El dilema del PP para engullir a Vox y poder gobernar: confrontación o asimilación
El equipo de Feijóo se fija como prioridad un plan para debilitar a Vox: "Mientras exista, será difícil que podamos gobernar".
31 julio, 2023 02:52“¿Qué hacemos para acabar con Vox?”. Esa es la pregunta del millón estos días en la sede de la calle Génova. En realidad esa pregunta sobrevuela desde hace tiempo el partido, en la etapa de Pablo Casado y en la de Alberto Núñez Feijóo, pero es ahora cuando se ha constatado en las elecciones generales la realidad que admiten todos los dirigentes del partido: “Mientras exista Vox será muy difícil que podamos gobernar”.
Resolver ese dilema al que se va a enfrentar el PP en los próximos meses, especialmente si no hay investidura y se repiten las elecciones en enero, tal y como prevé la dirección popular.
Básicamente, hay dos corrientes de opinión: los que creen que hay que confrontar abiertamente con el partido de Santiago Abascal y quienes entienden que hay que acabar con Vox dirigiéndose a sus votantes con mensajes similares.
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Estos últimos consideran que hay que integrar a Vox en gobiernos autónomos y ayuntamientos para ahogarlo y desgastarlo, mostrando a los electores que gestiona mejor el PP.
En el fondo, el debate es el mismo que ha habido siempre entrre el PP centrista y el PP más radical; entre el PP de la primera legislatura de José María Aznar y el de la segunda con mayoría absoluta. Entre el PP de Rajoy en su primera legislatura en la oposición y en la segunda, tras el congreso de Valencia. Es el resultado de la necesidad que tiene el partido de Feijóo de integrador a todos los que están entre el PSOE y el borde mismo de la derecha más extrema.
Es el PP "atrapatodo" que construyó Aznar en 1990, cuando llegó a sede de Génova, y que le llevó a pactar con todos los partidos regionalistas, como Unión Valenciana y similares. Así logró ganar las generales en 1996, según recuerdan dirigentes populares.
La clave, explican, es encontrar la fórmula que ya ha funcionado con Ciudadanos (Cs) y que aún no se ha logrado con Vox. En el caso del partido de Abascal la dificultad es que, además, procede de una escisión del PP, nacida como rechazo a la corrupción del PP en anteriores legislaturas y, sobre todo, de una posición más radical respecto a Cataluña o la inmigración, entre otras.
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El propio Abascal compartió muchas horas de actividad política como responsable de Nuevas Generaciones del País Vasco con dirigentes actuales del PP como Juanma Moreno, Jorge Azcón, Carlos Mazón, Elías Bendodo, Cuca Gamarra y Borja Sémper, entre otros.
Moreno recuerda que la noche posterior al asesinato de Miguel Ángel Blanco, pasó toda la madrugada velando el cadáver junto a Abascal.
En algún sector del PP se sitúa el origen de la ruptura interna en 2008, cuando el entonces líder popular, Mariano Rajoy, aseguró en vísperas del Congreso de Valencia, para romper con los más radicales encabezados por Esperanza Aguirre, que "si alguien quiere irse al partido liberal o conservador, que se vaya".
En esta campaña electoral, el análisis del equipo de Feijóo no elude que les ha perjudicado la posición de Vox respecto a la violencia de género o el cambio climático, incorporada de alguna manera a los pactos municipales y autonómicos.
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Sobre todo, ha sido determinante la declaración de Abascal en plena campaña cuando aseguró que si gobiernan el PP y Vox "volverá la tensión en Cataluña" y se pronunció a favor de un "155 duro" para la región. Según el PP, esa declaración está detrás del gran resultado del PSOE en Cataluña y el País Vasco, donde el voto útil se ha concentrado en las listas socialistas, compensando así la victoria de Feijóo en otras comunidades como Andalucía o Madrid.
Fuentes del PP recuerdan que se ha producido un proceso similar al de las elecciones vascas de mayo de 2001, cuando había un acuerdo entre el PP de Jaime Mayor Oreja y el PSE de Nicolás Redondo Terreros: las encuestas les daban como favoritos para desplazar a los nacionalistas, pero esa apariencia de victoria segura terminó por concentrar voto en el PNV para evitarlo.
La crítica de un sector del PP a Vox la verbalizó el jueves Juanma Moreno en el Parlamento andaluz al recriminar a Vox por ser "el mayor aliado de Pedro Sánchez, puesto que cuando se hace un discurso hiperbólico, lógicamente, genera una reacción por parte de la población".
Moreno forma parte del sector moderado y centrista del PP. Otros como la propia Isabel Díaz Ayuso defendieron públicamente normalizar los pactos con Vox.
El pacto de Extremadura
Feijóo ha evitado confrontar con Vox desde que asumió la presidencia del PP, aunque no ocultó nunca no que le gusta nada el partido de Abascal. A pesar de lo cual mantiene un hilo directo con el líder de Vox, que sirvió para cerrar los pactos en Extremadura.
En su etapa en Galicia, Feijóo logró cerrar el paso a Ciudadanos y a Vox, hasta el punto de que estos partidos no tuvieron nunca representación en esa comunidad. En Madrid aún no lo ha logrado.
Su antecesor, Pablo Casado rompió formalmente con Vox de forma estruendosa en su discurso de rechazo de la moción de censura frustrada de Abascal contra Pedro Sánchez.
"Estamos en los lados opuestos. No somos equiparables, son muchas nuestras diferencias. Tantas como la distancia que media entre el liberalismo reformista y el populismo antiliberal. Entre el patriotismo integrador y el antipluralismo", dijo Casado desde la tribuna del Congreso dirigiéndose al líder de Vox, "entre la economía abierta y el proteccionismo autárquico. Entre la vocación europea y atlantista y el aislacionismo. Entre el interés general y el oportunismo demagógico".
Un programa "delirante"
Añadió que "hoy Sánchez saldrá de este coso a hombros de los diputados de Vox con su tendido ovacionándole. ¡Vaya capote le ha echado y vaya bajonazo con el que remata la faena, señor Abascal! Querían cortar dos orejas al PP y han acabado de monosabio de Iglesias”.
Aquel discurso fue aplaudido por la izquierda, pero criticado y rechazado por el sector más radical del PP y luego no fue mantenido por Feijóo.
Dirigentes del PP explican que, además del tono y las declaraciones públicas, el programa electoral de Vox "es un delirio porque pone en cuestión consensos básicos como el europeísmo, y con eso no podemos gobernar".