Los escritores Eduardo Mendoza y Margaret Atwood.

Los escritores Eduardo Mendoza y Margaret Atwood.

Jardines colgantes

¿Nos falta imaginación para escribir?

A la hora de escribir lo importante es lo que el autor tiene sumergido en la memoria. Si empiezas a escribir, ya no puedes parar.

26 marzo, 2024 01:34

El último libro de Albert Lladó lleva por título una contundente consigna: Contra la actualidad. “No estamos dejando espacios para la imaginación —se queja el filósofo, escritor y periodista en una conversación con Winston Manrique Sabogal (VMagazín)—. Veo mucha literalidad, mucho documental, mucho teatro documental, mucha película basada en hechos reales, y no es un problema eso en sí mismo, el problema es que sólo estemos construyendo ficción desde ahí”.

Luis Mateo Díez sostiene que “en la libertad de la imaginación encuentras otra vida y otra realidad que te puede aliviar”. Entrevistado por Paula Corroto (El Confidencial), el último premio Cervantes asegura que “hay demasiada realidad” y que defiende “la experiencia estética del arte como liberación y conocimiento de lo que somos”. En palabras del escritor leonés, “la vida es conocer gente y en la historia de lo imaginario se conoce a mucha gente; ahí se llega escribiendo y leyendo”.

En opinión de Pablo d’Ors, “la literatura fabula, escribir es memoria más imaginación, lo que has visto, oído, pensado y cómo lo elaboras a partir de la imaginación”. Cuando Esther Peñas (Ethic) le pregunta cuánto de mentira tiene la memoria, la escritura, el autor de Los contemplativos responde: “No lo llamaría mentira, hablaría de imaginación, el pasado no es otra cosa que la reconstrucción imaginaria a partir de la memoria de lo que sucedió, y eso es mucho más verdad que lo que fácticamente ocurrió”.

“Si no estoy fantaseando, ¿qué hago yo en mis ratos perdidos?”, Eduardo Mendoza

Manuel Vicent (El País) ha publicado un artículo titulado No hace falta escribir para ser escritor, en el que reflexiona sobre cómo llegó a la literatura. “Solo me gusta contar lo que he visto, lo que me ha pasado —asegura el escritor y periodista, gente que he conocido, sucesos que he presenciado, pero sin duda a la hora de escribir lo más inquietante es lo que uno tiene sumergido en la memoria, tal vez en el inconsciente bajo la tapa de la quesera, y de pronto aparece en la página en blanco como ese insecto deslumbrado en la oscuridad de la noche que uno descubre aplastado en el parabrisas al final del viaje”.

A Eduardo Mendoza tampoco le hace falta escribir para ser escritor. No puede evitar su afán por fantasear. “Me temo que es una deformación, que si empiezas ya no puedes parar. Es el equivalente a una drogadicción, como el opio, y es así. Si no estoy fantaseando, ¿qué hago yo en mis ratos perdidos? —se pregunta el autor de Tres enigmas para la Organización ante el también escritor Javier Pérez Andújar (elDiario.es)—. Es una evasión... Pero, bueno, yo entro y salgo de la ficción con mucha claridad, como lector y como escritor. La gente se cree la ficción y eso me parece peligrosísimo. Nunca he confundido una cosa con otra. Soy muy prosaico, porque sé que luego salgo de aquí y entro en un mundo donde puede pasar cualquier cosa y es fantástico. Y luego vuelvo a la realidad”.

“Leer una novela es lo más cerca que estarás de ser otra persona”, Margaret Atwood

La autora de El cuento de la criada, Margaret Atwood, está convencida de que “lo más importante de convertirnos en humanos fue que desarrollamos la capacidad de contar historias, no sólo sobre el pasado, también sobre el futuro, y no sólo sobre las cosas que tenemos delante, también sobre las cosas invisibles”. “Fue algo muy importante —declara la novelista canadiense a Inés Martín Rodrigo (El Periódico de España)—, porque cuando los seres humanos empezaron a contar historias sobre su origen o quiénes eran, eso cohesionó al grupo, al darse cuenta de que compartían la misma historia (...). Leer una novela —concluye— es lo más cerca que estarás de ser otra persona. Más cerca que cuando ves una película. Más cerca que cuando sigues una serie de televisión. Leer”.

P.S. En un artículo publicado en The Objective, José Luis Pardo medita sobre la pertinencia de hablar de una “literatura de izquierdas”. “Expresiones como ‘literatura de izquierdas’ (o ‘de derechas’), del mismo modo que ‘música feminista’ o ‘poesía anticapitalista’ —escribe el filósofo— son, como el ‘nacionalismo de izquierdas’ o el ‘separatismo progresista’, monstruos semánticos cuya instrumentalización política arruina de antemano las virtudes que pudieran contener en su interior los productos que llevan esas estúpidas etiquetas, sin que casi nadie se aperciba de que son fórmulas tan contradictorias como el ‘hierro de madera’ y el ‘cuadrado redondo’”. 

Vivien Leigh fotografiada por Roloff Beny en 1958.

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