La suntuosa villa romana de El Ruedo en Almedinilla (Córdoba) fue una explotación agropecuaria con área residencial del siglo IV d.C. y ha sido catalogada como una de las de mayor extensión de la Península Ibérica. De sus entrañas fue exhumada la rarísima escultura en bronce de cuerpo entero de Somnus, personificación del dios romano del sueño, con la más soberbia traza y calidad artística de las pocas conservadas en el mundo.
En los albores del siglo XX, el arqueólogo francés Pierre Paris viajó hasta Almedinilla seducido por el hechizo de este asentamiento con objeto de realizar catas, aunque no será hasta 1989, a raíz de la construcción de la carretera A-389, cuando avanzó el programa de excavaciones. Los equipos se centraron en la zona residencial o pars urbana, cuyo edificio se exhumó en su integridad, explica el arqueólogo municipal y director del museo histórico de Almedinilla, Ignacio Muñiz Jaén.
Adaptándose al modelo de vivienda helenística, se articula en torno a un patio abierto con habitaciones privadas (cubicula o dormitorios) y otras dependencias de representación. Asombra la denominada sala del triclinium o de recepción (comedor) provista de mesa semicircular o stibadium de ladrillos y cubierta con mortero de cal, arena y cerámica triturada, a la que antecede una fuente monumental (nimphaeum), que inyectaba el agua en forma de cascada simulada dentro la estancia.
La insólita escultura de Somnus
Otro de los atractivos que depara esta villa son los estucos que embellecían las paredes de los cuartos. En total, 60 metros a los que se añaden más de 3.000 fragmentos recogidos. En opinión de Muñiz Jaén, simulan mármoles o crustae ornamentados con pinturas al fresco, objeto de analíticas realizadas por la Facultad de Química Orgánica de la Universidad de Córdoba. Remata esta decoración cuatro espléndidos mosaicos con decoración geométrica.
Como consecuencia de varias intervenciones de desenterramiento, los especialistas encontraron estatuas de Dionisos, Apolo, Perseo y Andrómeda, Hermafrodita, Attis (relacionado con los cultos funerarios y amante de la diosa Cibeles), Sileno y Venus. Aluden a la mitología grecorromana y a los cultos paganos de los habitantes de la villa. También afloraron alas de putti, que eran niños alígeros o genios que influían en la vida de los mortales y en el amor.
Quizá por esta circunstancia se destrozaron deliberadamente en un momento posterior a la propagación del cristianismo (mediados del siglo V), dispersando o encubriendo los fragmentos. Pero la tierra ocultaba hasta el momento el más rutilante tesoro: el hallazgo en 1988 de la excepcional estatua en bronce del dios del sueño romano Somnus. Elaborada con la técnica de la cera perdida, tiene una altura de 87 centímetros. En opinión de Muñiz Jaén, esta deidad establecía estrechos vínculos con la muerte, la adivinación y la medicina a través del procedimiento de la incubatio y del carácter escatológico de los sueños.
El estado de conservación es admirable y era retratado como un hombre joven desnudo o efebo de aspecto sereno, dotado de alas en las sienes. Portaba un cuerno de opio inductor del sueño en la mano derecha con brazo extendido y otras veces un tallo de amapola o planta adormidera, una rama de la que goteaba el rocío del río Lete (olvido) o una antorcha invertida. Somnus encarna la enigmática dualidad entre el sueño y la realidad, entre la quietud y la perturbación. Probablemente, el dueño quiso embellecer la sala del triclinium para sorprender a sus ilustres invitados.
De igual modo, ha emergido un área productiva o pars rustica compuesta por almacenes, lagares para el vino, silos para almacenar el grano, almazara, hornos cerámicos, cuadras y viviendas de colonos y esclavos. Como colofón, una extensa necrópolis de inhumación excavada entre 1988 y 1997, detectándose 300 enterramientos donde se vislumbra el tránsito de los cultos paganos a los cristianos sin solución de continuidad.
Según comenta Muñoz Jaén, la villa romana de El Ruedo es la genuina expresión de la plena conquista y colonización agrícola romana a partir de asentamientos rurales autosuficientes parecidos a nuestros actuales cortijos, una vez llevada a cabo la “romanización” de estas tierras que incluyó la destrucción violenta del poblado ibérico del Cerro de la Cruz en el contexto de las guerras lusitanas. Se vislumbra cómo de una propiedad de tipo medio se pasa a finales del siglo III d.C. a un gran latifundio con toda clase de lujos y comodidades para, a partir de mediados del siglo V d.C., transformarse en un espacio campesino donde los anteriores elementos aristocráticos son amortizados.
Al día de hoy, el Ayuntamiento de Almedinilla está a la espera de la resolución de varias subvenciones que ha solicitado (Next Generatión, 2% Cultural) para poder dar así un impulso nuevo a este enclave cultural único en la zona. Mientras tanto, se ejecutan trabajos de documentación de la necrópolis de incineración romana recientemente descubierta en los alrededores.