quiere por ser muy caros o por estar muy deteriorados. 

18 agosto, 2023 01:38
Jesús Soler Miguel Fiter

Al caminar por Madrid, a veces aparecen edificios abandonados o en ruinas que, irónicamente, y aunque muy pocos lo sepan, resultan ser tesoros arquitectónicos olvidados. Un dato curioso puesto que, en ocasiones, estos lugares son antiguas reliquias declaradas Bien de Interés Cultural o Patrimonial y que, por diversas razones, no se han preservado. 

Unos inmuebles que se edificaron siglos atrás, cuyas historias ya pocos recuerdan, pero que han sido testigos de las mejores poesías escritas en lengua española del siglo XX o de los cánticos de uno de los mejores castratos italianos del siglo XVIII. Edificios maltratados por el paso del tiempo, y a veces por las instituciones, que permanecen en pie, esperando a que alguien tenga el tiempo o el dinero para devolverles el esplendor que un día tuvieron. 

Estas son cuatro joyas arquitectónicas de Madrid cuyas historias son muy distintas, pero que tienen algo en común: han caído en el abandono y en el olvido. 

[La misteriosa 'casa negra' de Torrelodones: el gran chalé abandonado donde Omega 4 investiga psicofonías]

Velintonia, la casa de Vicente Aleixandre

Al andar por el barrio de Chamberí, por la calle de Vicente Aleixandre, pocos paseantes se dan cuenta de que pasan por delante de Velintonia, la casa en la que vivió el poeta de la Generación del 27 que da nombre esta misma calle. El principal motivo de que un inmueble así no llame la atención de los paseantes es que se cae a pedazos.

Lejos quedan los días en los que los intelectuales del 27 discutían sobre España y escribían poemas en el interior de Velintonia. Solo una discreta placa en una de las fachadas recuerda que Aleixandre vivió allí y que, en este inmueble, se leyeron por primera vez algunos de los mejores poemas escritos en español del siglo XX. 

La placa en memoria de Vicente Aleixandre en una de las fachadas de Velintonia.

La placa en memoria de Vicente Aleixandre en una de las fachadas de Velintonia. Jesús Soler

Vicente Aleixandre se trasladó a esta casa junto a su familia en el año 1927 y murió en un hospital muy cercano en diciembre de 1984. A la muerte del poeta, su hermana Conchita siguió viviendo en Velintonia hasta su fallecimiento en 1986. Es este el año en el que empieza la decadencia de un lugar que, en palabras de Alejandro Sanz, presidente de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre (AAVA), ha sido la casa de "toda la poesía en lengua española del siglo XX, además de un símbolo único de la generación del 27". 

En la actualidad, el inmueble es propiedad "de la sobrina segunda del poeta, María Amaya Aleixandre de Artiñano, en un 60 %, y en un 40 % de cuatro hermanos, los Usera Estirado, que son nietos de una prima de Vicente Aleixandre por parte materna".

Tal y como relató Sanz a Madrid Total, AAVA nace en marzo de 1995 cuando "un grupo de poetas y amigos, alarmados por el estado de abandono de Velintonia, redactamos un manifiesto, que firmaron más de un centenar de importantes escritores, poetas, artistas e intelectuales, para concienciar a nuestros gobernantes de la urgente necesidad de salvar Velintonia". Los integrantes de esta plataforma buscan, entre otros objetivos, "Difundir la obra del poeta Vicente Aleixandre, recuperar y conservar su legado y fomentar la reedición de su obra".

Una imagen de Velintonia.

Una imagen de Velintonia. Jesús Soler

En cuanto al valor monetario de esta propiedad, al hacer una rápida búsqueda en el portal Idealista, se puede encontrar Velintonia al precio de 4,7 millones de euros, sin embargo, Sanz afirma que el mayor problema del inmueble "no es monetario, sino de voluntad política y de respeto al artículo 46 de nuestra Constitución, que indica que «los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran». En 2023, Velintonia volvía a los titulares porque, tras varios años en el mercado inmobiliario, el inmueble saldría a subasta. 

Sobre la preservación y la conversación de este lugar, Sanz señala que "nuestros poderes públicos, a lo largo de los años, han despreciado esta casa, que forma parte indiscutible de nuestro patrimonio histórico y cultural y, con ello, han despreciado el legado de nuestro Nobel".

En 2022, en inmueble fue declarado Bien de Interés Patrimonial, una categoría que, a ojos del presidente de AAVA es "torticera e insuficiente, ya que permite no solo la destrucción de buena parte del inmueble, sino que posibilita la perversión de la verdadera naturaleza de la casa, que podría acabar convertida, por ejemplo, en una clínica dental".

Por eso, si Velintonia hubiera sido declarada Bien de Interés Cultural, Sanz afirma que "el Estado tendría la obligación de pujar en la subasta judicial que se va a producir y de ejercer el legítimo derecho de tanteo y retracto, algo que no va a producirse por no tener esta categoría de protección que merece".

