El reloj del fin del mundo: así se ha creado el imaginario colectivo en torno la fecha del 'juicio final'
Desde hace 75 años, un grupo de científicos mueven sus manecillas para indicarnos lo cerca del desastre que se encuentra el planeta.
13 agosto, 2022 00:37No es un reloj como cualquier otro. No marca la hora ni siempre avanza hacia adelante. La labor del reloj del fin del mundo es mostrarnos cuántos minutos nos separan de la destrucción total.
El proyecto nació hace 75 años, justo después de la Segunda Guerra Mundial, cuando las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki le dieron al planeta la perspectiva de que una nueva fuerza artificial, la más poderosa vista hasta entonces, podría acabar con lo que conocemos en un suspiro.
A la amenaza nuclear de los años 40 —que todavía sigue latente y se ha agravado tras la invasión rusa de Ucrania—, en estas más de siete décadas, se le ha sumado otra que puede ser igual de devastadora: el cambio climático.
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Desde aquel lejano 1947, y cada mes de enero, los científicos del Bulletin of the Atomic Scientists ajustan las manecillas del reloj teniendo en cuenta los peligros que ponen en riesgo la viabilidad de la existencia —al menos tal y como la conocemos—. También representan gráficamente lo cerca que está el planeta Tierra de su propia devastación.
A 100 segundos del caos
La última actualización, en enero de este 2022, situaba el fin de los tiempos a tan solo 100 segundos. Teniendo en cuenta el impacto de la covid, la emergencia climática y la situación geopolítica mundial, los científicos adelantaron el minutero hasta quedarse a poco más de un minuto y medio de la medianoche.
El reloj del fin del mundo es la versión más científica y rigurosa del fin de los tiempos —que no sabemos cómo ni cuándo llegará—; sin embargo, el apocalipsis es un tema recurrente en la ficción desde hace siglos, con miles de libros, películas, series, cómics y pinturas que describen cómo será el punto final de todo lo que conocemos.
De sobra conocidos son cuadros como El triunfo de la Muerte, de Brueghel el Viejo, o El Jardín de las Delicias del Bosco —ambos actualmente exhibidos en el Museo del Prado de Madrid—, que representan la destrucción final del mundo con escenas caóticas de muerte y desolación.
Muy extendido en la cultura popular
En literatura, el apocalipsis de La Biblia es uno de los textos más conocidos y antiguos donde se detalla cómo acabará todo. Y a raíz de él muchos artistas han creado obras pictóricas en las que aparecen las llamas del infierno, los cuatro jinetes, la tierra abriéndose y la muerte erigiéndose como la triunfadora absoluta del devenir de cada ser vivo sobre el planeta.
Óperas, representaciones teatrales, piezas musicales y canciones, grabados, esculturas… Los formatos son casi interminables y las referencias se cuentan por miles. Con la aparición del cine y los productos audiovisuales, las referencias al fin del mundo se han estado disparando en estos últimos 100 años.
Una de las obras más populares, cuyo tema central es el peligro de la destrucción nuclear en la Guerra Fría, son los cómics Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbons. Estas novelas gráficas tuvieron una adaptación al cine y una miniserie de televisión donde se le da una vuelta de tuerca más al concepto y los personajes originales.
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Precisamente en el cine es donde quizá haya más material que haga una interpretación de cómo podría ser la noche de los tiempos. Una de las películas más recordadas es Armageddon, de Michael Bay, estrenada en 1998. En ella, un asteroide de proporciones épicas va a estrellarse contra la Tierra, y a la humanidad se le plantea el reto de evitarlo a toda costa si no quiere desaparecer.
Más recientemente, No mires arriba nos pone ante un dilema muy humano y de nuestro tiempo: la frivolidad ante el desastre. Como en Armageddon, unos científicos de la NASA descubren que el planeta corre un gran peligro de desaparecer por el inminente impacto de un asteroide gigantesco. Sin embargo, a nadie parece importarle, ya que la gente está más preocupada por actualizar sus redes sociales.
Al parecer, en el caso de No mires arriba hay una moraleja mucho más profunda: el asteroide únicamente sería una metáfora del cambio climático, cuyas consecuencias y amenazas ya estamos padeciendo a escala global. La película critica que mientras el fin se acerca, nadie parece estar dispuesto a tomárselo en serio.
En el terreno musical también son múltiples las referencias tanto al fin del mundo como al propio reloj. En los años 80, grupos tan conocidos como Iron Maiden o Police hicieron algunas canciones que hablan sobre él, como 2 Minutes to Midnight o Russians. En aquella época, la Guerra Fría todavía estaba en pie, y la destrucción total era un tema que volaba en círculos sobre el imaginario de la sociedad.