El hijo de Giménez Abad: 'Es una absoluta vergüenza que Bildu sea interlocutor privilegiado del Gobierno'
Borja Giménez Larraz es uno de los candidatos del PP a las europeas: "A Sánchez se le llena la boca hablando de ultraderecha y gobierna con la ultraizquierda que no condena el terrorismo".
3 junio, 2024 02:46Borja Giménez Larraz (Zaragoza, 1983), era un adolescente de 17 años cuando un domingo 6 de mayo de 2001 un pistolero de ETA asesinó a su padre: Manuel Giménez Abad, presidente del Partido Popular de Aragón en aquel momento. Antes, había sido consejero de Presidencia del Gobierno autonómico. Tenía 52 años, mujer y dos hijos.
Todo sucedió en el transcurso de "un día normal".
"La noche anterior estuve celebrando de fiesta con mis amigos que había terminado el COU", relata a EL ESPAÑOL el candidato del PP a las elecciones europeas del 9-J, una de las revelaciones de la lista, como avanzó este periódico. "Por la tarde, mi padre y yo íbamos juntos al fútbol, él tenía ciertas reticencias, no le apetecía del todo, pero al final fuimos".
A los cinco minutos de que padre e hijo, hombro con hombro, salieran caminando del portal de casa, llegó por detrás un jefe de ETA: Mikel Mikel Kabikoitz, alias "Ata". Siempre por detrás. En cuestión de segundos, arrebató la vida al primero y transmutó la del segundo. "Le descerrajó tres tiros, dos por la espalda y uno, con el que lo remató, en la cabeza. Luego se fue... mirándome a la cara".
Esa misma madrugada, nada más regresar a casa, Giménez Larraz confesó a su madre que, "en la medida de lo posible", seguiría la estela de su padre. "Era un fuera de serie, ya quisiera ser yo la mitad que él. Lo quería con locura".
El asesinato, y, sobre todo, las circunstancias, "por representar un proyecto político, unos principios, unos valores y por defender la democracia", fueron el germen de una incipiente vocación que, con estos comicios, alcanza mayoría de edad. Giménez Larraz ocupa un puesto de salida en la lista del PP, por lo que tomará asiento en la Eurocámara con toda seguridad.
Se trata de un lugar que conoce bien: lleva diez años recorriendo sus pasillos, como asesor jurídico de su formación. Al margen de la historia personal, le avala un currículum: se licenció en Derecho, cursó un MBA en el Instituto Empresa. Luego, máster en Unión Europea. Trabajó en el sector privado, en el Ayuntamiento de Zaragoza. Y en 2014 dio el salto a la política comunitaria. Es políglota: habla inglés y francés.
En la recta final de la presente legislatura, rondaba en su cabeza el ansiado regreso a la ciudad natal, movido por el irresistible reclamo de tres mujeres: su esposa y dos hijas pequeñas. Pero la llamada de Alberto Núñez Feijóo con la petición de continuar allí por cinco años más, desde la bancada azul, fagocitó sus planes.
Ahora, como su progenitor en el pasado, Giménez Larraz se entrega a la fatigosa vida de campaña: con mítines, debates, entrevistas. Lo hace, entre otras cosas, por el afán de estirar un legado: "De lo que más orgulloso me siento, y se sentiría él, es de que he heredado su forma de entender la vida, la política, las relaciones con las personas. Que es la forma de ser respetuoso, tolerante, abierto".
Hace un año, a los dos meses de copar Bildu el debate público en España por la incorporación de una cuarentena de etarras en sus listas para las municipales del 28-M, Borja se reencontró con el verdugo de su padre. Fue en el juicio. "Testifiqué para reconocerle". Pasadas dos décadas de la matanza, la Audiencia Nacional dictó sentencia. "Fue un proceso duro, pero está condenado".