Una imagen de Velintonia.

Una imagen de Velintonia. Jesús Soler

A pesar del desfavorable estado de la que fue la casa de Aleixandre, la labor de la AAVA es innegable: "A lo largo de estos veintiocho años hemos conseguido que se hable de Velintonia y del archivo de Vicente Aleixandre, que ha sido declarado BIC tal y como propusimos; hemos logrado mantener vivo el interés social por el estado de la casa, que no es poco; y hemos conseguido poner nervioso o incomodar a algún que otro político incompetente (que hay muchos)" señala Sanz.

Sin embargo, Velintonia vuelve a ser noticia por el hecho de que, finalmente, saldrá a subasta, por lo que su futuro es realmente incierto. Todo ello parece una clara señal de que las instituciones, y quizás los lectores, han perdido el interés en el que fue uno de los más importantes poetas españoles del siglo XX y su innegable legado junto a la generación del 27. 

De hecho, al plantear esta pregunta, Alejandro Sanz afirma que "muy pronto, en 2027, conmemoraremos el centenario de esa mítica generación. ¿Lo haremos sin Velintonia? Sería un error histórico privar a las generaciones futuras de un espacio de vida, creación y amistad tan sumamente importante, único en el mundo. La honrosa responsabilidad de evitarlo compete solo a nuestros gobernantes que deben dejar de lado sus ideologías y fobias en beneficio del patrimonio de todos, de la cultura de todos". 

Por tanto, y a falta de saber qué pasará con este inmueble cuando salga a subasta, parece que no será a corto plazo que en las paredes de Velintonia resuenen de nuevo poesías y versos sobre España. 

El Palacio de Osuna 

El Palacio de los duques de Osuna, también conocido como Palacio de Farinelli, es un edificio con siglos de historia en el que vivió el famoso castrato italiano que le da nombre. Un edificio de estilo neoclásico ubicado en Aranjuez, construido en 1750 por el arquitecto Santiago Bonavía y ampliado años después por Juan de Villanueva, que se trata de un excelente ejemplo de la arquitectura barroca de la época. Pero hay más.

Se trata de un lugar declarado Bien de Interés Cultural en 1983 y que también forma parte de la Lista Roja del Patrimonio. Un edificio que, irónicamente, hoy se encuentra en la ruina. 

Al tratarse de un inmueble tan antiguo y singular, su historia es fascinante. Tal y como explica Miguel Lasso en el tomo 58 de los anales del Instituto de Estudios Madrileños, Fernando VI encarga la construcción de este palacio a Santiago Bonavía, que termina su borrador el 27 de enero de 1750.

Este edificio estaba destinado a ser la residencia exclusiva de Carlos Broschi Farinelli, uno de los cantantes preferidos del Rey, que había llegado a España en 1737. Las obras del inmueble terminaron el 8 de marzo de 1751, momento en el que Farinelli entró a vivir en el palacio. Durante los años que el cantante residió aquí, organizaba reuniones a las que acudían nobles, políticos e intelectuales de la época. 

Un retrato de Carlo Broschi, Farinelli.

Un retrato de Carlo Broschi, Farinelli. Wikipedia

Cuando muere Fernando VI en 1759, el castrato cae en desgracia y es desterrado por Carlos III a volver a Italia. En este momento, el edificio pasa a ser propiedad de la Corona, que la utiliza como residencia por 20 años.

Es en 1787 cuando lo compran los duques de Osuna, que encargan una ampliación a Juan de Villanueva, cuya misión era, en palabras de Magdalena Merlos, responsable de área de Patrimonio Histórico de Aranjuez, "rehabilitar la armoniosa fachada y unificar en el exterior los dos ámbitos preexistentes del edificio: el palacio con patio de planta curva y la zona de caballerizas". El resultado, un espectacular inmueble en el corazón de Aranjuez de dos plantas de estilo barroco con 2.752,54 metros cuadrados que incluía amplios salones de baile y grandes estancias privadas para los duques.

Uno de los salones interiores del Palacio de Osuna.

Uno de los salones interiores del Palacio de Osuna. Foro Urbanity/Madrid Proyecta

Sin embargo, los miembros de la aristocracia, no se caracterizaban por vivir de manera austera. Por eso, a lo largo del siglo XIX el Ducado de Osuna fue perdiendo su posición económica y es en 1876 cuando Mariano Téllez-Girón, duque de Osuna, pide la primera hipoteca de este palacio, para obtener 1.550.000 pesetas. Pero la situación no mejoró para el ducado, y en abril de 1880, el duque de Osuna solicita una nueva hipoteca por 1.650.000 pesetas a devolver en cinco años, un dinero que jamás fue retornado. 

