Hablan los vecinos del piso de la 'patada en la puerta': "Soy sumiller. Temía coger Covid y perder el olfato"
EL ESPAÑOL accede en exclusiva al vídeo de la testifical de dos vecinos del piso en el que la Policía irrumpió para frenar una fiesta ilegal.
19 abril, 2022 03:37Noticias relacionadas
Fiestas y ruidos continuos, "incluso durante el día". Dificultad para dormir, rifirrafes y hasta algún que otro insulto... Dos vecinos de la vivienda en la que la Policía irrumpió con un ariete para poner fin a una fiesta ilegal en marzo de 2021 relataron ante el juez el pasado febrero sus problemas de convivencia con el inquilino de aquel domicilio.
Así consta en el vídeo de sus testificales, que no había trascendido hasta ahora y al que ha tenido acceso en exclusiva EL ESPAÑOL.
Una de ellas, Luisa [nombre ficticio para preservar su intimidad], manifestó ante el juez Jaime Serret, titular del Juzgado de Instrucción número 28 de Madrid, su preocupación por las continuas fiestas que se producían en el interior de la vivienda, una vez la ocupó un ciudadano británico en enero de 2021. Incluso, se celebraban violando las restricciones impuestas por el Gobierno contra la pandemia de la Covid-19.
Hoy, el inquilino acusa a los seis policías de los delitos de allanamiento de morada y daños, en el caso conocido como la patada en la puerta. Todos los agentes se sentarán en el banquillo de los acusados, enfrentándose a penas de cárcel.
"La noche en cuestión [21 de marzo de 2021], habíamos llamado ya varias veces a la Policía", inició Luisa su relato como testigo, bajo la obligación de decir la verdad. "De hecho, la noche anterior, habíamos llamado también (...) y vino la municipal y la nacional, sin obtener ningún resultado. Llevábamos tres días seguidos con fiesta, tras semanas y semanas sin poder dormir. Yo había llegado a un punto terrible de migrañas y cansancio, que me impedía trabajar", añadió.
Según aseguró ante el juez, aquella madrugada de marzo se estaba produciendo "una fiesta importante". Y decidió telefonear a la Policía tanto debido a las "molestias por el ruido" como por el temor al coronavirus. "Yo trabajo en [el sector del] vino y, claro, no me quería contagiar de Covid, porque no podía perder el olfato", declaró. Según ha podido saber este diario, Luisa es sumiller.
Ante el juez, también manifestó que sufre "un patrón de años de migrañas", que le afecta la falta de sueño y le provoca "un estado anímico y físico terrible", lo cual le complica trabajar.
Tal y como publicó EL ESPAÑOL, una vez los seis agentes se personaron en el bloque, mantuvieron una larga negociación con los jóvenes que estaban al otro lado de la puerta. De más de 20 minutos. Así lo refleja el vídeo grabado por las cámaras corporales que los policías portan en sus uniformes.
Una joven, que se identificó como estudiante de Derecho, se encaró a los agentes. Ante la negativa de varios invitados de la fiesta a identificarse, el jefe del grupo ordena, tras haber probado otros dos métodos menos invasivos, reventar la puerta. Luisa en ningún momento escuchó al inquilino británico conversar con los agentes.
"Vino la Policía y (...) estuvieron durante un rato largo explicando a las personas del interior del piso que estaban infringiendo las medidas sanitarias y que tenían que abrir la puerta para identificarse. Esta negociación duró mucho tiempo", recordó.
"¿Esto cómo lo sabe? ¿Fue usted testigo visual de esto porque subió al piso?", le interrogó el juez Serret. "Me quedé en mi casa con la puerta entreabierta y lo oí casi todo", respondió ella.
De tres a cinco fiestas por semana
Al rememorar los problemas de convivencia con el inquilino británico, Luisa citó varias ocasiones en las que se acercó a la vivienda junto a su pareja "para intentar convivir juntos". De acuerdo con su relato, llegó incluso a contactar con uno de los dueños de la agencia que gestiona los alquileres. "Para intentar solucionarlo entre nosotros", explicó. "Después, fue cuando empezamos a llamar a la Policía", narró, tras quejarse de "fiestas incluso durante el día", aunque reconoció que "el problema empezaba por la noche".
"Era un promedio de entre tres y cinco veces por semana las que no podíamos dormir (...) hasta las 5.00 de la mañana (...). A veces, [el inquilino del piso] llegaba a las tres [de la madrugada] y ponía la música a tope, supongo que estando solo; no se oía a más gente".
Aquella noche —a la que la Policía puso fin vía patada en la puerta— era la tercera de fiesta consecutiva, indicó Luisa, tras admitir que, debido a "algún problema de construcción", en el edificio "se oye todo muy bien" entre las viviendas del bloque. "Otros pisos hacían fiestas, pero mucho menos", comparó.
Este caso judicial no tardó en convertirse en un arma política contra el ministro del Interior, una vez las imágenes de la Policía penetrando en la vivienda con un ariete, grabadas por una de las asistentes de la fiesta, se difundieron rápidamente en redes sociales. En un primer momento, Fernando Grande-Marlaska aseguró que el inmueble "no constituía morada", que era un piso turístico que tan sólo se utilizaba para celebrar guateques.
Preguntada por este extremo por parte del letrado de la acusación, el abogado Juan Gonzalo Ospina, Luisa señaló: "Hay un debate ahí. Según los dueños de la agencia, son alquileres de larga duración. Yo sé que ha habido problemas con los otros propietarios. (...) A mí lo que me consta, como vecina, es que había mucha rotación de personas".
A preguntas del letrado, Luisa también reconoce que ninguno de los agentes subordinados indicó al jefe del grupo policial la necesidad de solicitar una orden judicial para acceder a la vivienda. La estudiante de Derecho sí lo exige en varias ocasiones.
Cuando fueron interrogados como imputados, los policías manifestaron ante el juez que consideraron que el comportamiento de los jóvenes —la oposición continuada, durante una media hora, a salir al rellano y mostrar sus DNI— excedía la falta administrativa y constituía "un posible delito".
"Fuck you!"
Un segundo vecino, Marcelo [nombre ficticio], también declaró como testigo el pasado febrero. En la misma línea que la anterior, manifestó ante el juez que aquel sábado noche, los vecinos ya se temían una madrugada de desenfreno. "Era fin de semana y ya esperábamos la fiesta [en el piso]", indicó. Fue él, según dijo, el que telefoneó a la Policía.
De acuerdo con su testimonio, el inquilino de esa vivienda había insultado a su mujer en una ocasión en la que ésta le reprendió por los ruidos. "Le dijo: 'Fuck you!' ['Que te jodan', en inglés]".
En otras situaciones, según relató, Marcelo coincidió con él en el ascensor, la escalera y otras zonas comunes. Y le reprochó "de buenas maneras" sus modales. "La Policía fue nuestro último recurso", insistió. "Y, salvo la vez que insultó a mi mujer, conmigo todas las veces dijo: 'Oh, sorry' ['Oh, lo siento']. Y de sorry nada; luego siempre seguían las fiestas". Finalmente, el inquilino británico abandonó aquella vivienda el 2 de mayo de 2021.