Por qué Rajoy perdería el debate al que no va
Tres politólogos analizan los errores y las virtudes en la comunicación política de los candidatos de los cuatro principales partidos. El presidente suspende en oratoria y gestos.
7 diciembre, 2015 02:58Noticias relacionadas
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Las elecciones del 20 de diciembre son las más reñidas e inciertas en la historia reciente de España. De la mano de tres expertos en comunicación política, EL ESPAÑOL analiza a Mariano Rajoy, Albert Rivera, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias desde cinco perspectivas: sus virtudes, sus defectos, su oratoria, su comunicación no verbal y su vestimenta. El resultado explica por qué el presidente del Gobierno se niega a debatir este lunes con sus tres grandes rivales.
Sus principales virtudes y defectos
Mariano Rajoy. El politólogo Ignacio Martín Granados explica que “la principal virtud comunicativa de Mariano Rajoy es el cuerpo a cuerpo”. “Gana en las distancias cortas con su trato cercano y socarrón. Por eso en campaña han apostado por los actos pequeños donde se rodeará de gente y compartirá con ellos una partida de dominó, una cerveza, una breve tertulia… en lugar de grandes mítines, es decir, mostrar el lado más humano de Rajoy”. Eso sí, destaca como su principal defecto que “tiene aversión a las cámaras de televisión y no le gusta ser foco de atención”. “Siempre ha despreciado la comunicación y no se encuentra a gusto por lo que es incapaz de transmitir empatía, proximidad y confianza, y por ello le cuesta conectar con los ciudadanos”.
Para el presidente de la Asociación de Comunicación Política (ACOP), David Redoli, el presidente del Gobierno “es un hombre que evidentemente no cree en la comunicación política, pero su principal virtud es saber transmitir lo que quiere transmitir a su electorado potencial: conservadurismo, sin arriesgar nunca, perfil bajo” de forma que “es la comunicación más de un gestor que de un auténtico político”.
Según Luis Arroyo, presidente de Asesores en Comunicación Política, “Rajoy es constante en la estrategia y muy irónico y directo” y, como defecto, “se le nota que no le gusta la comunicación, y que tiene un saco de porquería encima con la corrupción”.
Pablo Iglesias. En el caso del líder de Podemos, el experto Martín Granados lo define como “un gran comunicador”. A su juicio, se notan “sus tablas como profesor universitario, curtido además en multitud de tertulias televisivas, y habilidad del lenguaje no verbal favorecen un discurso que se caracteriza por ser sencillo, directo y muy pedagógico”.
Ahora bien, “el principal defecto de Pablo Iglesias a la hora de comunicar es su represión emocional, porque tiene una expresión seria, con tensión en la mirada (aunque se nota que hace esfuerzos por corregirlo), que le hace parecer constantemente enfadado, y además adopta una postura encorvada que le muestra frágil”.
El diagnóstico de David Redoli es coincidente, ya que destaca su “excelente manejo del lenguaje televisivo” y señala que “le falta más amabilidad y alegría a la hora de transmitir mensajes”. “Si no corrige eso puede acabar pareciendo como el candidato enfadado, el candidato cabreado -agrega-, algo que le pudo funcionar mucho al principio pero que puede volverse en su contra ahora”. Y para Arroyo, “Pablo Iglesias siempre está enfadado y agresivo, y se le nota”.
Albert Rivera. Desde la óptica del profesor Martín Granados, el líder de Ciudadanos “también está ducho en cuestiones comunicativas y desde el primer momento se nos ha dado a conocer que fue campeón de España de la Liga Universitaria de Debate”.
“Sus discursos están muy ensayados y habla de forma directa y concisa, siempre a la cara de quien le escucha”. En el capítulo de los errores, señala que “el principal defecto de Albert Rivera, comunicativamente hablando, viene derivado de su fortaleza: se le nota un exceso de preparación y por eso a veces parece artificial y demasiado encorsetado”. Este experto añade que el candidato de Ciudadanos “también tiene que aprender a controlar el ritmo de sus intervenciones ya que tiende a embalarse, hablar demasiado deprisa”.
En opinión de Redoli, Rivera destaca porque tiene “buena capacidad argumental, sabe generar enmarcados a su favor y maneja muy bien el lenguaje televisivo”. No obstante, “en ocasiones su comunicación lo desdibuja, ya que intenta ser de izquierdas y de derechas a la vez, siendo eso algo inverosímil”. Algo muy similar opina Arroyo, para el que “Rivera tiene un problema de coherencia y de indefinición”.
Pedro Sánchez. Para Martín Granados, el candidato del PSOE “conecta muy bien con el público”. “En sus intervenciones suele utilizar teleprompter lo que le permite buscar los ojos de las personas a las que se dirige, ayudado de una buena gestualidad, por lo que conecta mejor con la audiencia”. “En cuanto a la comunicación pura y dura, transmite sus mensajes de forma muy correcta”, señala. Eso sí, en numerosas ocasiones “no se le ve a gusto, relajado, abusando del argumentarlo oficial, lo que le resta naturalidad expresiva y cierta credibilidad”. Para Redoli, Sánchez “se toma muy en serio la comunicación política y es de agradecer que haya normalizado el uso del teleprompter en España”.
¿Quién es el mejor orador? ¿Y el peor?
Para el profesor Martín Granados no hay duda: “el peor orador es Rajoy”. “Todos hemos escuchado las frases sin sentido a las que nos tiene acostumbrados. No sé si se trata de desinterés, pereza a la hora de prepararse las intervenciones o el desprecio por la comunicación, pero es curioso que, siendo un buen parlamentario y teniendo cintura política, sea tan mal orador. Y lo peor de todo es que parece que le de igual”. Por otro lado, para él “es difícil elegir al mejor de entre los tres restantes puesto que son buenos oradores, pero quizás el más completo sea Albert Rivera ya que sería el que mejor puntuase en conjunto en cuanto a oratoria, lenguaje no verbal e imagen”.
