Los jueces europeos animan el euroescepticismo
Los progolpistas nazionalistas catalanes caen en Europa más simpáticos que Mariano Rajoy, Albert Rivera y Pedro Sánchez juntos. También le pasó a Hitler, que para los británicos, al principio, era un señor a considerar con ese bigotillo tan francés y desenfadado a la vez que aficionado a los grandes montajes teatrales.
Los tribunales de Bélgica, Alemania y Gran Bretaña, de los que la juez Alaya tiene dicho que son mucho menos garantistas que la Justicia española de los derechos de las personas y bastante menos rigurosos en sus procedimientos probatorios, sin embargo, siembran sospechas sobre las intenciones del Tribunal Supremo, y la Euroorden, ese sistema de confianza entre países democráticos, se la pasa un juez de paz en Alemania o Bélgica por la parte baja de la toga.
El euroescepticismo crece, como es lógico entre personas honradas. Si el espacio europeo sirve para que cualquier asesino terrorista, golpista y demás gente de mal vivir se sienta protegida, será un espacio de esparcimiento para la mafia y el pistolerismo en general, pero no para la vida pacífica de la gente de orden, la misma que provee el sueldo de tanto organismo comunitario y a la que roban los okupas continentales con la franca ayuda de algunas autoridades.
Para entender lo que pasa en España con el repateante independentismo catalán y las ayudas que recibe de Europa léase la síntesis de la entrada titulada “Rivera no toma posesión” de Arcadi Espada en El Mundo. La realidad se convierte en subrealidad con respecto a la gradilocuencia oficial sobre la efectividad de pertenecer al ámbito comunitario. Cuando al seguridad falla, todo lo demás peligra y es susceptible de desaparecer con mayor premura de lo que tardó en crearse.