El Congreso del PSOE consagrará a Sánchez como "líder de la socialdemocracia europea"
El presidente reúne a todo el PSOE para ser entronizado en "el congreso de la unidad", incluido Felipe González, con quien no coincidía desde 2016.
16 octubre, 2021 01:30"Cuántas ganas teníamos de vernos, casi dos años después". ¿Sí, ministra? "Sí, de mirarnos a la cara... y ahora miraremos al futuro". ¿Un congreso para repetir en 2023? Carolina Darias se para, mira de abajo arriba al periodista, y responde: "Trabajaremos para que Pedro repita".
El 40º congreso del PSOE no parece un acto político, sino la fiesta del trono de Pedro. Del presidente Sánchez, por si hace falta aclararlo. El del Gobierno de España, el de la "solidaridad", el de los "valores", el "verde y digital", el "transformador". Sánchez ha reunido este fin de semana en Valencia a todo el PSOE para ser coronado "líder de la socialdemocracia europea". ¿Tanto? "Y mundial", añade un emocionado Javier Lambán.
Si en julio revolucionó el Gobierno para "pasar la página de la Covid con un nuevo impulso", éste es el congreso pospandemia, aunque nadie haya declarado la victoria oficial sobre el virus y cada tarde un dato frío con un número que oscila entre los 50 o los 70 siga diciendo "fallecidos declarados en las últimas 24 horas".
A Pedro el presidente se le ve un poco azorado, o eso aparenta, cuando entra un rato en la zona de las furgonetas con snacks y mesas altas, a saludar a los delegados, de la mano de Anne Hidalgo, alcaldesa de París y nueva presidenciable socialista en Francia, pasados pocos minutos de las 14.30.
Es una ceremonia diseñada para que se bañe de masas, de aplausos y de ovaciones al coro de "presidente, presidente". Poco después, los actos oficiales del congreso comenzarían con la entrega de los Premios Manuel Marín. Y ahí, a falta de sorpresas en un cónclave socialista desconocido por lo feliz, personalista y grandioso, es donde Lambán y la propia Hidalgo revelaban el secreto: Pedro ya es presidente, a lo que ha venido aquí es a ser entronizado como "líder europeo y mundial de la socialdemocracia".
Al llegar, este viernes, al recinto ferial de Valencia, se había hecho una foto de familia. Los que no están posando en ella o es que "se movieron", como decía Alfonso Guerra en aquel (de verdad) otro tiempo -y quizás, otro socialismo-, o porque Pedro los movió de ahí. Algunos siguen aturdidos desde julio, pero aquí el que no vaya a sonreír al paso del líder es preferible que no se le vea mucho.
Otros hasta se paran a hacerse los encontradizos. José Manuel Albares, por ejemplo, no deja de recibir felicitaciones: "Tremendo lo de Pakistán, ministro". Y él sonríe discreto mientras felicita, a su vez, a Héctor Gómez, el nuevo portavoz parlamentario, ése "que ha hecho posible el desbloqueo de los órganos constitucionales".
La ola del estadio Azteca
Pedro, el sonriente, camina con la mascarilla apuntando al suelo, los hombros algo encorvados bajo su americana perfectamente planchada y a medida. La camisa abierta, que estamos entre amigos. Pedro es alto y se le ve de lejos, no sólo por el séquito, una marea de unas 100 personas que lo rodea y se mueve como la ola del estadio Azteca, desafiando las distancias de seguridad que en otro tiempo imponía la pandemia.
Aquí ya están olvidadas. Casi tanto como la crisis eléctrica, porque es de día y todas las bombillas de la zona chill permanecen encendidas. Que son de bajo consumo, vale, pero hoy hasta ése fluido eléctrico está caro.
"Pero cumpliremos el compromiso del presidente", sostenía Teresa Ribera en un pasillo, cuando ya trata de irse pasadas las 20.00 horas. Ella no dice Pedro, es más discreta al explicar lo de que a final de año "sí habremos pagado de luz lo de 2018, o un poquito más, pero poco".
La ministra más reivindicada en este viernes -quizá porque es la que está metida en los titulares menos halagüeños- explica al reportero cómo lo va a conseguir. "Nadie se esperaba esto", confiesa con un buen humor sorprendente, "no teníamos suficiente con cambiar el modelo productivo de todo el país y se nos viene encima el volcán del gas". La metáfora, afortunada o no, admite poca respuesta, y la vicepresidenta tercera cruza el umbral del Pabellón V de la Feria valenciana. ¿A descansar, a tomar pizza vegana?
Su mañana había comenzado pronto. Ya se la vio en el andén de Atocha, subiendo al AVE de las 9.40 camino de la capital del Turia. Y luego sentada junto a su vieja mentora, Cristina Narbona, muy sonriente porque ya se sabía ratificada por Pedro, en la Presidencia del partido, para cuatro años más.
Partido (eco) Socialista
"El compromiso ecosocialista es total en este partido", confirmaba el propio Sánchez, para explicarlo, en una entrevista enlatada por la jefa de prensa del partido. "Un analista objetivo de la Historia de España diría que el PSOE es el partido que cambia España, y que en sus congresos surgen las ideas que la sociedad asume como propias".
