Que los tontos están cada vez más presentes en este mundo no es ninguna novedad incluso entre los políticos, donde la “tontocracia” también parece ir en aumento. Como incondicional motero que soy, me llamó la atención este fin de semana la fotografía de Nacho Gallego (Agencia EFE), publicada en diversos medios de comunicación del país, en la que se mostraba al vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García Gallardo, haciéndose pasar por motorista. El político de VOX hacía de esta forma, casco en mano con sus iniciales grabadas, acto de presencia en la tradicional concentración motera Pingüinos 2023, celebrada en Tordesillas (Valladolid).
Junto al vicepresidente la que podía ser su “paquete” -en el argot motero persona que va de pasajero en la moto-, aunque en este caso la vestimenta de su acompañante -al parecer su jefa de gabinete- delataba que era demasiado fashion para lo habitual en estos casos. Mas el pintoresco personaje, lejos de “abrir gas” a la moto, llegaba cómodamente sentado hasta Tordesillas en coche oficial y con una apariencia más propia de modelo de anuncio del departamento de deportes de El Corte Inglés. Desde luego, una imagen bien distinta a la de cualquier entusiasta motero que, tras recorrer cientos de kilómetros, llega hasta Tordesillas dispuesto a “quemar rueda” en la concentración. También a la de su propio jefe, Santiago Abascal, que el pasado año se exhibió conduciendo la moto por la carretera en dirección a Pingüinos con casco, gafas de sol, pantalones vaqueros y chaqueta de cuero.
Algunos piensan que los dirigentes políticos no deben ser tontos al haber conseguido tan altas cotas de poder e influencia. Craso error, pues parece que en pleno siglo XXI seguimos rodeados en el sector de algunos idiotas en el sentido más clásico de la palabra. En este caso, por pretender compararse y caricaturizar a los cientos de moteros, de los de verdad, que acudimos hasta esta localidad vallisoletana dispuestos a confraternizar y pasar un buen rato. Otra probada imbecilidad, desde luego menos grave que otras de mucho mayor calado por parte de VOX como las nuevas medidas antiabortistas anunciadas en Castilla y León por el mismo sujeto. Un partido que de seguir con sus excesos, o los de cualquiera de sus más destacados dirigentes, puede convertirse en un gran dolor de muelas para este país. También, para ensombrecer el buen momento por el que atraviesa el PP convencido, eso sí, de tener que coaligarse con la formación ultra si quieren tener alguna opción de gobernar frente a Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha, o de Pedro Sánchez en España.