Francisco González, Sergio Ramos y Fernando Raigal, el buzo de Tailandia, Leones de El Español
Nuestro periódico entregará este año sus premios el 25 de octubre en el Hotel Palace de Madrid en un acto en el que se reconocerán los valores con los que se identifican la mayor parte de los españoles.
16 septiembre, 2018 02:12Innovación, valentía, trabajo en equipo, resiliencia, capacidad de disrupción y entrega a los demás. Son valores con los que se puede identificar cualquier español y que caracterizan a los tres personajes, los tres Leones de EL ESPAÑOL de 2018, a los que nuestro periódico ha querido reconocer y premiar. Se trata de Francisco González, presidente del BBVA, del capitán del Real Madrid y la Selección, Sergio Ramos, y de Fernando Raigal, el buzo español que participó en el rescate de los doce niños atrapados junto a su tutor en una cueva del norte de Tailandia.
Es el segundo año en el que EL ESPAÑOL realiza una entrega pública de los premios. El año pasado recogieron sus galardones Rafael Nadal, Florentino Pérez y los padres de Ignacio Echevarría. La entrega de este año tendrá lugar el jueves 25 de octubre en el Hotel Palace de Madrid, coincidiendo con el tercer aniversario de la fundación del periódico, y servirá para destacar los méritos de los premiados frente a una audiencia privilegiada.
Es difícil discutir los logros de nuestros Leones, que comparten una demostrada capacidad para superar dificultades. Tres ejemplos para una sociedad que se enfrenta a desafíos colosales y que puede encontrar inspiración en nuestros leones de este año.
El gran innovador de la banca
Francisco González es el hombre que reprogramó la banca en España. Un directivo que preparó al BBVA para superar la peor crisis financiera de su generación y que ha mantenido la ambición de convertir al banco en referente de la innovación digital.
Una de las claves de su éxito radica en el hecho de que González lleva años midiendo al BBVA no sólo frente a otros bancos, sino también frente a cualquiera de los nuevos actores que han entrado en el mercado: desde los neobancos hasta gigantes como Google o Facebook, que pretenden convertir la banca en el nuevo gran territorio de la disrupción.
González, que comenzó su actividad profesional como programador de IBM antes de poner la mirada en el mundo de la banca, sabe que es insostenible un entorno en el que sigan existiendo 20.000 bancos en todo el mundo, y ha introducido en el ADN del BBVA la necesidad de combinar el conocimiento financiero, acumulado históricamente por la casa, con todo el talento digital posible.
En una entrevista con EL ESPAÑOL, el gurú estadounidense Vala Afshar señalaba: “Todas las empresas son compañías tecnológicas y todas van a ser compañías de datos”, y afirmaba que la confianza tiene que ser el valor central de cualquier empresa. Pues bien, González lleva años convirtiendo el BBVA en una empresa tecnológica y hace poco declaraba que no ve a su compañía como un banco, sino como una empresa que gestiona información.
González entró en Argentaria en 1996 con el objetivo de dedicarle un par de años y lleva más de dos décadas al frente de una entidad que no sólo navegó con éxito y sin ayudas la peor crisis financiera de su generación, sino que ha sabido mantener su independencia y establecer principios claros para su actividad: todo lo que haga el BBVA debe ser no sólo legal, sino también moralmente aceptable por la sociedad. Mejor nos iría en España si todos los protagonistas del mundo económico se rigiesen por esos mismos principios.
El mejor defensor de España
Sergio Ramos y sus compañeros del Real Madrid son como Barrio Sésamo: están enseñando a media España la diferencia entre números ordinales y partitivos. Lo hacen poco a poco, pero como un rodillo: el año pasado nos enseñaron que no se dice “la treceava”, sino “la decimotercera”, “la decimotercia” o incluso “la décimatercia”.
La UEFA le nombraba recientemente el mejor defensor de la temporada por segundo año consecutivo tras una temporada brillante en la que sólo se perdió dos partidos en la lucha por alzar una vez más la orejona. Ningún capitán del Real Madrid lo ha hecho en tres ocasiones y difícilmente ninguno vuelva a repetirlo de forma consecutiva. Recordemos que, hasta la última gran etapa del Real Madrid, ningún equipo había ganado siquiera dos veces seguidas con el nuevo formato de la Champions. Tal es la envergadura de sus logros.
Toda una personalidad por sus celebraciones, sus vistosos tatuajes, una forma de vestir que siempre destaca y ese capote que nos recuerda que nació en el mismo pueblo que Curro Romero, Sergio Ramos ha sido una referencia desde que el Madrid pagó al Sevilla de forma amistosa una cláusula de rescisión que hoy se antoja humilde y un magnífico negocio pero que por aquel entonces era mareante: 27 millones de euros.
Tetracampeón de la Champions, bicampeón de Europa, campeón del Mundo y el jugador europeo más joven en alcanzar los cien partidos con su selección, está a punto de alcanzar los 160 partidos con la elástica de la Roja y es más que probable que no tarde en superar a Iker Casillas (167) como el jugador con más internacionalidades.
Pero además de todo eso, Sergio Ramos es todo un ejemplo de cómo un deportista de élite puede identificarse con los valores colectivos, la idiosincrasia y el legítimo orgullo de la nación a la que representa. Sin eludir la polémica cuando ha hecho falta, reflejando siempre la identidad de la España democrática, Sergio Ramos es el recordatorio permanente de que ese grupo triunfador al que tantos llaman “la Roja” es en realidad la Selección Española.
Los héroes de los Jabalíes
Si el año pasado concedíamos un premio a título póstumo al héroe del monopatín, Ignacio Echevarría, el León de este año dedicado a reconocer un acto de solidaridad ha correspondido a Fernando Raigal, el buzo que tuvo un papel capital en el rescate de los doce niños del equipo de los Jabalíes Salvajes atrapados con su tutor en una cueva de Tailandia.
Reconocido por el Gobierno por la Cruz de oro de la orden civil de la solidaridad social, el ciudarrealeño Raigal, con base en Bangkok, llegó a la cueva de Tham Luang el 2 de julio por la mañana. Y dio suerte a sus compañeros. Se presentó, se metió en la cueva, avanzó hasta la cámara tres y le adjudicaron un turno de buceo para fijar las cuerdas. Su misión era crítica: facilitar a los submarinistas de élite tailandeses las bombonas y materiales que precisaban.
Aunque no era experto en cuevas sí tenía mucha experiencia en trabajos a gran profundidad no dudó en ofrecerse para los trabajos de rescate. Raigal ha participado en la construcción de plantas petrolíferas marinas, superando condiciones extremas, y nunca ha querido en este caso más protagonismo del que le correspondía.
Desde que terminó todo, Raigal no ha dejado de recordar la memoria y a la familia de Saman Kunan, el buzo que perdió la vida en las operaciones de rescate, ayudando activamente en la recaudación de fondos. Un ejemplo claro de aquello de lo que hablaba Albert Camus en El hombre rebelde: “La verdadera generosidad con el porvenir consiste en dar todo al presente”.