¿Peligra el pensamiento crítico?
Da pavor imaginarse los libros del futuro. El filtro de ser políticamente correcto se está colando en la cultura. Docilidad y autoritarismo, la doble cara de estos tiempos.
“Parece que hoy todo tiene que responder a un pensamiento único”, opina Elvira Sastre entrevistada por Claudia Saiz Puig (Elle). “Se está perdiendo la costumbre de crear discursos diferentes. Y me da pavor imaginarme los libros del futuro, que sean todos iguales, y que nos quedemos sin ese pensamiento crítico, porque nadie cuestione nada –asegura la autora de Las vulnerabilidades–. Veo cómo ese filtro de ser políticamente correcto se está colando en la cultura y no me apetece formar parte de eso. No quiero, porque no lo deseo como lectora ni como escritora”.
El dramaturgo Juan Mayorga cree “fundamental que seamos críticos, empezando por cada uno de nosotros, que seamos severamente críticos con los textos que nos rodean y nos atraviesan”. El responsable de La Abadía, entrevistado por Paula Corroto (El Confidencial), recuerda la prueba del comentario de texto en la vieja Selectividad. “Pues todos debemos ser comentaristas de textos —asegura contundente—, ser capaces de criticar los textos que nos rodean y también los que nosotros mismos producimos”. El también académico considera que “el signo de nuestros tiempos es la doble cara de la docilidad y el autoritarismo”.
Se habla de una nueva corriente en nuestro cine, que se ha bautizado como “la cultura de arreglar las cosas”. Fiel seguidora de esa tendencia es Celia Rico, directora de Los pequeños amores, Premio del Jurado en Málaga. “Me gustan los personajes con bondad y humanidad —revela la realizadora sevillana a Claudio Sánchez (Aceprensa)—. Pasan muchas cosas en el día a día y me apetece que cuando uno vaya al cine, le toque ver lo mejor de cada uno. No desde un lugar naif, pero ¿qué necesidad hay de tocar lo oscuro cuando las pequeñas cosas bonitas que tenemos parece que no tienen espacio en la vorágine de nuestra vida? Pues prefiero que el cine, al menos, le dé su espacio”.
“Es fundamental que seamos severamente críticos con los textos que nos rodean”, Juan Mayorga
Gran defensor de la bondad es el escritor alemán David Safier. “Las historias que escribo yo son historias que muestran el potencial positivo de las personas, son las únicas historias que me interesan —confiesa el autor de Maldito karma a Winston Manrique Sabogal (WMagazín)—. Mientras estemos vivos, se pueden fomentar las cosas buenas. [...] Una buena historia, una utopía, ayuda y no decir que todo va a peor, sino pensar que si nos mantenemos unidos podemos tener un mundo lleno de paz o de lo que sea”, Ana Carrasco-Conde, último Premio Eugenio Trías, también es partidaria de ver el lado bueno.
La autora de La muerte en común explica a Toño Fraguas (elDiario.es) que “la filosofía tiene que ver con ser conscientes de lo que está en nuestra mano y lo que está en nuestra mano es empezar a pensar en la ganancia. Como hacía Spinoza: pensar en pasiones alegres, en elementos relacionales que apunten a una idea de comunidad en la que apetezca estar”.
La Rusia de Putin no es uno de esos lugares y sabemos poco sobre cómo viven allí los escritores. Maxim Ósipov, que abandonó su país tras la invasión de Ucrania, ofrece una pista a Ricardo Dudda (Letras Libres). “Tengo un ensayo autobiográfico en el que digo a mi traductor lituano que mis preocupaciones hoy son exactamente las mismas que hace unos 35 años —revela el autor del libro de relatos Kilómetro 101—. Primero, no hundirme en el fango, no ensuciar mi conciencia; segundo, no acabar en la cárcel; y tercero, no desaprovechar el momento en que uno debe marcharse para siempre”.
P. S. Joan Fontcuberta expone sus imágenes realizadas con IA en el Museo Universidad de Navarra. El artista reflexiona con Luis Alemany (El Mundo) sobre el papel de la fotografía en el mundo actual. “Asistimos a una revolución en la que el andamiaje ideológico de la fotografía, la verdad, la memoria y la materia, principalmente, se desmorona y pasamos a otro régimen que podemos llamar postfotográfico, en el que las imágenes ya no solo median entre nosotros y el mundo sino que constituyen mundo —relata el también autor del ensayo Desbordar el espejo—. Buena parte de nuestra experiencia de vida ocurre en la imagen [...] Además hoy más que una escritura, la fotografía se ha convertido en un lenguaje que aprendemos y usamos de forma natural. Hoy hablamos fotografía”.