En opinión de Redoli, “Iglesias y Rivera están demostrando ser excelentes oradores por su frescura y naturalidad” porque “consiguen transmitir autenticidad”. Y coincide en que “el peor creo que es Rajoy, porque se ha encastillado en el papel del registrador de la propiedad que gobierna una finca llamada 'España'. Más que comunicar con naturalidad, parece que emite comunicados”. Sin embargo, según Arroyo, “los cuatro son muy buenos, cada uno en su registro”.
La comunicación no verbal
Una de las claves ocultas de todo candidato es el manejo de su lenguaje corporal. ¿Cómo es la comunicación no verbal de los cuatro aspirantes? Para Martín Granados en el caso de Rajoy ese ámbito guarda relación con su edad, porque con sus gestos “no ayuda a limar las diferencias de edad, puesto que es distante y abusa de la templanza hasta parecer inacción”. Muy diferente es el caso de Pablo Iglesias, quien “apoya su discurso muy bien en gestos que refuerzan sus palabras” que le ayudan a parecer sencillo y cercano. Eso sí, “en las tertulias de televisión tiene que corregir una habitual postura suya en que abre los brazos y estira sobre el respaldo del sillón: da la impresión de prepotencia”.
Al decir de Martín Granados, “Albert Rivera sabe acompañar sus palabras de gestos ilustradores que reafirman sus mensajes” y utiliza “una postura erguida y mirada directa, conecta muy bien con su interlocutor”. En todo caso, es Pedro Sánchez quien se lleva la mejor valoración porque “tiene un excelente control de la proxemia para expresar cercanía”. “Con su metro noventa de estatura, postura erguida y buen uso de la inteligencia emocional -explica Martín Granados-, busca en todo momento conectar y generar empatía con su auditorio a través de sus gestos”.
Redoli afirma que los cuatro cuidan este aspecto, aunque destaca que “quien más análisis y estrategia le pone a la comunicación no verbal es Pablo Iglesias”. Y detalla que “maneja muy bien la carga simbólica que tiene la aparición ante determinados mitos, los silencios, las miradas, la ropa desenfadada –alejada de la que lleva “la casta”. Desde el punto de vista de Arroyo, “el gestual de Sánchez es el mejor, sin duda; el de Rivera no está mal; Iglesias es chulesco y agresivo y Rajoy, repetitivo y aburrido”.
La vestimenta
Por último, otra clave decisiva y que es especialmente diferente entre los cuatro es la vestimenta de cada uno de ellos. Para Martín Granados, Rajoy “tampoco puede ofrecer muchas novedades puesto que es el presidente del Gobierno y debe mostrarse con una imagen acorde a su condición: seria y respetuosa”. “Además -explica el politólogo-, es una persona a la que la ropa de sport no le sienta bien, por lo que es preferible que se mantenga con el traje y la corbata”. Sin duda, Iglesias tiene el estilo más particular de todos. “Su aparente descuidado aspecto está muy cuidado ya que aporta coherencia a los valores sobre los que construye su discurso político y es un mensaje a las personas “normales y corrientes” que se ven reflejado en él”.
Este experto cuenta que el candidato de Podemos “ha renunciado al piercing y pendiente que lucía de más joven, pero no a la coleta que le aporta autenticidad y hace permanecer fiel a su estilo pese a ser candidato a la presidencia”. Sobre Albert Rivera considera que “cultiva la imagen de político moderno y sigue los dictados de la moda política actual: camisas blancas para transmitir honestidad, limpieza y transparencia; americana sin corbata para parecer responsable, pero también juvenil; y los trajes, cuando lo requiere la ocasión, impecables”. “Con este estilo trata de acercarse a todo tipo de públicos según las circunstancias, en sintonía con su ideario político: atrapar votos de izquierda, centro y derecha”.
Sánchez también se ha sumado a la ola de nuevos políticos socialdemócratas europeos en vaqueros y mangas de camisa. “Al igual que Albert Rivera, utiliza habitualmente camisas blancas para transmitir pureza, se la remanga transmitiendo la idea de acción, de que se pone a trabajar”. Los otros dos expertos consultados, David Redoli y Luis Arroyo, coinciden en que los cuatro candidatos utilizan la ropa propia de los arquetipos políticos que representan. “Sería absurdo ver a Iglesias con corbata”, apostilla Arroyo.
Qué deberían mejorar
El profesor Martín Granados destaca que “Rajoy debería trabajar su comunicación y empatía con los ciudadanos”; “Iglesias debería sonreír más, no parecer eternamente enfadado y relajar su tono mitinero”; “Rivera tendría que mostrarse más natural”, dado que “representa un gran papel, es un personaje muy construido, pero a veces parece artificial”; y, por último, “Pedro Sánchez debe dar más profundidad a su discurso”, puesto que “abusa de las recomendaciones del marketing político de ofrecer titulares y poco más”.
David Redoli recuerda que Karl Rove (que fue asesor de George W. Bush) solía decir que los ciudadanos lo que se busca en los candidatos es encontrar la respuesta a tres preguntas: ¿Es un líder fuerte? ¿Puedo confiar en él? ¿Se preocupa de la gente como yo? “Pues bien, los cuatro deberían esforzarse un poco más en procurar que los ciudadanos los vean como los valedores de las respuestas positivas a esas tres preguntas”.