La banda terrorista dejó a Borja sin padre. Y aun así, se considera afortunado. "He tenido la suerte de que el asesino haya sido condenado". Es cierto: otros no pueden decir lo mismo. "Sigue habiendo más de 300 crímenes sin esclarecer y es fundamental que el Estado persista, en la manera de lo posible, por esclarecer todos esos casos, por arrojar luz y ofrecer justicia. Es gente que murió por defender los principios y valores sobre los que se asienta nuestra democracia y nuestro Estado de derecho".
Curiosamente, muchos de los que tienen la información necesaria para desentrañar los crímenes irresolutos, están a los mandos de una formación cada vez más hegemónica en el País Vasco y que juega un papel capital en la gobernabilidad del Estado.
Para Giménez Larraz, el ascenso de Bildu es como una daga. "Me afecta y me mueve mucho, me parece una absoluta vergüenza que lo hayan elevado a categoría de interlocutor privilegiado del Gobierno, que condicione las políticas del Gobierno y que se le esté blanqueando".
"El auge de Bildu es insoportable"
– ¿Cómo califica el viaje de Pedro Sánchez con esta formación? De decir "con Bildu no vamos a hablar" a estrechar la mano a Mertxe Aizpurúa, que hacía listas negras en Egin.
– Lo de Sánchez... Está claro que es un político capaz de todo por aferrarse al poder. Lo demuestra día a día. Le da igual todo. Ha llegado al punto de amnistías, indultos, reformas del Código Penal. Obviamente, es una vergüenza que esté blanqueando a Bildu y que esté llegando a acuerdos con ellos. Para mí son gente que no reúne los más mínimos requisitos éticos para establecer ningún tipo de relación ni de contacto.
A Giménez Larraz se le hace directamente "insoportable" el auge de la formación que lidera Arnaldo Otegi. "Es un partido que no condena el terrorismo, que no muestra arrepentimiento de lo que han hecho. Su narrativa está con el ultranacionalismo etnicista y excluyente que ha promovido ese movimiento durante décadas".
Se refiere a un "nacionalismo tóxico". Aunque lo peor, insiste, "es que encima siguen anclados en la no condena de la violencia, de llevar a terroristas en las listas".
– ¿Y cómo se explica que Bildu sea casi la primera fuerza en el País Vasco?
– El diagnóstico es terrible: se está olvidando lo que ocurrió. Es importante seguir manteniendo viva la memoria de las víctimas, de lo que han representado. Y seguir poniendo negro sobre blanco. El problema es que el PSOE no está en ese camino, está en el camino de blanquear a Bildu. Pero no por una cuestión de que quieran... Sabemos que, como todo movimiento político de Sánchez, lo hace por mantener el poder.
– ¿Qué opinión le merecen los pactos del presidente?
- Se le llena la boca hablando de ultraderecha y está gobernando con la ultraizquierda que no condena el terrorismo de sus propios compañeros de partido. Y le parece lo normal, una cosa con lo que se puede convivir, un ejercicio de democracia plena el incorporarlos al debate político... él sabrá, pero a mí desde luego ahí no me van a encontrar.
– ¿Cree que habría que ilegalizar a Bildu?
– No voy tan lejos. Entiendo que, a estas alturas, si cumple con la ley, pues ya está. Puede estar en el Parlamento. A mí no me vas a encontrar diciendo que se ilegalice Bildu. Otra cosa es que haya motivos de peso y de sobra para aislarlo políticamente.
– Ha habido gente de Bildu a la que hemos escuchado disculparse y condenar el terrorismo.
– Pero todos de manera tibia, cogiéndosela con papel de fumar, luego ya llevan el debate a la equidistancia. Hablan de un conflicto, de una guerra. Le meten muchos matices. Lo que esperamos es un: 'Nos equivocamos, asesinamos, condenamos ese terrorismo que ejercimos, pedimos perdón y en la medida de lo posible ayudaremos a esclarecer los asesinatos'.
– Y eso no ha ocurrido...
– Tienen gente en el Parlamento que se ha dedicado a vitorear a asesinatos, a apoyarlos. En fin, sin más. Hasta que no cumpla determinados compromisos y condiciones, considero que Bildu es una fuerza con la que no tendría que mantenerse una relación. Es por salud democrática, por higiene.