Es difícil ser más autocomplaciente, pero se le permite a Pedro I del PSOE, que si alguna vez fue "el cruel" hoy es "el grande". No se le reprocha nada porque nadie pasa facturas aquí -ésas se las cobró él en julio- y porque nadie esperaba preguntas incisivas de su empleada, ni autocrítica, en este foro.
"Pero es que éste es el congreso del PSOE más plácido y grandioso que recuerdo", confiesa un viejo socialista que pide permanecer en el anonimato. "¡Si es que mañana viene Felipe y todo!", concluye con los ojos muy abiertos y haciendo aspavientos con las manos.
Rondando la puerta de entrada al pabellón, se deja ver otro alto cargo, que se baja la mascarilla, a pellizquitos e intervalos, con sólo dos objetivos: sonreír mucho y que se le oigan las confidencias. "Es que éste es el congreso de la unidad, os lo hemos dicho ya, ¿no?", bromea. Habla del diálogo, de los acuerdos con el PP, de los Presupuestos y el decreto que "minora beneficios a las eléctricas". ¿Y todo está bien? "Inmejorable".
Y es así. Hace cuatro años, al congreso de 2017 en Madrid, Sánchez llegaba como el ganador outsider. Pedro el decapitado, ése que había ganado las primarias a Patxi López -"Pero Pedro, ¿tú sabes lo que es una nación?"- y (sobre todo) a Susana Díaz. Lo había hecho subido a un Peugeot que daba la vuelta a España, y con todo en contra salvo José Luis Ábalos, la muleta valenciana que llegará este sábado a casa.
Patxi no siguió compitiendo y este viernes paseaba por la Feria de Valencia buscando una hamburguesa. A la segunda nadie la vio. Y al tercero... qué rápido se pasan las páginas de la política.
"Fíjate, que cuando Pedro intentaba volver, en las salas VIP de sus actos no había nunca nadie", recuerda otra socialista, entonces meritoria y hoy bien colocada. "Sólo venía Anne Hidalgo, con sus padres". La alcaldesa de París, gaditana de nacimiento, "criada en Francia y de sentimiento europeo", como ella misma se había encargado de remarcar de buena mañana, era la invitada estrella del viernes. Como nueva presidenciable, se fue corriendo tras recibir su premio y sus aplausos.
El PSOE la había invitado a abrir la fiesta del trono de Pedro antes de saber que competirá con Emmanuel Macron por el Elíseo, claro. Pero no hubo eclipse agorero de cuento medieval, sino conjunción planetaria de futuro: "Yo me hice socialista desde el jacobinismo, desde la lucha callejera, y estar aquí sentado junto a Pedro y a la próxima presidenta de Francia", se venía arriba -otra vez- Lambán, "es maravilloso".
¿Y qué hará Pedro, el amigo de Macron, cuando haya que elegir entre ella y él? Eso no toca, no preguntes lo que no da felicidad.
"Unidad" y otras banderas
Una cosa ha aprendido Pedro Sánchez de su convivencia con los socios de Unidas Podemos en estos (todavía ni) dos años compartiendo Consejos de Ministros: a apropiarse de las palabras, y darles significados nuevos. Lo del (eco) socialismo, lo de decir que "es una idea del PSOE", no sólo sirve para ponerle un paraguas a Ribera y una excusa a seguir apostando por Narbona, sino para robar un concepto que se había pedido para sí Íñigo Errejón al irse de Podemos.
Pero hay otro vocablo con el que se está jugando estos días en Valencia: "Unidad" (por si no lo habían leído aún).
Lleva el presidente reclamando "unidad" desde que se le cayó el coronavirus encima, en marzo de 2020. Primero, pidió "unidad" a la población -¿recuerda el lector lo de la "moral de victoria"?-; luego se la pidió al PP para negociar los Presupuestos "de la unidad" -o para que no "boicotearan a España en Europa"-; más tarde, pidió "unidad" a Unidas Podemos -la impuso, de hecho, cuando el Ingreso Mínimo Vital, que por cierto, también reivindicó como propio, "una idea del 39º congreso"-; y ahora se la pide al PSOE.
¿Y por eso veremos por primera vez juntos a los viejos secretarios generales? ¿Por eso habrá un posado con ellos este sábado? "Felipe es un compañero más del partido, como otro cualquiera", sonríe picarona una portavoz del PSOE. "Es el congreso de la unidad, él quería venir, y queríamos que él estuviera".
A Pedro y a Felipe -a quien tampoco le hace falta el apellido, que él también fue grande- no se les ve juntos desde la campaña de junio de 2016. Y el expresidente no participa en un acto del partido desde 2014. Las dos veces, con el antiguo Sánchez, el de antes de que lo decapitara un Comité federal y volviera como Pedro el imparable.
Así que, si en 2017 el lema del congreso fue "Somos la izquierda", por si había alguna duda (Podemos aún soñaba con el sorpasso), ésta ya está disipada a base de hacer propias todas las banderas progresistas. O sea, que al líder sólo le faltaba reunir junto al trono a la galería viviente de hombres ilustres del socialismo. "En otros tiempos estaría corriendo la sangre, ¿verdad?", confiesa una joven ministra. "Esto parece la Disneylandia del PSOE".
...y en ella, el aprendiz de mago, el que hace malabares con las estrellas, es Pedro: "Somos la izquierda que hace posible lo imposible", conjuró él mismo este viernes. Pedro I el del PSOE, con un brillo destellante en su sonrisa.