Por eso, el 20 de marzo de 1899 este palacio sale a subasta. Lo compró Cecilio López Arias, vecino de Aranjuez, por la cantidad de 30.105 pesetas. Pero López Arias falleció en 1940 y nombró en su testamento como herederos universales a sus 10 hijos: en sus manos caía un Palacio que era la sombra de lo que fue y se encontraba en muy mal estado por culpa del paso del tiempo y el abandono.  Es este el momento en el que se produce la división de esta propiedad con siglos de historia, que dio lugar a la situación actual del inmueble. 

En 1983, el palacio fue declarado Bien de Interés Cultural por la Comunidad de Madrid y el 3 de marzo de 2014 pasó a ser parte de la Lista Roja del Patrimonio, un registro que incluye espacios y elementos que corren el riesgo de desaparecer por diversas circunstancias. Tras muchos años olvidado, el Palacio volvió a ser motivo de atención el 2 de mayo de 2018, cuando un misterioso incendio destruyó parte del inmueble y provocó la caída del tejado superior. 

En la actualidad, se trata de un edificio que pasa desapercibido para los caminantes que transitan por las calles de Aranjuez y que ignoran que, en un pasado lejano, un legendario castrato italiano recitaba canciones para el deleite de los burgueses del siglo XVII. 

Los bomberos intentando sofocar el incendio del Palacio de Osuna en 2018.

Los bomberos intentando sofocar el incendio del Palacio de Osuna en 2018. Europa Press

[Descubren un palacio del siglo XIV en el interior del Castillo Viejo de Manzanares El Real, Madrid]

Palacio del Canto del Pico

El Canto del Pico, la casa que tenía Franco en Torrelodones, está en venta desde hace años pero su propietario, un conocido empresario de esa localidad, no acaba de encontrar un comprador. Y es que, pocos tienen el dinero necesario para comprar un inmuble con más de 100 años de historia. 

Y es que no solo se trata de comprar el inmuble: el edificio está muy deteriorado y precisa una rehabilitación importante en la que hay que invertir varios millones de euros si se pretende dejarla para uso privado o público. El Ayuntamiento de Torrelodones llevó a cabo hace varios años un intento para hacerse con el terreno y el edificio para hacer un parque, pero la operación finalmente no tuvo éxito.

Un incendio estuvo a punto de terminar con este icono de Torrelodones, cuya figura domina el pueblo y miles de conductores que pasan por la A-6 ven todos los días. Por eso, un guarda hace paseos por la zona para evitar que el edificio sufra nuevas agresiones como el incendio que se produjo en los años 90.

Palacio del Canto del Pico.

Palacio del Canto del Pico. Miguel Fiter

El palacio, un pastiche construido con diferentes estilos, era propiedad del conde de Las Almenas. En los años 40, este se lo regaló a Franco por haber vencido al "comunismo internacional". Cuentan en el lugar que Franco solía llegar por una carretera que comunicaba directamente el Canto del Pico con el Pardo. Cuando se instalaba la Guardia Civil tomaba los picos cercanos para evitar cualquier tipo de atentado contra el dictador.

Anteriormente había sido residencia de Antonio Maura, que murió al caer por las escaleras, se cree que tras sufrir un infarto de miocardio. Posteriormente, durante la guerra fue cuartel de las fuerzas republicanas y residencia de Indalecio Prieto.

Una de las casas que hay en la entrada fue utilizada por la marquesa de Villaverde y el doctor Martínez Bordíu para pasar su noche de bodas. Por otro lado, Jimmy Giménez Arnau y una de las nietas de Franco también vivieron en esa casa cercana a la entrada de la finca, que está poblada de peñas.

Al morir Franco la familia se llevó todos los objetos que había acumulado el dictador y la vendió a su actual propietario. Algunas personas que conocen la zona dicen que Franco pasó las últimas semanas antes de caer definitivamente enfermo entre sus peñas y bosques en una de las fincas más espectaculares de la región.

Algunos elementos, como un claustro que había sido trasladado piedra a piedra y montado en el Canto del Pico, fue devuelto hace unos años a la iglesia original.

Edificio de Radio Nacional de España

Ubicado la carretera de Chinchón, al lado del Puente de Arganda, aparece, como si de un fantasma se tratase, el antiguo edificio de Radio Nacional de España que se inauguró en 1954. Un lugar abandonado que, en su día, fue la sede de las emisoras de onda media y corta de Radio Nacional. Este edificio fue proyectado por Diego Méndez, que siguió el patrón de la arquitectura franquista de los años cincuenta. 

En su interior, destaca el vestíbulo de entrada, una estancia cuadrada decorada con mármoles policromados, presidida por una gran escalera de doble tiro, también de mármol. En su primera planta, se encuentra toda la maquinaria encargada de generar la tensión y corriente necesaria para los transmisores de onda corta, y en su planta tercera, dispone de una biblioteca con artículos y libros de telecomunicaciones destacados.

Un edificio que no ha sido declarado Bien de Interés Cultural o Patrimonial, pero que reúne todas las características para ello. 

El Centro Emisor de Onda Corta de RNE.

El Centro Emisor de Onda Corta de RNE. Ayuntamiento de Madrid