Contreras: acoso y derribo de Suárez
Ha transcurrido tiempo suficiente para que se pueda desmenuzar la complejidad de la Transición, es decir, la transformación de una dictadura encarnada por el general Franco, el amigo de Hitler y Mussolini, en una democracia pluralista plena. La operación se realizó sin traumas gracias a los cuatro hombres con fuerza real en aquella época en España: Juan Carlos I, que tenía la fuerza del Ejército; el cardenal Tarancón, que tenía la fuerza de la Iglesia; Marcelino Camacho, que tenía la fuerza obrera; Felipe González, que tenía la fuerza de los votos.
En 1976, los militares respaldaban como un solo hombre al Rey. España era todavía una nación ocupada por su propio Ejército. Don Juan Carlos supo lidiar con habilidad a sus compañeros de armas hasta conseguir el propósito sustancial de la Monarquía defendida desde el exilio por su padre Don Juan: devolver al pueblo la soberanía nacional secuestrada en 1939 por el Ejército vencedor de la guerra incivil.
Vicente Enrique y Tarancón estaba al frente de una Iglesia presente en todos los centros de decisión españoles. Si el cardenal se llega a plantar, como Don Tancredo, en el centro del ruedo ibérico exigiendo el Estado confesional, la Transición no hubiera sido posible o se habría hecho agriamente complicada.
El inolvidado Marcelino Camacho, un comunista de ideas firmes y trato flexible, un hombre honrado y capaz, un sindicalista lúcido y ejemplar, era el líder indiscutido de los obreros españoles. Pudo desencadenar, como ocurrió en Portugal, un rosario de huelgas. Tuvo la grandeza histórica de sumarse a la Monarquía parlamentaria y a la democracia que se pretendía establecer.
Felipe González, tras una victoria abrumadora, se instaló en 1982 en el Congreso con 202 diputados. En lugar de articular la ruptura, actuó como un hombre de Estado, el mejor de la España del siglo XX como Cánovas del Castillo lo fue del siglo XIX, manteniendo el espíritu de la Transición, es decir, el pacto de Estado entre el centro izquierda y el centro derecha para las grandes cuestiones nacionales: territorialidad, terrorismo, respeto a la Constitución, alta política internacional...
A los cuatro hombres que tenían la fuerza en España hay que añadir la madurez del pueblo que se sumó de forma constructiva a la magna operación de crear una democracia plena.
Adolfo Suárez fue solo un peón del Rey. Hombre de grandes cualidades personales, con excepcional capacidad para la comunicación y la simpatía, obedeció al Monarca, convirtiéndose en el traidor de la comedia para liquidar el Movimiento Nacional desde las leyes del propio Movimiento sin que nadie pudiera decir que Don Juan Carlos era perjuro. Cuando Suárez empezó a gallear por su cuenta, el Rey le retiró su apoyo y una serie de diputados encabezados por Herrero de Miñón prepararon una moción de censura para desmontar democráticamente al presidente del Gobierno. Suárez se enfrentó a la maniobra anunciando por televisión urbi et orbi su dimisión.
Emilio Contreras es un periodista especialmente dotado para el análisis. Es también un ensayista riguroso y sagaz. Fue un político demócrata que asumió por decisión de Adolfo Suárez la responsabilidad de dos gobiernos civiles. Conoció a fondo los entresijos de la Transición y también la operación de acoso y derribo contra Adolfo Suárez. Lo cuenta todo en un libro imprescindible, escrito desde la seriedad, el rigor y la prudencia.
El papel clave de Torcuato Fernández Miranda, las veleidades de Carmen Díez de Rivera, los éxitos del presidente, las conspiraciones que terminaron con él, se relatan en este libro -Suárez, acoso y derribo- con grave acento de verdad y considerable acopio de datos nuevos. Las conspiraciones en las que intervinieron de forma más o menos acentuada Fernando Abril, Herrero de Miñón, Recarte, Fontán, Lavilla, Camuñas, Alzaga, Álvarez de Miranda, cobran su verdadera dimensión en el ponderado análisis de Contreras.
No se podrá escribir seriamente en el futuro sobre Adolfo Suárez sin contar con este excelente libro desprovisto de escapularios ideológicos y escrito sin adherencias partidistas. Emilio Contreras ha hecho una contribución seria a la reciente historia de España. Y se coincida o se discrepe de su visión de la etapa presidencial del líder fallecido, nadie podrá negar la ecuanimidad, el análisis riguroso y la claridad de Suárez, acoso y derribo.