Lecturas de verano 3
Paul Preston ha escrito, y con gran diferencia, la mejor biografía del dictador Franco. También la de Juan Carlos I. En El holocausto español relató las salvajadas que se produjeron en la guerra incivil española desde la Columna de la Muerte franquista a la página atroz de Paracuellos. Santiago Carrillo, que se convirtió en una figura política moderada y constructiva durante la Transición al lado del Rey Juan Carlos, queda radiografiado con testimonios incontrovertibles sobre su responsabilidad directa en los asesinatos de Paracuellos. Paul Preston, desde la frialdad del historiador, ha escrito el estudio más definitivo sobre el extremismo, a izquierdas y a derechas, que ensangrentó a España durante la guerra incivil y la terrible posguerra. Ahora ha ampliado en la nueva edición de El zorro rojo el análisis de la trayectoria de Santiago Carrillo. Refuerza el historiador británico los argumentos de la falsificación de Carrillo y su responsabilidad en la reconstrucción del caso Grimau. También aporta nuevos datos sobre la relación del líder comunista con su primera mujer Chon Sánchez Tudela. Carrillo fue un agente de la Rusia comunista como se puede comprobar en sus contactos con Michael Wolf-Farkas, Iosif Grigulevich, Leonid Eitingon y Fyodor Kravchenko. Paul Preston relata cómo Santiago Carrillo dio la orden de eliminar a sus camaradas del Partido Comunista Español considerados inconvenientes. El historiador británico relata con precisión la forma en que se consumaron esos crímenes, sobre todo, durante la etapa de la guerrilla antifranquista desde 1945 a 1954. Estamos ante un libro ampliado, imprescindible para entender la historia de España del último siglo. Javier Tusell, que fue un historiador menor y picajoso, odiaba a Paul Preston y le dedicaba incesantes invectivas e insidias. Se comprende por qué. Tusell es ya un historiador inexistente que casi nadie cita y Paul Preston se ha convertido en referencia obligada de quiénes quieren entender la España de la guerra incivil, de la dictadura de Franco, de la Monarquía de Juan Carlos I.
Zulema fue educada en una familia sin recursos; Aysha es una mujer culta, volcada en el arte y la literatura, que estudió Periodismo en la Sorbona; Melba pertenece a una familia de la aristocracia. Las tres se enamoran rendidamente de Santiago. La novela crece página a página en interés e intensidad. Su autora, Guillermina Mekuy, novelista ecuatoguineana, escribe en español y ofrece a los lectores su atrayente escritura. Guillermina Mekuy expresa la belleza por medio de la palabra. De las varias novelas que ha publicado, ésta, Tres almas para un corazón, es la más granada e interesante. Desde la libertad de pensamiento, Guillermina reflexiona sobre el alma de la mujer. Pertenece la autora a la cultura de la Negritud si bien su obra está vertebrada por lecturas bien digeridas de la literatura española. Guinea Ecuatorial es el único país hispanohablante de África. Al margen de los varios idiomas locales, la lengua de Cervantes y García Lorca une a todos los habitantes de la nación. Y reconforta comprobar la calidad de algunos de sus escritores, entre los que destaca esta novelista de gran aliento creador y notable capacidad de fabulación que es Guillermina Mekuy.
Acosado por un interés creciente he leído la novela histórica de Luis García Jambrina La sombra de otro. Hacía muchos, muchos años que no me había impresionado tanto una novela. Difícil discernir lo que hay de fabulación o de realidad en esta vida de Cervantes, escrita con una prosa deslumbrante por su concisión y su modernidad. Tras el telón de fondo de la "confesión" de un tal Antonio Segura, García Jambrina rastrea las huellas fugitivas de la peripecia vital del autor del Quijote. Soldado en Lepanto, cautivo en Argel, encarcelado en Argamasilla, desdeñado por el Rey, ninguneado por Lope de Vega, desgarrado por sus hermanas, entristecido por su falta de calidad poética, preterido por Juan de la Cuesta, impecune hasta el día de su muerte, Cervantes es hoy el escritor universal que define la calidad de la Literatura española. No sé si la vida del autor de La gitanilla responde a la que condensa García Jambrina en su espléndida novela. Pero me gustaría que así fuera. El Cervantes que yo admiro como persona es el que ha dibujado el gran novelista. Vale la pena, en fin, resaltar la alta calidad literaria de La sombra de otro.