Desde pequeña, nunca tuve una vocación especial por la ingeniería. En el momento de elegir una carrera, como creo que le pasó a la gran mayoría de mis compañeros del colegio, no tenía muy claro a qué me quería dedicar. Siempre me han gustado y se me han dado muy bien las matemáticas, la tecnología o la física, por lo que me decanté por la ingeniería industrial. No sólo porque las asignaturas eran de mis favoritas, sino porque tenía muchas salidas laborales.
Nunca olvidaré mi llegada en 2005 a la Facultad de Ingenieros de Sevilla. Sólo de primer año había hasta cinco grupos o clases. En la mía éramos 101 alumnos, de los cuales solo cinco éramos mujeres. Para mí, no era ni bueno ni malo, es verdad que como éramos una minoría, solíamos estar las mujeres juntas o lo intentábamos, pero yo nunca tuve ningún problema en ese aspecto.
Una vez terminada la carrera, comencé a trabajar en el sector de las energías renovables. Siempre tuve mucha conciencia social sobre la eficiencia energética y la ecología, por lo que elegí ese sector para desarrollarme como profesional.
Los primeros años de mi experiencia laboral me dedicaba al mantenimiento de instalaciones fotovoltaicas, el cual es un claro mundo de hombres. Me vi en situaciones en las que, al no estar acostumbrados a ver a una mujer en esa clase de puestos, tenían un trato especial. A veces era cierta benevolencia pero, en la mayoría de los casos, tenía que demostrar más que mis compañeros hombres para hacerme respetar.
A día de hoy me dedico a desarrollos de proyectos de energía renovable y felizmente puedo decir que no veo en tantas ocasiones ese trato diferencial de los primeros años. Mentiría si dijera que todo el mundo, en el día a día, trata a la mujer igual que al hombre, pero esta situación es minoritaria. Lamento que se siga produciendo, pero es cierto que las nuevas generaciones tienen un trato más igualitario sin diferencias marcadas por ser hombre o mujer.
Pero como ingeniera, una de las cosas que más satisfacción me produce es colaborar con la Fundación de Ingenieros de ICAI, donde a través de un programa de voluntariado ayudo en el desarrollo de temarios de formación que posteriormente se aplicarán en programas de empleabilidad dirigidos a personas en riesgo de exclusión social. Lo que se pretende es formar a trabajadores en el campo de las energías renovables. Pensar que mi conocimiento puede servir para que otros se formen —y que esa formación ayude en la posterior búsqueda de un empleo cualificado— es muy reconfortante.
Quiero aprovechar para plantear algunas cuestiones que creo que a día de hoy aún no tienen una respuesta clara, pero nuestra obligación es despejarlas para que cada vez más niñas se animen a estudiar y a desarrollar sus habilidades en el terreno de la ingeniería y las ciencias.
En el mundo de la ingeniería como en muchas otras disciplinas, tanto los hombres como las mujeres con talento aportan por igual. La evolución en los diferentes campos requiere de diversidad de pensamiento viéndose enriquecido con la entrada de la mujer en un entorno hasta ahora predominantemente masculino.
Por lo tanto, ¿son necesarias las cuotas? ¿el rol histórico de la mujer como cuidadora y el del hombre más orientado a los negocios ha penalizado las matriculaciones de mujeres en ciencias?
Aunque a día de hoy, creo que esta tendencia está cambiando, para que realmente se consiga desmitificar que las carreras de ciencias son carreras de hombres se necesita un cambio de todos los aspectos y personas que influyen en la educación, los padres, los docentes, los materiales didácticos… Es que desarrollemos las vocaciones en las niñas. Se debe enseñar que no importa el género, que es un sector en el que importa la dedicación y el trabajo y que ofrece las mismas oportunidades sin discriminación.
Animo a las niñas o mujeres que se quieran dedicar a la ingeniería. Este es un mundo muy amplio, con aplicaciones muy diversas en campos diferentes, con múltiples aplicaciones y sin duda muy necesario en todo el panorama actual que estamos viviendo de cambio de paradigma energético. Si os llama la atención este sector, no dejéis de intentarlo por miedo a la “brecha de género”. Hay muchas mujeres ingenieras en puestos de responsabilidad, pensad que algún día podréis ser una de vosotras.
*** Lola Quirós es directora de desarrollo de negocio de LATAM y energía eólica en Ingenostrum S.L.