Cómo 15 empresas cárnicas y lácteas emiten más metano que toda la ganadería de la Unión Europea
Una investigación reciente revela que solo 6 de estas corporaciones declaran las emisiones reales de toda su cadena de producción y suministro.
15 noviembre, 2022 03:20El mundo ha alcanzado los 8.000 millones de personas. Cada vez hay más bocas que alimentar y el cambio climático inducido por la actividad humana no está facilitando las cosas. Los cultivos rinden menos por los cambios bruscos y frecuentes del clima, y la producción en masa de alimentos poco sostenibles empeoran las previsiones. Contribuyen a calentar una atmósfera ya sobrecargada.
Entre las industrias que más preocupan están la cárnica y la láctea. Encabezan la lista de las más contaminantes y su producción y demanda no paran de crecer. En este contexto, un total de 15 empresas guardan gran parte de culpa, como acaba de revelar una investigación del Institute for Agriculture and Trade Policy (IATP) y la fundación Changing Markets.
El documento analiza los datos publicados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Los resultados arrojan que solo estas compañías están generando un 52% más de metano que toda la ganadería de la Unión Europea e incluso un 47% más que la de Estados Unidos.
Las emisiones de estas 15 empresas suman un total de 15,8 millones de toneladas emitidas cada año. Estos datos, según el estudio, suponen un 83% de todo el metano que emiten los países comunitarios, no solo el procedente de la ganadería. Además, también superan con creces la huella de otros países como Rusia, Canadá o Australia.
Este trabajo se presenta antes de la reunión ministerial del Compromiso Mundial sobre el Metano (Global Methane Pledge Ministerial) que tendrá lugar en la COP27 el próximo 17 de noviembre. En esta cita se espera que un total de 40 países den a conocer sus planes nacionales sobre el metano.
Las empresas que engrosan el ránking de las más contaminantes son JBS, Marfrig, Tyson, u otras más conocidas como Danone o Nestlé. Todas con sede en el extranjero. De hecho, el informe recoge que empresas como Marfrig rivalizan con las de todo el sector ganadero de Australia; las de Tyson son comparables con las de la Federación Rusa, y las de Dairy Farmers of America con el metano producido por la ganadería del Reino Unido.
Aunque las de JBS son las que más preocupan. Sus emisiones superan con creces a todas las demás empresas y a las provenientes del ganado de Francia, Alemania, Canadá y Nueva Zelanda.
Para comprender estos datos hay que tener en cuenta que la actividad ganadera supone en torno al 32% de las emisiones antropogénicas de metano. Este es un gas de efecto invernadero con un potencial de calentamiento de la atmósfera 80 veces mayor que el del dióxido de carbono en un período de 20 años y que el pasado año marcó máximos históricos.
Teniendo en cuenta estos datos revelados por la Evaluación Global de Metano del PNUMA, su control es primordial para no sobrepasar el límite de 1,5 °C establecido por el Acuerdo de París del clima. Una cuestión que ya se estableció hace un año en la Cumbre del Clima que acogió la ciudad británica de Glasgow.
Entonces, más de 110 países firmaron el Compromiso Global sobre el Metano por el que acordaron reducir las emisiones globales de este gas en un 30% para 2030. Sin embargo, si se observa dónde tienen sede las 15 empresas señaladas en la investigación publicada hoy, puede advertirse cómo todos ellos, a excepción de China, son signatarios del Compromiso alcanzado en la COP26.
Tan solo cinco países han conseguido reducir ligeramente sus emisiones de metano, como son Canadá, Alemania, Dinamarca, Suiza y Francia. No obstante, no al ritmo necesario para cumplir la promesa fijada hace un año en la Cumbre del Clima. Francia, de hecho, es el mayor emisor de metano producido por el ganado de la UE, pero también es el único país que ha notificado una reducción de más del 5 % durante la última década.
Entre las medidas que pueden llevarse a cabo para conseguir reducir más las emisiones procedentes de industrias como la cárnica o la láctea está la de acometer una regulación efectiva de la producción ganadera intensiva. La investigación señala que esta es una de las claves para lograr las reducciones de metano necesarias y emprender la transformación necesaria del sistema alimentario para cumplir con los objetivos climáticos globales.
Falta información
Hace unos días, la organización de investigadores y científicos de datos Climate TRACE, revelaba que las emisiones reales procedentes de la producción de gas y petróleo triplican a las declaradas por los países obligados a reportarlas a la ONU. Con base en datos satelitales, daba cuenta de la existencia de al menos 72.612 fuentes emisoras individuales no declaradas por los gobiernos y que son fuente de altas cantidades de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Algo similar ocurre con las empresas a las que señala la investigación de IATP y Changing Markets, que asegura que los datos públicos de estas compañías son incompletos, no son comparables entre empresas o años y, en la mayoría de los casos, son inexistentes. Esto da lugar, según el informe, a un greenwashing (lavado de imagen) generalizado.
Como apunta Shefali Sharma, directora europea del Instituto de Agricultura y Política Comercial, “las emisiones de metano de las grandes empresas cárnicas y lácteas rivalizan con las de los estados nacionales, pero ocultan su colosal huella climática detrás de una fachada de ‘greenwashing’ y objetivos de cero emisiones netas”.
La experta está segura de que “estas empresas no harán lo que se necesita voluntariamente” y, por este motivo, “los gobiernos deben establecer reglas” para regular sus emisiones y ayudar a los agricultores y ganaderos a alejarse del modelo industrial.
Sobre todo cuando, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD) y de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la producción continuará aumentando durante al menos los próximos 10 años.
Por qué contaminan tanto
Lo que ocurre con las amplias superficies de ganadería o agricultura es que contaminan más. Por ejemplo, en lo que tiene que ver con la producción de carne, animales como las vacas o las ovejas son rumiantes. Esto quiere decir que las bacterias de su aparato digestivo son capaces de digerir un alimento fibroso y duro como la hierba.
Como publica Carbon Brief, todo el proceso de digestión es el que hace que expulsen metano. Pero, además, la producción de carne de animales como la vaca emite mucho más CO2 que otros como el cordero. La razón está en que tarda más en crecer y reproducirse y, por tanto, la carne de res requiere más alimento.
Además de esto, la existencia de grandes superficies de ganadería y agricultura es una de las principales causas de los cambios de uso del suelo a nivel mundial y la deforestación que tiene lugar en regiones tropicales. Sin ir más lejos, en la Amazonía brasileña.
Los agricultores utilizan también fertilizantes nitrogenados para estimular el crecimiento de plantas, lo que provoca la liberación de CO₂ y de otro potente gas de efecto invernadero como el óxido nitroso (N2O). Toda esta actividad intensiva en la cría de ganado provoca que industrias como la de los lácteos tengan una huella climática mucho mayor que la del cerdo o la de las aves de corral, por ejemplo.
Por este motivo, el informe pide una legislación urgente y ambiciosa para abordar las repercusiones significativas que las actividades de las empresas cárnicas y lácteas mundiales tienen sobre el clima. Asimismo, insta a los gobiernos a que apoyen una transición justa para transformar la ganadería industrial en agroecología. Esto es la aplicación de los procesos ecológicos en los sistemas de producción agrícola, pecuaria y forestal, así como en los sistemas alimentarios.