Cumplidos dos años desde la integración de Liberbank, la trayectoria de Unicaja Banco ha venido marcada por un interminable rosario de altas y bajas en su consejo de administración, deficiencias en su gobierno corporativo y también ahora con el relevo definitivo de su primer ejecutivo, Manuel Menéndez -procedente de Liberbank, la fusión de Cajastur-CCM, Caja Cantabria y Caja Extremadura-. Sin embargo, el nombramiento como consejero delegado de Isidro Rubiales - número dos del presidente de Unicaja, Manuel Azuaga- no parece vaya a aparcar la crisis institucional en la que el banco lleva sumida hace tiempo. Una nominación que no se materializará hasta que el Banco Central Europeo dé su visto bueno definitivo.
La fusión entre la caja andaluza y Liberbank no está siendo bien asimilada por el banco ante los continuos desencuentros institucionales que sufre la entidad. Esta semana, tras conocerse el sustituto de Menéndez, el fondo Oceanwood, tercer accionista de Unicaja, anunciaba su salida del capital del banco, después de desprenderse finalmente de un 7,06% del capital (187,5 millones de títulos), según el comunicado remitido a la CNMV. Simultáneamente a esta venta, Unicaja también hacia pública la renuncia de David Vaamonde, representante de Oceanwood en el consejo de administración. Un movimiento que de inmediato tuvo su repercusión en Bolsa al bajar ese día un 5,84 por ciento la cotización de las acciones del banco.
Se presenta un ejercicio complicado para Unicaja a pesar de haber disminuido en 2022 del 15,43 por ciento de su plantilla, hasta los 7.835 empleados, y el cierre de 400 oficinas, cerca del 30 por ciento de la red, hasta las 968 sucursales. Un plan de reducción de trabajadores y oficinas aún no concluido que el banco espera finalizar muy pronto, a lo “largo del año 2023 y 2024”, según destaca el informe financiero remitido a la CNMV. Una medida que señalan como más conveniente para reducir costes, mejorar rentabilidad y aumentar su musculatura ante los test de estrés. Un examen publicado la pasada semana donde la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) sitúan a Unicaja, junto a Sabadell, como los bancos españoles menos preparados para afrontar una crisis.
Recuperar el pulso comercial y de mando resulta ahora imprescindible para Unicaja si quiere atajar definitivamente la crisis de gobernanza por la que lleva navegando durante tanto tiempo. Igualmente, para despejar los posibles rumores de venta que ya comienzan a sobrevolar sobre el banco.